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Por Agroempresario.com
El complejo cárnico argentino atraviesa una etapa de contrastes marcados: mientras que la producción total de carnes alcanzó en 2024 uno de sus niveles más altos en décadas, las preferencias alimentarias de los argentinos están cambiando de forma estructural. La histórica supremacía de la carne vacuna pierde protagonismo frente al ascenso sostenido del pollo y el cerdo, en un contexto donde la exportación bovina también marcó un récord centenario.
De acuerdo con un informe elaborado por Franco Ramseyer y Patricia Bergero para la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), titulado Radiografía del complejo cárnico argentino: entre récords y cambios de hábitos, la producción total de carnes en Argentina alcanzó las 6,3 millones de toneladas en 2024, ubicándose por encima del promedio de los últimos cinco años y configurando el segundo mayor registro histórico.
La producción de carne vacuna se ubicó en 3,2 millones de toneladas, una cifra apenas un 3,3% menor a la de 2023 —año récord impulsado por la sequía—, pero un 1,1% superior al promedio quinquenal. Sin embargo, esta dinámica de alta faena por cuestiones climáticas tuvo un costo: una caída del stock bovino nacional de 2,6 millones de cabezas en dos años, llevando el total a 51,6 millones, el nivel más bajo desde 2010.
Para los primeros cinco meses de 2025, las estimaciones de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca (SAGyP) y del SENASA indican una producción de 1,245 millones de toneladas, un 1% por debajo del mismo período de 2024, lo cual refuerza la necesidad de un eventual ciclo de retención de vientres, aún no evidenciado.
Por su parte, la carne aviar consolidó su madurez con 2,3 millones de toneladas en 2024, en línea con los niveles de los últimos cinco años, pero mostrando un aumento de 2,6 veces respecto a 2004. En 2025, la producción alcanzó las 958.000 toneladas hasta mayo, un 1,9% más que en igual período del año anterior, acercándose al récord de 2020.
En tanto, el cerdo extendió su senda ascendente por decimocuarto año consecutivo, con 8,3 millones de cabezas faenadas y una producción de 785.000 toneladas en 2024. En 2025, la faena ya creció un 2,2% en los primeros cinco meses, consolidando otro probable récord anual.
Uno de los aspectos más reveladores del informe de la BCR es el cambio estructural en los hábitos de consumo de carne en Argentina. Aunque el país sigue siendo líder global en consumo per cápita, la carne vacuna retrocede en participación frente a sus sustitutos más accesibles: el pollo y el cerdo.
En 2024, el consumo per cápita fue de 47,8 kg de carne vacuna, 45,2 kg de pollo y 16,8 kg de cerdo. Esta nueva configuración ubica a las carnes blancas en el 56% del consumo total, una proporción inédita y que revela un cambio cultural, económico y nutricional. La carne bovina representa ahora solo el 44% del total, dos puntos menos que en 2023.
Este fenómeno se explica tanto por la inflación y el encarecimiento relativo de la carne roja como por una mayor aceptación cultural de proteínas alternativas, impulsadas por precios más bajos y una percepción de mayor salubridad. Desde 2002, el consumo de carne vacuna ha venido cediendo espacio, y desde 2016 la suma de pollo y cerdo supera de forma sostenida al consumo de carne bovina.
En el plano internacional, Argentina volvió a brillar como potencia exportadora de carne vacuna, con 934.866 toneladas exportadas en 2024, el mayor volumen en 100 años, solo superado en 1924. En valor, el complejo carne y cueros bovinos exportó por US$3.672 millones, convirtiéndose en el sexto complejo exportador del país.
Los principales destinos fueron China (49%), Israel (8%) y Estados Unidos (7%), reafirmando el interés global por la calidad de la carne argentina.
En cambio, las exportaciones avícolas fueron más modestas: 185.000 toneladas por US$222 millones, lo que representa solo el 6% de las divisas generadas por la carne vacuna. Aun así, el volumen creció un 15,7% interanual, aunque sigue 15,9% por debajo del promedio quinquenal, debido a una producción estable y un consumo interno creciente.
En cuanto a la carne porcina, su inserción en el comercio internacional es incipiente, representando apenas el 2% de la producción. Sin embargo, en 2024 se exportaron 14.526 toneladas, un crecimiento del 30% interanual, por un valor de US$14,9 millones (+46%). Los nuevos mercados abiertos como Filipinas y Paraguay aportan buenas perspectivas para su expansión externa. Los principales destinos actuales son Costa de Marfil (45%), China (21%) y Uruguay (18%).
En el primer cuatrimestre de 2025, las exportaciones de carne y cueros bovinos generaron US$1.209 millones, con una leve mejora en precios, aunque una caída del 9% en volumen respecto al mismo período del año anterior. Las exportaciones aviares sumaron US$65 millones (-13%) y las porcinas US$2,2 millones (+7,2%).
Si se incluye también al sector lácteo, que exportó US$1.222 millones en 2024, los complejos ganadero y lácteo en conjunto aportaron US$5.131 millones a la economía argentina, representando un 6,4% de las exportaciones totales del país.
Este análisis deja en evidencia que el modelo productivo argentino se enfrenta a una encrucijada: sostener sus históricos niveles de exportación sin descuidar el abastecimiento interno, en un marco de cambio de hábitos alimentarios, presión climática y necesidad de recomposición del stock ganadero.
El desafío será, entonces, encontrar el equilibrio justo entre una estrategia exportadora ambiciosa, la diversificación del consumo interno y políticas públicas que incentiven la sustentabilidad y la productividad en todas las cadenas cárnicas.
