Milagro verde en Atacama: cultivan lechugas con agua extraída del aire

En el desierto más árido del planeta, científicos chilenos logran cultivos hidropónicos con niebla

Milagro verde en Atacama: cultivan lechugas con agua extraída del aire
viernes 27 de junio de 2025

Por Agroempresario.com

En pleno corazón del desierto de Atacama, donde algunas regiones no reciben una gota de lluvia durante años, un grupo de científicos y agricultores chilenos está llevando a cabo un proyecto revolucionario: cultivar lechugas mediante agua extraída del aire. A través del uso innovador de atrapanieblas y cultivos hidropónicos, esta hazaña representa un paso firme hacia una agricultura sustentable en zonas de extrema aridez.

Este emprendimiento se desarrolla en las cercanías de Chañaral, una localidad enclavada entre dunas y formaciones rocosas, donde se desafían los límites de lo posible. Los atrapanieblas —redes diseñadas para condensar la humedad de la niebla— permiten captar hasta 1400 litros de agua por día, suficiente para mantener en funcionamiento un cultivo piloto de lechugas hidropónicas de alta calidad nutricional.

“Estamos cultivando lechuga hidropónica usando solo agua de niebla en el desierto más seco del planeta”, afirma con entusiasmo Orlando Rojas, presidente de la Asociación de Atrapanieblas del Atacama.

Las imágenes aéreas de la zona muestran un paisaje surreal: estructuras metálicas envueltas en brumas matinales recolectan silenciosamente la humedad del aire, la canalizan hacia depósitos, y desde allí, hacia sistemas de cultivo. Este proceso, lejos de la ficción, demuestra que la innovación tecnológica y ambiental puede abrir nuevas fronteras para la producción de alimentos.

lechuga

Tecnología ancestral con enfoque moderno

La captación de niebla no es una técnica nueva, pero su aplicación al cultivo hidropónico en zonas desérticas es una evolución significativa. El sistema no requiere pozos, ni redes de agua potable, ni electricidad. Se trata de una tecnología de bajo costo y alto impacto, sustentable y escalable, que redefine la relación entre agricultura y clima.

Según Mario Segovia, también miembro de la asociación, “el agua de niebla es de una pureza extraordinaria, sin minerales ni cloro, lo que la hace ideal para la hidroponía. Eso da como resultado una lechuga más saludable, limpia y rica en nutrientes”.

Investigación, ciencia y desarrollo rural

El proyecto cuenta con el respaldo académico del Centro del Desierto de Atacama de la Universidad Católica de Chile. Su director, Camilo del Río, destaca la importancia de combinar ciencia y saberes locales: “Tenemos años de estudios sobre la niebla y sabemos que es una solución real y sostenible. No todas las experiencias funcionan, pero incluso las que fallan nos enseñan”.

Este centro está desarrollando una plataforma de mapeo web abierta al público, que identificará regiones aptas para la recolección de niebla. Esta herramienta será clave para escalar la tecnología y permitir que otras comunidades rurales accedan a una fuente alternativa de agua dulce, con bajo impacto ambiental.

“Cada gota cuenta en un contexto de crisis hídrica global”, remarca Del Río.

Más allá de la lechuga

Aunque la lechuga ha sido el cultivo más exitoso, los investigadores también están experimentando con limoneros en áreas antes completamente improductivas. Si bien el riego sigue siendo limitado, la expansión de especies comestibles podría transformar radicalmente la economía y autosuficiencia de las comunidades locales.

Para los protagonistas del proyecto, no se trata sólo de producir alimentos. Orlando Rojas lo expresa con claridad: “Esto es soberanía hídrica. Es nuestra manera de adaptarnos al cambio climático y demostrar que hay futuro en el desierto”.

lechuga

Un modelo exportable

En un mundo donde las sequías son cada vez más frecuentes y la presión sobre los recursos hídricos es constante, los atrapanieblas se presentan como una alternativa simple, eficaz y replicable. No buscan reemplazar los sistemas tradicionales de riego, sino complementar estrategias locales en regiones donde el acceso al agua es crítico.

Este proyecto chileno ya ha captado la atención de organizaciones ambientales, universidades extranjeras y gobiernos de países áridos. Su enfoque tiene un potencial global: convertir el aire en agua, y esa agua, en vida.

De niebla a esperanza

El ejemplo de Atacama no es solo una historia de innovación tecnológica. Es, sobre todo, una señal de esperanza en tiempos difíciles. Allí, donde el cielo parece negarse a llover, los agricultores y científicos lograron ver en la niebla una oportunidad.

Mientras el cambio climático continúa presionando las fronteras agrícolas, experiencias como esta muestran que las soluciones más efectivas pueden estar flotando, literalmente, en el aire.



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