Por Agroempresario.com
La producción de alimentos depende de muchos factores, pero uno de los más invisibles —aunque fundamentales— es el trabajo de los polinizadores, como las abejas. Estos insectos desempeñan un rol clave en el ecosistema agrícola, ya que permiten la reproducción de múltiples cultivos. Sin embargo, un reciente estudio científico advierte que el cambio climático está amenazando esta delicada cadena al reducir drásticamente la disponibilidad y calidad del néctar que estas especies necesitan para sobrevivir.
Un trabajo publicado en Scientific Reports evaluó cómo distintos escenarios climáticos —proyectados por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC)— afectan la producción de néctar en cultivos de calabacín, una planta altamente dependiente de la polinización entomófila. Realizado en Brasil bajo condiciones controladas, el estudio reveló que las sequías extremas pueden reducir el valor calórico del néctar en hasta un 95% por hectárea. Este hallazgo preocupa no solo por el impacto ambiental, sino también por las implicancias económicas para la agricultura.
“El cambio climático afecta más que el clima: altera las bases de la agricultura”, explicó Elza Guimarães, profesora del Instituto de Biociencias de Botucatu (IBB-UNESP) y coordinadora del estudio. Su equipo simuló distintos escenarios de precipitación —desde un régimen normal hasta sequías extremas— utilizando 120 plantas de calabacín, divididas en grupos sometidos a diferentes niveles de riego.
En el escenario más crítico, que simula una eliminación casi total del riego seguida de lluvias intensas, la producción de néctar disminuyó drásticamente. Según el estudio, la pérdida equivaldría a más de una tonelada de azúcar por hectárea: el néctar disponible pasó de ofrecer 1.325 kilos de azúcar por hectárea a apenas 71 kilos.
“Sin néctar para consumir, las abejas se van, las plantas no se reproducen y los agricultores pierden producción”, advirtió Guimarães. La sequía afecta tanto el volumen como la concentración de azúcares del néctar, factores que determinan su atractivo y valor energético para los insectos polinizadores.
A primera vista, uno podría suponer que un aumento de las precipitaciones podría contrarrestar los efectos negativos de la sequía. Sin embargo, los datos muestran que este no es siempre el caso. Si bien las lluvias intensas aumentan la oferta calórica del néctar, también pueden diluir el líquido azucarado, reduciendo su concentración y valor nutricional. Además, las condiciones de alta humedad dificultan el vuelo de los polinizadores y afectan su capacidad para regular la temperatura corporal.
En otras palabras, aunque el néctar sea más abundante, las abejas necesitan gastar más energía para recolectar, lo que a la larga reduce su eficiencia y compromete la polinización. “La lluvia no siempre es sinónimo de beneficio en este contexto”, concluye Guimarães.
La polinización es un proceso clave en la producción de alimentos. Más del 75% de los cultivos destinados al consumo humano dependen, en mayor o menor medida, de polinizadores como las abejas, los abejorros, las mariposas y otros insectos. Cuando estos no pueden acceder a néctar de calidad, disminuye su población, se afecta la reproducción de plantas y, en consecuencia, cae la productividad agrícola.
Según la FAO, el valor económico global de los polinizadores supera los 235.000 millones de dólares al año. En este marco, los resultados del estudio generan una alerta para gobiernos, productores y científicos.
“El futuro de la agricultura depende del equilibrio ecológico”, afirmó Guimarães. Si los cambios climáticos proyectados para finales del siglo se confirman, los cultivos altamente dependientes de la polinización podrían sufrir pérdidas significativas, tanto en rendimiento como en calidad.
La investigación se llevó a cabo en un invernadero de la Universidad Estadual Paulista, en São Paulo, Brasil. Se utilizaron 120 plantas de calabacín (Cucurbita pepo), cultivo elegido por su fuerte dependencia de la polinización cruzada por abejas.
Se simularon cuatro regímenes de lluvia:
Las plantas fueron monitoreadas durante el proceso de floración, midiendo la producción de néctar y el contenido calórico mediante análisis de azúcares. Los investigadores también calcularon cuánto néctar produciría cada hectárea de cultivo bajo esos distintos escenarios.
La pérdida de polinizadores y el deterioro de la calidad del néctar son apenas una parte de los múltiples impactos que el cambio climático ejerce sobre la producción agrícola. Otros desafíos incluyen el aumento de plagas, la degradación del suelo y la variabilidad en los ciclos de cultivo. Pero la amenaza sobre el néctar destaca por su efecto en cadena: afecta a los insectos, las plantas y, en última instancia, a los humanos.
Este estudio es un llamado de atención para incluir variables ecológicas en los modelos de adaptación agrícola. Es vital promover prácticas sostenibles, proteger hábitats naturales y apoyar a la ciencia en la búsqueda de soluciones.
Mientras tanto, las abejas seguirán haciendo su parte —si las condiciones se lo permiten.