Por Agroempresario.com
Un reciente informe de la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis revela una tendencia alentadora: la población de la chicharrita comienza a retroceder en varias regiones maiceras de Argentina, especialmente en Centro Sur, Centro Norte y Litoral, gracias al efecto modulador de las primeras heladas. Sin embargo, los especialistas advierten sobre la importancia de mantener el monitoreo constante para comprender mejor su dinámica poblacional y evitar rebrotes.
La chicharrita es un insecto vector que afecta directamente los cultivos de maíz, transmitiendo enfermedades que pueden impactar fuertemente en la producción agrícola. Por eso, el seguimiento puntual de sus poblaciones se vuelve esencial para la toma de decisiones acertadas y oportunas en el manejo agrícola.
El 21º informe de la Red Nacional de Monitoreo de Dalbulus maidis señala que la caída de las temperaturas comienza a reducir las poblaciones en las zonas maiceras principales. Según los datos, la retracción se observa en las regiones Centro Sur, Centro Norte y Litoral, donde las heladas están teniendo un impacto directo en la disminución del insecto.
Por otro lado, en zonas endémicas como el NOA y NEA, las densidades de chicharrita permanecen elevadas, aunque la infectividad detectada mediante pruebas PCR para Spiroplasma —una bacteria que afecta al vector— ha mostrado una baja significativa respecto al verano. Esta reducción podría deberse a un recambio generacional, donde los nuevos adultos no han tenido contacto con plantas infectadas, y también a factores estacionales como la ausencia de hospederos infectados.
Los especialistas subrayan la necesidad de continuar registrando las capturas de adultos de D. maidis mediante trampas cromáticas adhesivas y monitoreos directos en cultivos de invierno o de servicio. También destacan la vigilancia sobre malezas, que funcionan como reservorios naturales del insecto.
“La información que generamos permite entender mejor cómo se comporta la población de chicharrita a lo largo del año y en distintas regiones productoras de maíz”, explican desde la Red Nacional de Monitoreo. Este conocimiento es fundamental para planificar estrategias de manejo más efectivas y reducir el impacto económico de la plaga.
Durante el período otoño-invierno, cuando el cultivo de maíz y maíces voluntarios están ausentes, es clave intensificar el monitoreo en cultivos de servicio, invernales y en malezas para evaluar con mayor precisión la dinámica poblacional de D. maidis. Las trampas cromáticas adhesivas, combinadas con inspecciones directas, permiten una detección más precisa de los adultos, facilitando intervenciones tempranas y focalizadas.