Por Agroempresario.com
Con una estrategia que supera largamente la tradicional visión petrolera, Horacio Marín, presidente y CEO de YPF, está llevando a la empresa hacia una transformación profunda y multidimensional. Su plan incluye inversiones millonarias en recursos no convencionales, la reconversión de estaciones de servicio en plataformas de consumo experiencial, el impulso de biocombustibles y el desarrollo de nuevos mercados de exportación de energía. En una entrevista exclusiva, Marín detalla su visión y las claves de una gestión que busca, a la vez, eficiencia, disrupción y federalismo productivo.
Horacio Marín no es el clásico ejecutivo que se mantiene alejado de las operaciones cotidianas. A sus 62 años, este ingeniero químico con estudios en Texas y Stanford lleva en el celular no sólo los precios del barril de petróleo, sino también el volumen diario de ventas de combustible y la facturación de hamburguesas en las tiendas Full que YPF tiene en sus estaciones.
“El mes pasado vendimos 502 mil hamburguesas. Somos los segundos hamburgueseros del país. Mi objetivo es ganarle a McDonald’s en cuatro años”, comenta con una mezcla de humor y ambición. Ese horizonte de “cuatro años” no es casualidad: forma parte de un ambicioso plan 4x4 que busca cuadruplicar el valor de la empresa en ese lapso.
Este estilo directo y sin rodeos permea todas sus decisiones. “No te pongas adelante, porque si me querés sacar del objetivo, te paso por arriba”, advierte con firmeza. Para Marín, la palabra “disruptivo” no es un slogan, sino una consigna a aplicar en cada área de YPF.
El cambio en YPF también se traduce en una visión radicalmente nueva de las estaciones de servicio. “Las veo con un Full extraordinario, con productos regionales que representen la identidad de cada lugar. Por ejemplo, en Córdoba productos típicos, en el Norte otros”, explica Marín.
Además, están en marcha proyectos piloto para introducir microprecios dinámicos: tarifas más bajas en horarios nocturnos o de baja demanda, con estaciones de autoservicio que permiten ofrecer combustible más barato y reducir pérdidas. “Queremos que los consumidores vean que somos honestos y que compartamos con ellos las ganancias cuando podamos”, afirma.
Toda esta transformación estará soportada por una aplicación integral, que no sólo permitirá pagar combustible, sino también comprar acciones de YPF, pagar impuestos y acceder a servicios digitales, abriendo la puerta a un ecosistema de productos y servicios mucho más amplio.
El corazón del plan de inversión está en dejar atrás los campos petroleros maduros para focalizarse en los recursos no convencionales. “A partir del 1 de enero de 2026, YPF será una compañía netamente no convencional”, detalla Marín. Esto implica abandonar áreas donde el costo operativo es alto, como Manantiales Behr, y priorizar la eficiencia, donde Vaca Muerta es el principal motor.
Las inversiones en Vaca Muerta serán del orden de 6 a 7 mil millones de dólares anuales, con un impacto directo en la creación de empleo y la participación de miles de pymes argentinas en la cadena de valor. “En Fortín de Piedra trabajaron mil pymes de todo el país, incluyendo muchas de Córdoba”, ejemplifica.
Una de las barreras más importantes que enfrenta YPF es el “costo argentino” en insumos y servicios, que eleva hasta un 60% los costos respecto de cuencas como Permian, en Estados Unidos. “Nos cobran caro porque nos ven como una empresa estatal y eso hay que romperlo”, explica Marín.
Para ello, está implementando un modelo denominado “Toyota Well”, basado en la eficiencia de la industria automotriz, para optimizar la producción en el upstream de Neuquén. Asimismo, está renegociando contratos con proveedores para ajustar precios y mejorar la competitividad.
YPF no sólo piensa en el mercado interno. En alianza con empresas internacionales como Shell, ENI y Harbour Energy, avanza en la exportación de Gas Natural Licuado (GNL), con los primeros barcos previstos para 2027 y 2028.
En biocombustibles, YPF está desarrollando YPF Bio, un proyecto para producir combustible sustentable para aviación (SAF), que tiene como base una refinería recuperada en Santa Fe y que apunta a la exportación.
También exploran el potencial del uranio para energía nuclear en Chubut, junto con Nucleoeléctrica, buscando posicionar a Argentina en un futuro energético basado en reactores modulares y data centers globales que exporten energía digital.
La visión de Marín para YPF se cruza con los principios de la bioeconomía que se promueven en el sector agroindustrial y en la agenda del desarrollo federal. Ambos plantean la necesidad de agregar valor en origen, generar empleo local y descentralizar el crecimiento hacia las provincias y municipios.
Así como la bioeconomía transforma biomasa en energía, alimentos o productos industriales en el territorio, YPF busca transformar el recurso energético en oportunidades de inversión, tecnología y trabajo local. La integración de miles de pymes argentinas en la cadena de valor de Vaca Muerta, la recuperación de infraestructuras para biocombustibles y la alianza con universidades para innovación tecnológica representan este modelo multiplicador.
Mientras YPF se redefine bajo la gestión Marín, el sector se prepara para uno de los eventos más importantes del año: el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, que se desarrollará en los 10 salones del Hilton Puerto Madero.
Allí convergerán más de 200 speakers, entre gobernadores, ministros, embajadores, empresarios, CEO´s de las principales compañías argentinas, decanos universitarios, legisladores, consultores y líderes de opinión. Esta cumbre federal no es sólo un acto protocolar: es la plataforma central donde se delinearán políticas públicas y privadas para que la bioeconomía y el valor agregado sean el motor del desarrollo productivo y exportador.
En ese marco, surge una pregunta inevitable y que genera expectación en el sector agroindustrial: ¿Confirmará Horacio Marín su participación como conferencista líder junto a los gobernadores y embajadores?
Marín reúne las credenciales: representa el nexo entre la energía, la industria, el agro y las exportaciones; tiene un estilo directo que puede sacudir las mesas de debate; y una visión estratégica que encarna la transformación que la bioeconomía, el valor agregado en origen y el desarrollo federal necesitan. Que ocupe ese lugar puede marcar un antes y un después en la relación entre sectores y en la agenda de políticas públicas.