Por Agroempresario.com
Seis años atrás, un incendio devastó por completo el frigorífico de Cabaña Argentina en General Las Heras, Provincia de Buenos Aires. Más de 200 bomberos lucharon durante horas para controlar las llamas que consumieron las instalaciones, obligando incluso a cortar la ruta 6. Pero lo que parecía un final definitivo, se convirtió en el comienzo de una nueva etapa. Hoy, en ese mismo predio de 38 hectáreas, se erige una planta frigorífica de última generación, resultado de una inversión de 35 millones de dólares y un ambicioso proyecto que apuesta a posicionarse en el mercado internacional y a ofrecer servicios de valor agregado a terceros.
Daniel Fenoglio, presidente de Carne Porcina Seleccionada, la firma que lidera la operación, destaca la magnitud del desafío y el compromiso detrás de esta reconstrucción. “Es una planta diseñada desde cero para abastecer el mercado doméstico pero, sobre todo, con un enfoque exportador”, explica. Esta orientación estratégica apunta a que Argentina potencie su presencia en el comercio global de carne porcina, un sector con gran potencial de crecimiento.
El proyecto es fruto de la alianza entre los hermanos Blaquier —Santiago, Alejandro, Charlie, Ignacio y María Elena— y el grupo 5L SA, integrado por seis importantes productores porcinos: Lartirigoyen, Las Lilas, Las Taperitas, La Payana, Los O’Dwyer y Llorente Hnos. Estos socios se comprometieron a abastecer al menos el 50% de la capacidad de faena de la planta, garantizando un flujo constante de materia prima para optimizar la producción.
La planta frigorífica tiene capacidad para faenar hasta 40.000 cerdos por mes, con una capacidad de desposte superior a cuatro millones de kilos de carne mensuales. Además, puede congelar hasta 140.000 kilos diarios y almacenar 1,6 millones de kilos en sus cámaras frigoríficas. “Ofrecemos también servicios de empaque, clasificación, despacho y logística personalizada. Esto nos permite atender diferentes perfiles de clientes y adaptarnos a las demandas específicas de cada mercado”, comenta Fenoglio.
La tecnología es otro de los pilares que distingue a esta instalación. El sistema de faena es automatizado, con estaciones especializadas de prelavado, lavado, oreo y enfriado rápido que garantizan la máxima calidad sanitaria y la conservación óptima de la carne. Un robot especializado organiza las medias reses en las cámaras de oreo, asegurando una distribución homogénea del frío y reduciendo el esfuerzo físico de los operarios, un avance clave en la modernización de la planta.
Actualmente, la planta opera con un solo turno, pero está diseñada para escalar hasta tres turnos diarios sin necesidad de ampliar su infraestructura, lo que podría triplicar la capacidad productiva. “Cuando uno duplica la producción, los costos solo aumentan entre un 20 y un 30%. Esto es clave para mejorar los procesos y reducir el costo por cerdo procesado, potenciando la competitividad”, señala Fenoglio.
Con más de 240 empleados, el frigorífico es también un motor de generación de empleo local, con posibilidades de crecimiento si se activan más turnos. La planta no se concibe como un espacio cerrado; la idea es que funcione como una unidad de servicios abierta a la cadena porcina nacional, permitiendo que grandes productores y pequeñas industrias accedan a faena, congelado y envasado a través de un esquema de integración y sistema de fasón.
La ubicación estratégica en General Las Heras, a menos de 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, favorece la logística y el acceso a los mercados nacionales e internacionales. Además, la planta cuenta con vestuarios, comedores y circuitos internos diferenciados por áreas de riesgo sanitario, así como accesos separados para animales y productos, una configuración esencial para cumplir con los protocolos de seguridad e higiene que exigen los mercados más exigentes.
Fenoglio enfatiza que la planta fue construida para cumplir desde el primer día con las normativas y protocolos internacionales más rigurosos, evitando quedar limitados a mercados locales. Actualmente, en Argentina existen unas 140 plantas de faena porcina, pero sólo cerca de diez cuentan con habilitación para exportar, lo que posiciona a esta nueva planta en un lugar privilegiado para aprovechar oportunidades internacionales.
El cambio en los hábitos de consumo también juega un rol importante en la estrategia. La carne porcina fresca está ganando terreno frente a productos procesados como fiambres y embutidos. “Antes lo que importaba era el sabor, hoy la presentación, el color y la textura son clave. El cerdo dejó de ser una rareza y compite de igual a igual con otras proteínas”, destaca Fenoglio.
Esta transformación exige mayores estándares de calidad, procesos eficientes y trazabilidad garantizada. “Ya no alcanza con producir; hay que hacerlo bien, cumpliendo con los estándares para poder vender en cualquier mercado del mundo”, agrega.
Sin embargo, la cadena porcina argentina enfrenta importantes desafíos estructurales. La presión fiscal elevada, la falta de incentivos específicos para habilitaciones exportadoras y la volatilidad macroeconómica dificultan la consolidación del sector. Además, a diferencia de la carne vacuna o el pollo, la carne porcina aún no cuenta con una estrategia integral de desarrollo en el país.
Uno de los principales obstáculos mencionados por Fenoglio es el esquema impositivo. El saldo técnico de IVA, que queda “enterrado” debido a las diferencias de alícuotas, encarece los proyectos a gran escala. “Construimos con un IVA del 21% y vendemos con un 10,5%. Esta distorsión desalienta la inversión y no refleja las particularidades del sector porcino, que es mucho más intensivo en capital y estructura que otras carnes”, explica.
La planta, más que una mera reconstrucción tras el incendio, es una apuesta al futuro del sector. “Queremos que esta infraestructura sirva de base para que toda la cadena porcina crezca, con capacidad de adaptación y tecnología de punta”, afirma Fenoglio.
El ejecutivo también subraya que, si bien el consumo interno de carne porcina seguirá creciendo, la competencia de las importaciones se intensificará. “En ese contexto, exportar no es una opción, es una necesidad para sostener el crecimiento y la rentabilidad”, concluye.