Por Agroempresario.com
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha escalado su conflicto diplomático con Brasil al exigir que el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva modifique su postura política y cese los procesos judiciales contra Jair Bolsonaro. Este nuevo capítulo en la relación bilateral fue expresado a través de una carta oficial y publicaciones en la red social Truth Social, donde Trump reiteró su respaldo al exmandatario brasileño y advirtió sobre posibles aranceles punitivos que afectarían el comercio entre ambos países.
La tensión entre Estados Unidos y Brasil se ha visto agravada en las últimas semanas. Trump envió una carta a Lula en la que condiciona la continuidad de las relaciones comerciales a un “cambio de rumbo” en la política interna brasileña, especialmente en lo referente al tratamiento judicial que enfrenta Jair Bolsonaro. Este último está acusado de intentar un golpe de Estado tras perder las elecciones presidenciales de 2022.
“Este juicio debe terminar de inmediato”, enfatizó Trump en una publicación en Truth Social, donde expresó su preocupación por lo que considera un sistema judicial injusto contra Bolsonaro. A sus 79 años, Trump mantiene una posición firme y pública en defensa del exmandatario brasileño, mientras amenaza con implementar aranceles similares a los que aplicó en otros conflictos comerciales internacionales.
La carta enviada a Lula contiene una advertencia explícita sobre la posibilidad de aplicar aranceles de hasta el 50% sobre todas las exportaciones brasileñas a Estados Unidos. Esta medida se enmarca en la política proteccionista que Trump ha aplicado a diversos socios comerciales, con el fin de presionar cambios en sus gobiernos.
Funcionarios brasileños respondieron a estas amenazas con una carta dirigida a Howard Lutnick, secretario de Comercio estadounidense, y Jamieson Greer, representante comercial, en la que manifestaron su voluntad de mantener un diálogo constructivo para evitar la imposición de sanciones económicas. La presión de Trump ha reavivado un debate sobre el impacto del proteccionismo en las relaciones bilaterales.
Otro punto de fricción surge en el ámbito de la libertad de expresión. Trump criticó las decisiones del gobierno brasileño y de sus tribunales respecto al control de redes sociales, especialmente tras la orden de bloquear el acceso a Rumble, una plataforma de videos vinculada a grupos conservadores. Esta medida fue tomada después de que un usuario brasileño fuera acusado de difundir desinformación.
“Estoy muy preocupado por los ataques a la libertad de expresión en Brasil”, afirmó Trump, quien vincula estas acciones a un intento de censura política por parte del gobierno de Lula.
Trump describió a Bolsonaro como un “líder muy respetado y fuerte”, destacando que fue un mandatario que “sirvió bien a su país” y aseguró que no le sorprende verlo liderando encuestas en Brasil. A pesar de esta percepción, Bolsonaro permanece inhabilitado para ocupar cargos públicos tras decisiones de la justicia electoral que lo sancionaron por cuestionar sin pruebas el sistema de votación.
Por su parte, Lula da Silva se mantiene firme en su intención de buscar la reelección en 2026 y calificó las advertencias de Trump como un “chantaje basado en informaciones falsas”. En declaraciones públicas y entrevistas con medios como CNN, Lula afirmó que Estados Unidos no puede pretender imponer su voluntad sobre Brasil.
La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, se pronunció sobre las declaraciones de Trump aclarando que “el presidente no busca ser el emperador del mundo, sino que actúa como un líder fuerte para Estados Unidos y el mundo libre”.
Mientras tanto, en Brasil, Lula ha hecho un llamado a la unidad nacional y a la defensa de la soberanía frente a lo que considera una injerencia extranjera. Este discurso ha fortalecido su imagen ante sectores que ven en la presión estadounidense una amenaza para las instituciones brasileñas.
La controversia ha repercutido no solo en el plano diplomático sino también en la política interna brasileña. La figura de Lula parece fortalecida ante una parte del electorado que rechaza la presión externa, mientras Bolsonaro mantiene su base de apoyo en la oposición conservadora, a pesar de las limitaciones legales.
Desde el punto de vista económico, la amenaza de aranceles eleva la incertidumbre para el comercio bilateral, que es significativo para ambos países. Brasil exporta a Estados Unidos productos agrícolas, minerales y manufacturados, por lo que un aumento arancelario podría afectar severamente sectores productivos clave.
Los analistas políticos y económicos anticipan que la evolución de este conflicto dependerá en gran medida del proceso judicial a Bolsonaro y de las negociaciones diplomáticas entre ambos gobiernos. La disposición al diálogo manifestada por Brasil apunta a buscar una salida que evite un enfrentamiento comercial.
Además, la campaña electoral brasileña de 2026 podría verse influida por estos hechos, que ponen en el centro del debate la relación con Estados Unidos y la defensa de la soberanía nacional.