Por Agroempresario.com
En una coyuntura económica marcada por la tensión cambiaria, el Gobierno argentino apuesta a una estrategia combinada de restricción monetaria y tasas reales positivas para controlar el avance del tipo de cambio, en especial en un contexto donde el dólar oficial ha escalado un 10% en apenas dos semanas. El equipo económico liderado por Luis Caputo considera que estas herramientas serán suficientes para frenar las presiones sobre el mercado cambiario, aún cuando analistas y operadores comienzan a mirar con preocupación el ritmo de la devaluación.
La reciente suba del dólar no solo generó alerta entre los inversores y el público en general, sino que también reavivó el debate sobre el riesgo de traslado a precios. Si el tipo de cambio supera la barrera psicológica de los $1.300, la posibilidad de que la inflación mensual vuelva a superar el 2% es cada vez más concreta. Para evitarlo, el Banco Central (BCRA) y el Tesoro Nacional han comenzado a trabajar en una estrategia de coordinación que contempla absorber pesos del mercado, mantener tasas atractivas para instrumentos en moneda local y continuar fortaleciendo las reservas.
Desde fines de junio, la cotización del dólar minorista aumentó de $1.260 a $1.280, mientras que el mayorista cerró en $1.264. Si bien estos valores aún se encuentran por debajo del dólar libre de un año atrás, el mercado observa con atención la velocidad del ajuste y el hecho de que la divisa ya superó la mitad de la banda cambiaria, acercándose peligrosamente a su techo de $1.450.
Este escenario se da en un contexto particular: por un lado, las cerealeras están acelerando la liquidación de divisas para aprovechar el régimen transitorio de menores retenciones que vence el 21 de julio; por otro lado, los inversores perciben que la escasez de dólares será un factor estructural en lo que resta del tercer trimestre y ya comenzaron a cubrirse.
A ello se suma el comportamiento del público. Según datos del BCRA, en mayo se registraron compras netas de divisas por unos USD 2.000 millones, un nivel que se mantiene sostenido. La última suba del dólar podría empujar aún más la demanda minorista, en un contexto de elevada incertidumbre y expectativas de inflación crecientes.
Pese a la volatilidad cambiaria, varias Alycs (Agentes de Liquidación y Compensación) recomiendan a sus clientes retomar estrategias de carry trade, apostando a las tasas reales positivas. Un informe reciente de IEB (Invertir en Bolsa) sostiene que los actuales niveles del tipo de cambio ofrecen una oportunidad atractiva para pasarse de dólares a pesos y aprovechar rendimientos cercanos al 3% mensual en instrumentos como bonos en pesos o plazos fijos ajustables.
“Si bien las presiones sobre el dólar son innegables, encontramos argumentos para afirmar que un exceso de demanda sobre el tipo de cambio podría derivar en una ventana favorable para estrategias de carry”, indica el informe de IEB. Su modelo interno sugiere que el valor de equilibrio para el contado con liquidación (CCL) se ubicaría alrededor de los $1.229, por debajo de los valores actuales.
En ese sentido, el desarme de posiciones en pesos que realizó JP Morgan hace diez días, si bien generó un sacudón en el mercado, hoy podría estar perdiendo fuerza ante una dinámica que vuelve a favorecer el retorno a activos en moneda local.
Otro factor que explica el actual comportamiento del tipo de cambio es la acción directa del Tesoro, que ha mantenido una estrategia agresiva de compras de dólares. El pasado 3 de julio, por ejemplo, se habrían adquirido unos USD 200 millones, lo que revela una voluntad del Gobierno por seguir acumulando reservas a pesar de las presiones sobre el mercado.
Además, se combinan elementos estacionales y políticos que acentúan la volatilidad: la reducción de pesos en la economía tras el pago del medio aguinaldo, la menor oferta de divisas del sector agroindustrial prevista para fin de mes, y la típica dolarización previa a los procesos electorales. En este caso, el primer test será el 7 de septiembre con los comicios en la provincia de Buenos Aires, una fecha clave que podría influir en las expectativas del mercado.
En el equipo económico entienden que el principal riesgo actual no es la devaluación en sí, sino el efecto inflacionario que esta pueda generar. Si el dólar se estabiliza en torno a $1.300, la preocupación se atenúa; pero si continúa su escalada, el riesgo de un traslado más fuerte a los precios se convierte en una amenaza real para la estabilidad del programa.
Para evitarlo, el BCRA se comprometió a intervenir en el mercado de futuros si fuera necesario, aunque por ahora esa herramienta no logró contener del todo la expectativa de devaluación. En paralelo, se evalúa una suba de tasas de interés y nuevas medidas para absorber liquidez.
El gran objetivo es mantener el tipo de cambio dentro de los márgenes tolerables y evitar un nuevo salto inflacionario justo antes de las elecciones. El pago de intereses y capital de bonos en dólares que se realizará en las próximas horas podría reducir las reservas por debajo de los USD 40.000 millones, pero en el Gobierno aseguran que esa dinámica ya está contemplada dentro del programa financiero.
Aun cuando la suba reciente del tipo de cambio no representa aún una amenaza sistémica, el mercado observa con lupa cada movimiento. La pregunta que domina el escenario es si el Gobierno logrará frenar la suba con las herramientas actuales o si será necesario ajustar el plan.
Por ahora, el mensaje oficial es claro: superávit fiscal, control monetario, tasas positivas y acumulación de reservas son los pilares para evitar una crisis cambiaria. Pero con un escenario externo frágil y tensiones internas en aumento, el margen de maniobra es cada vez más acotado.