Por Agroempresario.com
La situación actual del sector agropecuario argentino es compleja, afectada por precios internacionales poco favorables, elevada presión tributaria y costos crecientes. Este contexto pone en riesgo la rentabilidad y la capacidad de inversión en el campo, generando preocupación en productores y expertos.
El precio recibido por los productores agrícolas en pesos constantes está entre los peores registros en años recientes, reflejando un poder adquisitivo muy limitado frente a una canasta de bienes de la economía nacional. Esta realidad impacta directamente en la rentabilidad y en la viabilidad del negocio agrícola.
A nivel global, los productores agrícolas enfrentan complicaciones debido a los precios bajos de los commodities. En Argentina, esta situación se agrava por una elevada presión tributaria, particularmente las retenciones a las exportaciones. Estas retenciones, que gravan ingresos y no ganancias, distorsionan el incentivo a invertir y castigan especialmente a las zonas más alejadas de los puertos, limitando el desarrollo del interior productivo.
El economista Gabriel Caamaño señala que el precio real efectivo para la soja local ha caído a niveles no vistos desde 2018, ubicándose entre USD 170 y 188 tras el último ajuste del dólar, lejos de los máximos históricos de 2008 y 2022, que superaron los USD 400.
El trabajo de CREA resalta que en 2023 los productores transfirieron al Estado más de USD 6.300 millones, una cifra que mantiene la tendencia de casi un siglo de medidas que desincentivan la producción agropecuaria argentina. Mientras otros países de América apoyan activamente el agro, Argentina carga con un régimen que dificulta su competitividad.
Además de los precios bajos, los costos logísticos y de insumos han crecido considerablemente, afectando la rentabilidad. La inflación global y la eliminación del impuesto PAIS en Argentina han llevado a que los insumos agrícolas se alineen con sus valores internacionales, incrementando el gasto en moneda dura. Esto se traduce en una estructura de costos que, asumidos rendimientos normales, pone en jaque la sustentabilidad del negocio.
Los costos logísticos reflejan esta problemática. Según CREA, para cubrir el costo de un flete de 350 km se requiere un 45% más de soja comparado con el promedio de los últimos cinco años, aun con infraestructura deficiente.
El Radar Agrícola CREA proyecta que el 64% de las áreas sembradas con trigo y soja de segunda cosecha tendrán resultados operativos negativos en la próxima campaña, considerando rendimientos promedio. Esto implica que solo un 23% de los cultivos obtendrán resultados operativos neutros o positivos, lo que es una señal preocupante para el sector.
Entre los cultivos, la soja es el más perjudicado por las retenciones, lo que ya anticipa una reducción en la superficie sembrada. La presión tributaria sobre este producto, combinada con precios internacionales deprimidos y altos costos, puede provocar un replanteo productivo, con impactos en toda la cadena agroindustrial.
Para revertir esta situación, CREA y expertos coinciden en la urgencia de profundizar reformas microeconómicas, regulatorias e impositivas que mejoren la competitividad. La eliminación o reducción de los derechos de exportación aparece como un punto clave para revitalizar la inversión y la producción.
Según el análisis del International Institute for Management Development (IMD), Argentina ocupa el puesto 64 en competitividad sistémica, lo que refleja un entorno aún con desafíos macroeconómicos importantes, pese a avances recientes.
El Gobierno ha apostado a un tipo de cambio anclado junto con ajustes fiscales para bajar la inflación, y controla la flotación del dólar a través de bandas cambiarias y mercados de futuros. Si bien esto ha reducido la inflación, la presión tributaria sobre el agro y las limitaciones estructurales siguen limitando la competitividad.
En paralelo, la situación del comercio exterior del sector ganadero enfrenta tensiones internacionales, principalmente por las recientes tarifas arancelarias impuestas por Estados Unidos a Brasil, que amenazan las exportaciones brasileñas de carne vacuna al principal mercado mundial.
Las medidas de represalia y sanciones han generado la suspensión temporal de producción en frigoríficos de Mato Grosso do Sul y Goiás, con consecuencias para los precios y la logística regional. Argentina podría beneficiarse si logra negociar concesiones que la eximan de estas tarifas, mejorando su posición competitiva en Estados Unidos frente a Brasil.
Gabriel Caamaño (economista), técnicos de CREA, y representantes de la Cámara de Comercio Americana para Brasil (Amcham Brasil) coinciden en que la situación actual requiere diálogo y reformas para evitar daños económicos mayores y preservar las relaciones comerciales. Desde Uruguay, el Monitor Ganadero advierte sobre riesgos de desvío comercial que podrían afectar mercados regionales.