Por Agroempresario.com
A menos de dos meses de las elecciones provinciales del 7 de septiembre, el peronismo bonaerense inició una nueva etapa de campaña centrada en el interior de la provincia, con un objetivo claro: consolidar su estructura en los distritos cabecera de las principales secciones electorales donde hoy no es gobierno. Con Axel Kicillof como principal figura de la campaña, la alianza Fuerza Patria busca reforzar su presencia y competitividad en municipios estratégicos para el reparto de bancas legislativas.
La estrategia responde a una lectura clara del mapa político y electoral: aunque la Primera y Tercera sección electoral concentran la mayoría del electorado peronista, la batalla decisiva también se librará en el interior, donde fuerzas como La Libertad Avanza (LLA) y alianzas con el PRO dominan varias intendencias.
En ese marco, el oficialismo bonaerense apunta sus esfuerzos a cinco distritos clave: Junín, Mar del Plata, San Nicolás, Tandil y Chivilcoy. En todos ellos, el peronismo está en desventaja o en paridad, pero representan porcentajes significativos del padrón de sus respectivas secciones. La decisión: llevar la figura del gobernador al terreno, junto a candidatas y candidatos locales, evitando actos masivos y priorizando recorridas, inauguraciones y gestión concreta.
Uno de los escenarios más desafiantes es la Quinta sección electoral, donde el municipio de General Pueyrredón (Mar del Plata) concentra el 44% del padrón. Allí, la candidata de Fuerza Patria al Senado provincial es Fernanda Raverta, ex titular de ANSES y dirigente de La Cámpora. El distrito no solo tiene peso numérico, sino también simbólico: su intendente, Guillermo Montenegro, es referente de Juntos por el Cambio y ahora encabeza la lista de LLA para la legislatura bonaerense.
Montenegro, en declaraciones recientes, dejó claro su objetivo político: “Hay que sacar al kirchnerismo de la provincia”. A su vez, Raverta contraatacó afirmando que “Montenegro es un intendente testimonial desde hace seis años”, marcando así el tono de la disputa local.
En este contexto, el peronismo busca revalidar al menos dos bancas provinciales en juego por la sección. La situación se torna aún más competitiva considerando que Tandil, con casi el 10% del padrón, también es gobernada por un radical, Miguel Lunghi, de larga trayectoria, que respalda a la oposición en esta elección.
En la Segunda sección electoral, el foco está puesto en San Nicolás, que concentra cerca del 20% del electorado de la región. El distrito sufrió una ruptura interna dentro del armado opositor: los hermanos Manuel y Santiago Passaglia se alejaron del PRO y fundaron su espacio regional “Hechos”, sumando además al intendente de Pergamino, Javier Martínez.
Este quiebre dentro del PRO podría beneficiar al oficialismo, que lleva como cabeza de lista al intendente de Exaltación de la Cruz, Diego Nanni, y como segunda candidata a Evelyn Flores, referente de La Cámpora y funcionaria del Ministerio de Mujeres bonaerense. La elección en esta sección definirá 11 bancas provinciales y se anticipa como una de las más ajustadas del ciclo electoral.
La lista de LLA, en tanto, será encabezada por Natalia Blanco, presidenta del Concejo Deliberante de Zárate, alineada con Cristian Ritondo y el intendente local Marcelo Matzkin, dos nombres claves en el armado entre PRO y los libertarios.
La Cuarta sección electoral representa un caso particular dentro del esquema provincial. Aunque su peso electoral es menor —con poco más de 540.000 votantes—, está sobrerrepresentada legislativamente y definirá siete senadores.
El peronismo no gobierna en Junín ni en Chivilcoy, las dos ciudades con más peso en la sección. En Junín, que representa el 15,3% del electorado local, el intendente Pablo Petrecca es el primer candidato de la oposición, mientras que en Chivilcoy, Guillermo Britos ocupa el tercer lugar de esa misma boleta.
Del otro lado, Fuerza Patria apuesta a una lista encabezada por Diego Videla, con la massista Valeria Arata, ex candidata a intendenta de Junín, en segundo lugar. Esta combinación busca ampliar el espectro peronista tradicional sumando fuerzas renovadoras.
La disputa se vuelve aún más compleja por la lista de LLA, encabezada por Gonzalo Cabezas, hombre de confianza de Sebastián Pareja, uno de los armadores de Javier Milei en la provincia, y con Matías Ranzini —actual diputado PRO— en el tercer lugar.
El recorrido de Kicillof en el interior bonaerense también lo llevó a Chacabuco y General Pinto, dos municipios donde el oficialismo gobierna y donde el Frente Renovador tiene una fuerte presencia. En Chacabuco, el intendente Darío Golía recibió al gobernador para recorrer obras y reforzar la campaña en clave local. En General Pinto, lo propio hizo Freddy Zavatarelli, también del espacio massista.
La elección en esta sección es crítica no solo por las bancas en juego, sino porque servirá para medir la capacidad de retención de territorios propios frente al avance de estructuras libertarias y la atomización del PRO.
El gobernador bonaerense encabeza personalmente la campaña de Fuerza Patria, con una estrategia alejada de los actos tradicionales. Las recorridas, entregas de patrulleros, ambulancias, inauguraciones y visitas a obras públicas serán el eje de visibilidad territorial. La foto de Kicillof con los intendentes y los primeros candidatos seccionales busca reforzar la unidad del espacio peronista, especialmente en un contexto donde conviven La Cámpora, el Movimiento Derecho al Futuro (MDF) y sectores del massismo con tensiones latentes.
Un ejemplo claro fue la presencia conjunta de Fernanda Raverta y referentes del MDF como Sebastián Iannantuony, intendente de General Alvarado, en la Quinta sección electoral. Las imágenes de unidad entre estos espacios resultan estratégicas para enfrentar la dispersión opositora.
El peronismo bonaerense entendió que la clave electoral no solo reside en el conurbano. La distribución de bancas legislativas, la importancia de las ciudades cabeceras y la reconfiguración de alianzas opositoras en el interior convirtieron a Junín, Mar del Plata, San Nicolás, Tandil y Chivilcoy en territorios de batalla decisiva.
La campaña territorializada que impulsa Kicillof responde a esa lógica: evitar la exposición de actos masivos, apostar por la gestión y reforzar la identificación del electorado con los resultados visibles. En un escenario de fragmentación opositora y tensiones internas, la cohesión territorial del oficialismo puede ser un factor determinante para el resultado final.