Por Agroempresario.com
La tensión sobre el mercado cambiario vuelve a ocupar el centro de la escena económica. Con un dólar mayorista que alcanzó los $1.325 y un techo de banda estipulado en torno a los $1.450, la pregunta que domina en las mesas de dinero y entre los inversores es clara: ¿puede el dólar oficial tocar ese límite antes de las elecciones presidenciales?
En las últimas jornadas de julio, la presión sobre el tipo de cambio se intensificó, con una fuerte pulseada entre los inversores y el Banco Central de la República Argentina (BCRA), especialmente en torno al vencimiento de los contratos de dólar futuro. El dólar mayorista cerró el mes al borde de los $1.315, lo que implicó para el BCRA una pérdida al tener que pagar a quienes habían comprado cobertura a un precio inferior semanas atrás.
Desde el Gobierno se insiste en que el control del tipo de cambio es una prioridad. Para eso, se apeló a una de las herramientas tradicionales del manual económico: la suba de la tasa de interés. Las Letras Capitalizables (Lecap) licitadas por el Tesoro ofrecen tasas superiores al 60% anual en pesos, lo que implica una tasa real estimada de más de 40 puntos si se considera una inflación del 20% para los próximos doce meses. Esta situación genera un contexto de tasas excepcionalmente atractivas, que busca persuadir a los inversores de permanecer en pesos y evitar una dolarización de carteras.
No obstante, el impacto de estas medidas aún no es suficiente para disipar la incertidumbre. Si bien la inflación continúa relativamente controlada —el Gobierno espera un 1,6% para julio—, el avance del dólar empieza a generar temor por un posible traslado a precios.
La banda cambiaria acordada con el Fondo Monetario Internacional (FMI) permite una flotación del tipo de cambio con un límite superior que se actualiza al 1% mensual. En agosto, ese techo rondará los $1.450. Actualmente, el dólar oficial se encuentra apenas un 9% por debajo de ese nivel, lo que abre un margen relativamente estrecho para la especulación.
El FMI, por su parte, busca transmitir tranquilidad. En su último informe, el organismo destacó que el tipo de cambio flota “en el medio de las bandas definidas”, algo que interpreta como una señal de estabilidad. Sin embargo, el mercado lo ve de otra forma: el dólar está mucho más cerca del techo que del piso —este último ubicado en $970—, y con una economía tan volátil, esos márgenes pierden solidez rápidamente.
Lo electoral también juega su parte. El calendario político genera una alta demanda de cobertura en moneda dura. Los agentes económicos prefieren dolarizarse ante posibles cambios de rumbo y riesgos institucionales. Al mismo tiempo, los exportadores —en especial del complejo sojero— ya liquidaron gran parte de su producción, motivados por la baja transitoria en las retenciones, lo que limita la oferta de divisas.
En este contexto, la autoridad monetaria cuenta con pocos instrumentos. Si el tipo de cambio llegara a acercarse peligrosamente al techo de la banda, el Gobierno tiene previsto intervenir vendiendo reservas. De hecho, esa estrategia ya fue anticipada y forma parte del compromiso asumido con el FMI. La incógnita, sin embargo, es si habrá suficiente poder de fuego para sostener el valor sin comprometer las reservas netas, que continúan siendo limitadas.
Una suba adicional del tipo de cambio podría reactivar presiones inflacionarias. Hasta ahora, el incremento del dólar no tuvo un correlato significativo en los precios al consumidor. Pero eso podría cambiar rápidamente si se produce una nueva escalada. En particular, se teme que la suba se filtre a los productos importados, combustibles y alimentos, rubros sensibles para el bolsillo y que impactan directamente en los niveles de pobreza y malestar social.
En un escenario donde la inflación logró bajar de dos dígitos mensuales —algo impensado meses atrás—, perder esa tendencia sería un golpe severo para la narrativa económica oficial y para las expectativas del electorado.
El Tesoro realizó compras de dólares por alrededor de USD 1.000 millones cuando el tipo de cambio estaba cerca del piso de la banda. Pero ahora, con el dólar casi tocando el techo, la lógica debería invertirse. Salir a vender para evitar que se rompa el esquema acordado con el FMI parece inevitable, aunque eso implique sacrificar parte del stock de divisas acumuladas.
Las expectativas del mercado se mantienen divididas. Algunos creen que el Gobierno logrará evitar que el dólar oficial cruce la barrera psicológica de los $1.450, mientras que otros consideran que el techo de la banda es cada vez más un objetivo que un límite.
En definitiva, si bien aún es prematuro afirmar que el dólar oficial tocará el techo de la banda antes de las elecciones, no se puede descartar ese escenario. La combinación de presión política, cobertura electoral, escasa oferta de divisas y expectativas negativas conforma un caldo de cultivo para nuevos sobresaltos.
El Gobierno apuesta a tasas elevadas y a señales de estabilidad, pero el éxito de esa estrategia dependerá, en última instancia, de la confianza del mercado. Y en Argentina, la confianza es un recurso tan valioso como escaso.