Por Agroempresario.com
La cerveza, una de las bebidas alcohólicas más antiguas y populares a nivel mundial, sigue conquistando paladares y adaptándose a los cambios sociales, culturales y de consumo. Desde la selección de sus ingredientes básicos hasta la incorporación de tendencias como las cervezas sin alcohol, esta bebida mantiene su lugar privilegiado gracias a su diversidad y capacidad de innovación.
María Sol Cravello, licenciada en Tecnología de Alimentos y sommelier especializada en cerveza, explica en detalle cómo la combinación de elementos esenciales y el proceso de elaboración definen el sabor y la experiencia cervecera. En diálogo con Agroempresario.com, detalla los secretos detrás de la cerveza y los cambios que están moldeando su futuro.
El sabor y la calidad de la cerveza dependen fundamentalmente de cuatro ingredientes: agua, malta, lúpulo y levadura. La cebada, base para la malta, se somete a un proceso de remojo, germinación y secado, y el nivel de tostado de la malta es el que determina el color final, que puede ir desde variedades claras hasta oscuras, robustas y complejas.
“El lúpulo no solo aporta amargor, sino también aromas y matices que enriquecen la bebida,” señala Cravello. La levadura, por su parte, es responsable de la fermentación: convierte los azúcares en alcohol y genera compuestos que aportan a los perfiles sensoriales. La proporción y calidad de cada ingrediente permiten una enorme diversidad de estilos y sabores.
La cerveza no es solo agua, malta, lúpulo y levadura. Los maestros cerveceros incorporan cada vez más ingredientes no convencionales para crear cervezas únicas y variadas. “Es impresionante la cantidad de cervezas con frutas, especias, flores, cacao o coco tostado que existen,” explica la sommelier.
Un ejemplo claro es la India Pale Ale (IPA), famosa por su intensidad lupulada y notas que pueden ir desde el maracuyá hasta el mango y el durazno. La IPA, nacida de la revolución artesanal, ya cuenta con más de 20 subestilos y sigue creciendo en popularidad.
También hay cervezas con cáscara de naranja o maracuyá que ofrecen frescura y exotismo. Esta flexibilidad demuestra la capacidad de la cerveza para reinventarse y ajustarse a las preferencias de cada generación.
Después del pico de la cerveza artesanal en 2017, los consumidores comenzaron a mostrar preferencia por estilos más tradicionales y fáciles de beber, especialmente las cervezas lager, conocidas por su perfil ligero, equilibrado y refrescante.
“Estamos volviendo a lo que ya conocemos,” afirma Cravello. Estas cervezas clásicas son ideales para encuentros sociales y reuniones informales, donde la accesibilidad y la frescura son valoradas.
Esta transición no significa un fin para la innovación, sino una integración entre tradición y modernidad que mantiene viva la cultura cervecera.
El servicio correcto de la cerveza es clave para disfrutar plenamente su sabor y aroma. Cravello recomienda servir la mayoría de los estilos con aproximadamente dos dedos de espuma, ya que esta actúa como un sello que protege a la cerveza, ayuda a liberar gases y concentra los aromas.
La elección del vaso también tiene un impacto directo: diferentes formas favorecen la retención de espuma y la percepción de los aromas. En Argentina, la costumbre es beber la cerveza bien fría, mientras que en Europa se disfrutan algunas variedades a temperaturas templadas para resaltar sus matices más complejos.
La cerveza no es solo la compañera clásica de picadas y pizzas. María Sol Cravello destaca que el maridaje con platos como carnes asadas, quesos azules o comidas gourmet amplía la experiencia gastronómica.
“Una cerveza ámbar con asado, o una IPA aromática con queso azul, son combinaciones excepcionales que sorprenden al paladar,” asegura. El maní con cáscara es un acompañante tradicional, aunque la experta lo llama una “trampa linda” en maridajes, invitando a explorar más allá de lo convencional.
Una tendencia creciente es el auge de las cervezas sin alcohol, que ofrecen a los consumidores, especialmente a los jóvenes, la posibilidad de disfrutar del sabor de la cerveza sin los efectos del alcohol.
La tecnología permite eliminar el alcohol manteniendo aromas y sabores intactos. “El alcohol se elimina, pero queda todo el sabor y aroma característico,” explica Cravello. Este tipo de producto impulsa un consumo más consciente y moderado, adaptándose a estilos de vida más saludables.
La historia y la cultura de la cerveza están ligadas a las costumbres de cada región. En Sudamérica, es común consumirla muy fría, mientras que en países europeos se apuesta por temperaturas que permiten apreciar mejor la complejidad de la bebida.
María Sol Cravello subraya que la cerveza sigue siendo una bebida social, que acompaña celebraciones y encuentros cotidianos, y que gracias a su diversidad y capacidad de adaptación, seguirá vigente en el futuro.
La cerveza continúa siendo un campo fértil para la innovación, desde la experimentación con ingredientes hasta la ampliación de estilos y formatos. La incorporación de cervezas sin alcohol, la exploración de sabores con ingredientes autóctonos y el desarrollo de procesos sostenibles son solo algunas de las tendencias que moldean el futuro del sector.
Cravello concluye: “La cerveza evoluciona junto a las nuevas generaciones, que buscan calidad, variedad y opciones para todos los gustos y estilos de vida.”