Por Agroempresario.com
En el corazón productivo de Entre Ríos, un proyecto integral está transformando la Cuenca del Arroyo Gómez mediante la implementación de terrazas de evacuación, canales colectores y un abordaje territorial sistémico. La propuesta apunta a reducir la erosión hídrica, recuperar infraestructura vial rural y sostener la capacidad productiva a largo plazo.
El plan se desarrolla en una zona de 7.679 hectáreas entre Libertador San Martín y General Racedo, dentro del departamento Diamante. Esta región presenta suelos con baja infiltración, fuertes pendientes y lluvias intensas que favorecen la pérdida de recursos.
La iniciativa es coordinada por el INTA Entre Ríos y cuenta con la participación de productores, técnicos, gobiernos locales e instituciones del sector agropecuario. El ingeniero agrónomo Jorge Gvozdenovich, referente del INTA y coordinador técnico del proyecto, afirma que “implementar un plan de sistematización a nivel de cuenca tiene alto impacto, ya que logra reducir la pérdida de suelo de 17 a 4,6 toneladas por hectárea por año”.
El diseño de las obras se basa en un detallado relevamiento topográfico que incluye mapas de suelos, curvas de nivel con equidistancia de 0,5 metros y una subdivisión en subcuencas. Este enfoque permite adaptar la infraestructura a las características específicas del terreno, maximizando su efectividad.
Además de conservar suelo, las obras permiten evitar pérdidas significativas de cultivos. “Gracias a estas prácticas, se estima que se protegen anualmente 2.219 toneladas de maíz, 482 de trigo y 381 de soja”, explica Gvozdenovich. Este impacto se traduce en una mejora de la eficiencia hídrica, menor escurrimiento superficial y un uso más racional del agua.
Actualmente, más del 54 % de la cuenca no cuenta con prácticas de sistematización, lo que genera pérdidas superiores a 15 toneladas de suelo por hectárea por año, superando ampliamente el umbral tolerable. Con este plan, se espera reducir esas pérdidas en un 73 %, lo que contribuye directamente al sostenimiento del ecosistema productivo.
Uno de los puntos fuertes del proyecto es su efecto positivo en la red vial rural. “Al reducir el escurrimiento desde los campos, se evita la saturación de alcantarillas y se disminuyen los daños sobre caminos y banquinas”, señala Gvozdenovich. Esta mejora incide directamente en la logística productiva, disminuyendo costos de mantenimiento y facilitando el acceso a los campos.
La ejecución de la obra comenzó en 2024 y se prevé su finalización en julio de 2025. Para entonces, se habrán construido más de 2.800 kilómetros de terrazas y 570 kilómetros de canales colectores. Este esfuerzo no solo es técnico, sino también comunitario: “Ya no se trata de resolver problemas campo por campo, sino de pensar el manejo del agua con una mirada sistémica, a escala de cuenca y con compromiso colectivo”, concluye el especialista.
El caso de la Cuenca del Arroyo Gómez representa un modelo de intervención sustentable que podría ser replicado en otras zonas del país con condiciones similares. Su abordaje integral, basado en la ciencia aplicada y en la participación territorial, marca un precedente en la gestión del recurso suelo y del agua en la Argentina agroindustrial.