Por Agroempresario.com
El mundo del vino tiene momentos que marcan para siempre su historia. Uno de esos hitos fue el encuentro casual en Nueva York, a fines de los años 90, entre dos figuras legendarias: el barón Eric de Rothschild, dueño del mítico Château Lafite-Rothschild de Burdeos, y Nicolás Catena Zapata, referente indiscutido de la vitivinicultura argentina. Esa conversación en la gala anual de la revista Wine Spectator fue el inicio de una sociedad que hoy, tras 25 cosechas, es un símbolo del vino argentino de alta gama: Bodegas Caro.
Ubicada en Mendoza, Caro es fruto de la unión entre dos mundos —el viejo y el nuevo— que supieron integrar lo mejor de ambos terroirs y tradiciones. La bodega, fundada en el año 2000, hoy es dirigida por la nueva generación de ambas familias: Saskia de Rothschild y Laura Catena, quienes continúan con el legado apostando a la innovación y la sustentabilidad.
Nicolás Catena Zapata recuerda que fue en una gala de Wine Spectator en Nueva York donde conoció al barón Eric de Rothschild. “Yo estaba con mi hija Laura, que habla muy bien francés, y charlando con el Barón descubrimos que estaba muy interesado en Argentina”, relata. Este interés mutuo los llevó a un proyecto conjunto que tuvo como primera cosecha el año 2000.
La alianza unió la experiencia y prestigio de Château Lafite-Rothschild, el más emblemático de los vinos de Burdeos, con la pasión y el conocimiento profundo del terroir argentino que caracterizan a la familia Catena.
El nombre “Caro” nace de la combinación de los apellidos Catena y Rothschild, pero también tiene un sentido especial en la anécdota contada por Nicolás: “El barón me contó que su mujer, que es italiana, lo llama ‘caro mío’ cuando quiere algo difícil. Ahí se terminó la discusión y pusimos Caro”.
El vino Caro es un blend de Malbec y Cabernet Sauvignon, dos varietales que representan a sus regiones de origen —Malbec por Argentina y Cabernet Sauvignon por Burdeos—, dando lugar a un corte que combina tradición y carácter único. Desde la primera cosecha, la fórmula se mantuvo, con ajustes en las proporciones según las condiciones de cada año.
La colaboración entre ambas familias también significó una revolución en la forma de entender el vino en Argentina. Mientras que Nicolás había adoptado previamente un estilo californiano, con énfasis en la enología y la química, el enfoque de Lafite-Rothschild enfatizaba la importancia del terroir: el microclima, la composición del suelo, y la ubicación exacta de los viñedos.
Nicolás comenta: “Ellos me enseñaron que el terroir es la clave, no solo el enólogo”. Esa filosofía llevó a un estudio más profundo de los viñedos de altura y de las parcelas, revolucionando la producción de vino en Mendoza y Argentina.
Una anécdota que ilustra esto ocurrió en Burdeos, donde el técnico de Lafite les mostró cómo una diferencia de apenas 20 metros en el viñedo puede cambiar radicalmente la calidad y el nombre del vino producido.
Hoy, Caro está bajo el liderazgo de Saskia de Rothschild y Laura Catena, quienes han dado un nuevo impulso al proyecto. Saskia, primera mujer en seis generaciones al mando de Domaines Barons de Rothschild-Lafite, ha impulsado la sustentabilidad ambiental en la bodega, que en 2023 se unió a la comunidad B Corp. La finca Désiré, en San Pablo, está diseñada para preservar bosques nativos y generar corredores de vegetación para la fauna autóctona.
Por su parte, Laura Catena ha profundizado el estudio del terroir con el Catena Institute of Wine, una institución que aborda científicamente las características del terruño mendocino y selecciona las mejores parcelas para elaborar vinos de alta calidad, reflejo fiel del espíritu bordelés y argentino.
La bodega funciona en un edificio histórico de 1884, situado en Mendoza, que conjuga tradición y tecnología. Sus vinos son exportados a mercados exigentes como Inglaterra, China y Estados Unidos, a través de una red consolidada que es sinónimo de prestigio y calidad en vinos de lujo.
La alianza entre Rothschild y Catena es, más que un negocio, una historia de pasión por el vino, innovación y respeto por el terroir, que sigue escribiéndose con el compromiso de una nueva generación, dispuesta a cuidar el legado y proyectarlo hacia el futuro.