Por Agroempresario.com
Cuando a comienzos de 2024 la adquisición de Figma por parte de Adobe quedó frustrada por los reguladores antimonopolio, pocos apostaban por el futuro independiente de esta startup. Sin embargo, el cofundador y CEO Dylan Field lideró un giro estratégico que no solo salvó a la empresa, sino que la catapultó a una valoración bursátil de casi US$ 20.000 millones. Hoy, Figma es una de las cinco ofertas públicas iniciales (IPO) tecnológicas más grandes de 2025, consolidándose como un referente en el sector del software de diseño colaborativo.
El equipo de Figma, con sede en San Francisco, recibió la noticia en enero de 2024: la compra de US$ 20.000 millones que Adobe venía negociando desde 2022 quedó bloqueada por las autoridades regulatorias de Estados Unidos, Reino Unido y Europa. La principal preocupación era que la operación podría eliminar competencia en el mercado de software de diseño, lo que motivó a los organismos antimonopolio a frenar la operación.
Para Adobe, que posee productos líderes como Photoshop, Premiere Pro e InDesign, la adquisición significaba un paso transformador. Sin embargo, los inversores de Adobe dudaron sobre el elevado precio, que representaba alrededor de 50 veces los ingresos anuales de Figma, estimados en US$ 400 millones en ese momento.
Dylan Field no se dejó abatir. Decidió bajar la valoración interna de la empresa a US$ 10.000 millones y lanzó un plan de retiro voluntario para los empleados con una indemnización equivalente a tres meses de sueldo. Solo un 4 % de los 1.300 trabajadores aceptaron irse, quedando un equipo motivado y comprometido con el nuevo rumbo de la compañía.
Con el objetivo de convertir a Figma en el “Google Docs del diseño”, Field impulsó un intenso proceso de innovación. El lanzamiento de una nueva herramienta para convertir diseños en código y la incorporación de funciones basadas en inteligencia artificial demostraron la capacidad de la empresa para competir con gigantes tecnológicos.
En 2024, Figma duplicó sus ingresos, alcanzando US$ 749 millones, y en el primer trimestre de 2025 reportó ventas por US$ 228,2 millones, un crecimiento del 46 % interanual. A pesar de las pérdidas por US$ 732 millones derivadas principalmente de concesiones accionarias para empleados, la confianza en la empresa seguía creciendo.
El resultado se materializó con la salida a bolsa (IPO) que permitió a Figma levantar US$ 1.200 millones, alcanzando una valoración que supera los US$ 19.000 millones. Dylan Field, de 33 años, pasó a tener un patrimonio estimado de US$ 1.800 millones y podría aumentar su fortuna si las acciones cuadruplican su valor.
La estructura accionaria tras la IPO mantiene un control férreo por parte de sus fundadores. Field y Evan Wallace, cofundadores de Figma, controlan el 99 % de las acciones Clase B, que otorgan 15 veces más poder de voto que las acciones Clase A, en manos de inversores externos. Esto asegura que la dirección estratégica de la empresa permanezca en sus manos, fortaleciendo su independencia y capacidad de decisión.
Wallace, quien dejó la empresa en 2021, posee acciones valoradas en US$ 900 millones y ha donado parte de su patrimonio a la Fundación Comunitaria Marin, dedicada a combatir la falta de vivienda.
La salida a bolsa de Figma fue un alivio para varias firmas de capital de riesgo, entre ellas Kleiner Perkins, Greylock e Index Ventures, que hoy tienen acciones valorizadas en cerca de US$ 6.000 millones. Danny Rimer de Index, un inversor clave desde las primeras rondas, fue fundamental para el crecimiento de la empresa desde sus inicios.
Además, el debut de Figma se da en un contexto de reactivación en el mercado tecnológico tras un período prolongado de sequía en IPOs. Otras compañías como Coreweave y Chime también están comenzando a salir a la Bolsa con valuaciones millonarias.
Aunque Figma ha logrado consolidarse, enfrenta nuevos desafíos. La revolución de la inteligencia artificial impulsa startups como Lovable, Replit y StackBlitz, que desarrollan herramientas que automatizan el diseño y la generación de prototipos, tradicionalmente dominados por Figma.
Este nuevo panorama obliga a Figma a continuar innovando para mantener su liderazgo, aprovechando su base instalada y su enfoque colaborativo, especialmente en un momento donde la demanda por soluciones de diseño flexibles y en la nube está en auge.
Dylan Field dejó la Universidad de Brown en 2012 para dedicarse a su startup junto a Evan Wallace. Tras explorar ideas que iban desde software para drones hasta generadores de memes, apostaron por la edición de diseño en la nube, inspirándose en Adobe Photoshop pero con un enfoque disruptivo.
Su perseverancia permitió que Figma lanzará su primera versión en 2015 y rápidamente se convirtiera en un éxito entre diseñadores y grandes empresas tecnológicas como Microsoft.