Por Agroempresario.com
El Ministerio de Economía decidió pausar, desde hace dos meses, la colocación de bonos en pesos con suscripción en dólares que formaban parte de su estrategia para reforzar las reservas internacionales. La medida responde a la fuerte suba en las tasas de interés generada tras el desarme fallido de las Letras Fiscales de Liquidez (Lefis), que el Gobierno no quiere convalidar en títulos de largo plazo como el Bonte 2030.
A fines de mayo, el secretario de Finanzas Pablo Quirno presentó un nuevo instrumento: un bono del Tesoro en pesos a tasa fija, suscribible solo con dólares aportados por fondos internacionales, con vencimiento en mayo de 2030 y la posibilidad de recompra anticipada en 2027. Este mecanismo fue bien recibido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y por el propio ministro de Economía Luis Caputo, que lo consideraban una señal de retorno a los mercados internacionales tras siete años de ausencia.
En su debut, el Bonte 2030 recaudó USD 1.000 millones a una tasa anual del 29,5%. En junio se realizó una segunda colocación por USD 500 millones a una tasa del 28,46%. Sin embargo, la creciente liquidez en pesos y la presión electoral impulsaron las tasas de mercado, generando un costo de financiamiento que el equipo económico consideró insostenible.
El fracaso del desarme de las Lefis liberó un volumen considerable de pesos, presionando las tasas al alza. Según fuentes oficiales, mantener la emisión del Bonte 2030 en este contexto habría implicado pagar intereses significativamente más altos durante cinco años, comprometiendo la sostenibilidad fiscal.
Consultoras privadas como Romano Group advirtieron que la renovación de deuda a tasas cercanas al 48% nominal anual en pesos representaba un costo elevado, muy por encima de las tasas previas. Econviews fue más irónica: “TMAP: tasas más altas en pesos”, en referencia al lema libertario Todo Marcha Acorde al Plan.
En la última revisión del acuerdo por USD 20.000 millones, el FMI destacó la rápida colocación de USD 1.500 millones en Bonte como un regreso a los mercados más veloz de lo previsto. Sin embargo, subrayó que se trataba de títulos bajo legislación local, lo que limita su atractivo internacional.
El organismo también expresó preocupación por el incumplimiento de metas de reservas. En junio, el objetivo era alcanzar USD -2.150 millones, pero el saldo fue de USD -5.650 millones, es decir, USD 3.500 millones por debajo de lo acordado. Esto llevó a flexibilizar la meta anual, que pasó de USD 3.150 millones positivos a USD -3.350 millones.
Ante la pausa en la colocación del Bonte 2030, el Gobierno adoptó otras medidas para sumar divisas:
Estas alternativas buscan compensar el menor ingreso por deuda en dólares, aunque el contexto sigue siendo desafiante con un riesgo país superior a 700 puntos básicos y alta volatilidad de tasas.
Analistas advierten que, si bien la pausa en la emisión de bonos en dólares evita convalidar tasas elevadas, también limita la capacidad de captar divisas frescas en el corto plazo. Esto obliga al Gobierno a apoyarse más en el financiamiento interno y en operaciones puntuales de ingreso de dólares.
El FMI insistió en que el Banco Central debe tener un papel más activo y previsible en la acumulación de reservas, evitando intervenciones erráticas que puedan generar incertidumbre en el mercado cambiario.
En este escenario, la política monetaria y fiscal enfrenta un delicado equilibrio: contener la inflación y estabilizar el dólar sin asfixiar la actividad económica ni comprometer la sostenibilidad de la deuda. La experiencia reciente con el Bonte 2030 es un recordatorio de que, en un contexto de alta volatilidad, las estrategias de financiamiento deben adaptarse rápidamente a las condiciones del mercado.