Por Agroempresario.com
El reconocido economista Ricardo Arriazu advirtió que la actividad económica en Argentina se encuentra estancada desde abril y que la prioridad del Gobierno es evitar que el tipo de cambio supere la banda superior establecida. Su análisis se centró en la dinámica del dólar, el impacto en precios, la defensa del superávit fiscal y los retos que enfrenta el país en un escenario de incertidumbre.
En un contexto marcado por la suba de más del 13% del tipo de cambio durante julio y el turbulento desarme de las LEFI, Arriazu sostuvo que la “prioridad número uno” del Gobierno es evitar una disparada del dólar.
Según el economista, el Ejecutivo parece haberse acomodado a un rango de cotización entre $1250 y $1320, utilizando herramientas como la política monetaria y la intervención en el mercado de futuros para mantener la estabilidad.
Arriazu explicó que la desconfianza sigue siendo un factor determinante en los mercados. A su juicio, el riesgo país debería ubicarse en torno a los 500 puntos básicos, pero la incertidumbre política y económica lo mantiene en niveles más altos.
“Mientras esa desconfianza subsista, las tasas de interés serán elevadas y la presión sobre el dólar seguirá siendo fuerte”, advirtió.
A pesar de la fuerte suba del dólar en julio, el especialista señaló que el traslado a precios fue menor de lo esperado. Esto se debe a que aún no está claro si el nivel actual del tipo de cambio será permanente o transitorio.
Además, influyen otras variables macroeconómicas, como la moderación del consumo en ciertos sectores y la desaceleración de la actividad industrial.
Arriazu presentó un análisis sectorial que muestra que desde abril la economía argentina está prácticamente detenida. Solo el sector de explotación de minas y canteras se encuentra en su punto máximo histórico. En contraste, actividades como la pesca (-58,2%), los servicios comunitarios y personales (-31,3%), hoteles y restaurantes (-26,3%) y la construcción (-25,7%) muestran retrocesos significativos.
Según sus cálculos, si todas las actividades alcanzaran sus máximos históricos, el PBI sería un 14% más alto en términos reales.
El economista también analizó el consumo privado, que presenta cifras positivas gracias a la compra de autos y bienes durables. Sin embargo, este dinamismo convive con caídas en otros rubros, lo que genera una “tremenda heterogeneidad” en la economía.
En medio de un escenario complicado, Arriazu identificó un punto positivo: la defensa del superávit fiscal por parte del Gobierno. Consideró que este compromiso con la disciplina presupuestaria es un activo que puede sostener la estabilidad y generar confianza, siempre que se mantenga frente a presiones políticas y sociales.
Mirando hacia el futuro, el especialista resaltó que las definiciones políticas que surjan de las elecciones legislativas serán claves para saber si el Gobierno podrá avanzar en las reformas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en particular la reforma impositiva y el Presupuesto 2026.
Asimismo, remarcó que la estabilidad cambiaria y el control del déficit serán determinantes para reducir la volatilidad y atraer inversiones.