Por Agroempresario.com
El impacto de la reciente suba de tasas de interés comenzó a sentirse en la economía real. Las consultoras privadas que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que mensualmente difunde el Banco Central de la República Argentina (BCRA), corrigieron a la baja sus proyecciones de crecimiento para el tercer trimestre, aunque aún sostienen un alza anual del 5% del Producto Bruto Interno (PBI) para 2025.
Los primeros datos de sectores clave como la industria automotriz y la construcción reflejan una contracción en julio, lo que refuerza las señales de alerta que desde hace semanas emiten cámaras empresarias como la Unión Industrial Argentina (UIA). La preocupación gira en torno al encarecimiento del financiamiento productivo, que puede poner en pausa el ritmo de recuperación económica iniciado a comienzos del año.
De acuerdo al REM, el segundo trimestre cerraría con un crecimiento del 0,8%, una mejora de 0,4 puntos porcentuales respecto a las estimaciones previas. Sin embargo, para el tercer trimestre la previsión bajó a 0,5%, lo que significa una corrección negativa de 0,3 puntos. El ajuste se debe, en gran parte, al endurecimiento de las condiciones financieras.
Tras el desarme de las Letras de Financiamiento (Lefi) y en un contexto de tensión cambiaria, las tasas de interés se elevaron sustancialmente. Según datos del BCRA al cierre de la primera semana de agosto, la tasa de adelantos en cuenta corriente para empresas alcanzó el 55,7% anual, casi 20 puntos más que el promedio de julio. Este salto encarece los créditos comerciales y afecta principalmente a las pequeñas y medianas empresas (pymes), las más vulnerables ante este escenario.
Los datos preliminares de julio comienzan a mostrar señales de alerta. La consultora Outlier indicó que la producción industrial se vio afectada por el alza de tasas y el desanclaje de expectativas cambiarias. Dos sectores clave dan cuenta del deterioro: la producción automotriz cayó 12,7% mensual desestacionalizado, acumulando una baja del 24% en dos meses. La comparación interanual muestra una retracción del 16,5%.
En tanto, los despachos de cemento -un buen indicador adelantado de la actividad de la construcción- bajaron 2,4% respecto a junio y 2,8% frente al mismo mes del año pasado. Estos datos se conocieron antes del informe oficial del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), que difundirá los datos de junio en los próximos días.
La consultora LCG, por su parte, elaboró un monitoreo del consumo energético, los niveles de molienda y la evolución de otros rubros industriales. Mientras que la refinación de petróleo (+13,3%), la molienda de oleaginosas (+5,2%) y la de cereales (+4,1%) mostraron datos positivos, sectores como la siderurgia (-11,7%), la carne aviar (-6,1%) y nuevamente la industria automotriz (-3,9%) continuaron en retroceso.
“La recuperación iniciada en abril es frágil y muestra cada vez mayor heterogeneidad”, sostienen desde la consultora. A pesar de este panorama, se proyecta un nuevo mes de crecimiento moderado en el sector fabril, impulsado por rubros exportadores y aquellos con acceso a financiamiento alternativo.
Desde Córdoba, la Fundación Mediterránea trazó un diagnóstico similar. El informe de la entidad proyectó que el segundo trimestre cerraría con un crecimiento del 1%, muy por debajo del 3,9% del primer trimestre. Aunque el nivel de actividad sigue siendo elevado en términos históricos –un 4,5% por encima del registrado en noviembre de 2023–, el impulso comienza a desacelerarse.
“La dinámica del segundo semestre estará marcada por desafíos como la caída del consumo, la volatilidad financiera y los efectos rezagados del ajuste fiscal”, sostienen. A eso se suman factores estacionales, como una menor actividad de la construcción privada y el menor dinamismo en el otorgamiento de créditos hipotecarios.
Frente a este escenario, la UIA expresó su preocupación a través de un comunicado en el que instó al gobierno y al BCRA a revisar la política monetaria. “Las tasas de interés deberían estabilizarse en niveles compatibles con la capacidad financiera de las empresas, especialmente de las pymes”, señalaron las autoridades de la entidad.
También alertaron sobre el freno que representa la contracción del crédito para la producción y el empleo. Sin líneas de financiamiento accesibles, muchas empresas pueden verse obligadas a postergar inversiones, reducir turnos o incluso aplicar suspensiones.
El BCRA se encuentra en una encrucijada. Por un lado, necesita contener la volatilidad cambiaria y anclar las expectativas de inflación; por el otro, debe evitar que el endurecimiento monetario frene la incipiente recuperación económica.
Por ahora, el objetivo de alcanzar un crecimiento del 5% del PBI en 2025 se mantiene. Pero los indicadores del tercer trimestre serán clave para confirmar esa meta o reconfigurarla. Si la suba de tasas continúa afectando a sectores estratégicos, el margen de corrección será cada vez más estrecho.
En paralelo, la política fiscal deberá acompañar con herramientas que amortigüen el efecto contractivo, como programas de estímulo para el crédito productivo o incentivos para las exportaciones. La inversión pública en infraestructura también puede ser un motor de contención ante una demanda interna debilitada.
El panorama económico argentino para el segundo semestre de 2025 se presenta más desafiante de lo previsto. La suba de tasas de interés, si bien necesaria para estabilizar el frente cambiario, está comenzando a mostrar efectos colaterales sobre la actividad. La desaceleración en sectores clave como la industria automotriz, la construcción y la siderurgia exige atención urgente.
El gobierno, el Banco Central y los sectores productivos deberán coordinar esfuerzos para evitar un nuevo ciclo de estancamiento. La clave estará en lograr un delicado equilibrio entre estabilidad macroeconómica y crecimiento sostenido. En ese desafío, el financiamiento accesible para las pymes y la preservación del empleo serán ejes ineludibles.