Por Agroempresario.com
El último reporte de oferta y demanda del USDA sorprendió a los mercados agrícolas globales, generando un impacto muy distinto sobre soja y maíz. Mientras la oleaginosa estadounidense recibió un alivio momentáneo por un recorte histórico en la superficie sembrada, el maíz quedó expuesto a una presión bajista sin precedentes debido a una cosecha estimada como descomunal.
Según el informe del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), la superficie sembrada de soja se reducirá en 980 mil hectáreas con respecto a las expectativas previas, lo que equivale a un descenso del 7 % interanual. Este recorte representa la mayor caída en décadas, excluyendo años de condiciones climáticas extremas o cambios de política. A pesar de un aumento en los rendimientos proyectados, el ajuste en la superficie fue mayor, dando un soporte inmediato a los precios del poroto que venían en caída por factores externos, como la extensión de la tregua comercial entre Estados Unidos y China.
La soja estadounidense había perdido terreno en Chicago luego de que Donald Trump prorrogara la tregua con China por 90 días, generando incertidumbre sobre el acuerdo comercial. Esta extensión puso en riesgo la ventana de ventas que comienza en octubre, tradicionalmente cubierta por las compras de soja de China, principal comprador global. La falta de avance en las negociaciones generó preocupación entre los traders, aunque el recorte en superficie sirvió de "oxígeno" para la oleaginosa.
China ha estado comprando soja sudamericana para cubrir parte de sus necesidades inmediatas, reduciendo la urgencia de adquirir soja estadounidense hasta octubre. Esta situación genera una expectativa de volatilidad para los precios de la soja en los próximos meses, dado que los compradores asiáticos podrían concentrarse en la oferta local antes de recurrir a la soja estadounidense.
Para los operadores, lo relevante no son los valores absolutos de producción, sino cómo los números se comparan con las expectativas del mercado. La sorpresa positiva del USDA para la soja permitió que los precios repuntaran momentáneamente, agregando USD 12 en dos sesiones, aunque posteriormente devolvieron parte de la ganancia, evidenciando la fragilidad del efecto. La demanda futura dependerá en gran medida de la evolución del diálogo con China y de la capacidad de los agricultores estadounidenses de cumplir con los compromisos de exportación.
El mercado sigue atento a la dinámica internacional y a los pronósticos de rendimientos, con la expectativa de que la soja mantenga niveles relativamente estables hasta que se concreten acuerdos comerciales significativos. Sin embargo, la fuerte competencia de la soja sudamericana sigue siendo un factor a considerar.
En contraste, el maíz estadounidense enfrenta un escenario más complejo. El USDA estimó una producción récord de 425 millones de toneladas para la campaña 2025/26, superando ampliamente las expectativas del mercado. La superficie sembrada creció 790 mil hectáreas respecto a las proyecciones previas, mientras los rendimientos promedio se situaron en 11.856 kg/ha, fuera del rango más optimista considerado por los analistas.
Esta combinación de mayor área y rendimientos excepcionales genera un incremento significativo en la oferta, lo que ejerce presión bajista sobre los precios del cereal. A pesar de algunas compras de oportunidad, el mercado anticipa que la tendencia de precios podría mantenerse a la baja a largo plazo, especialmente si las exportaciones estadounidenses no absorben la producción adicional.
Los traders cuestionan la metodología del USDA, señalando posibles problemas en la polinización de ciertas zonas del Corn Belt, aunque el organismo mantiene sus estimaciones oficiales. Los futuros de maíz reflejan esta incertidumbre, mostrando una relación stocks/consumo proyectada del 14 %, la más alta en seis años, lo que sitúa los precios fuera de la zona de confort.
El incremento récord de la producción de maíz estadounidense podría impactar directamente en los precios internacionales, ejerciendo presión sobre los productores de Argentina y Brasil, quienes competirán por los mercados tradicionales de exportación. A medida que la oferta estadounidense se mantenga elevada, los precios podrían ajustarse a la baja, afectando la rentabilidad de los maiceros sudamericanos y condicionando sus decisiones de siembra y venta.
En el caso de la soja, Argentina mantiene una posición fuerte gracias a la cobertura de China con poroto sudamericano, lo que genera una ventana de oportunidades para los exportadores locales. Sin embargo, cualquier avance en las negociaciones comerciales con Estados Unidos podría reconfigurar la dinámica de precios y flujos comerciales en la región.
El reporte del USDA de agosto confirma que la soja y el maíz siguen caminos divergentes:
Los operadores, agricultores y exportadores deben monitorear de cerca la evolución de los diálogos comerciales con China, así como las condiciones climáticas y los rendimientos finales, ya que estos factores serán determinantes para los precios futuros de ambos commodities.
Chicago continúa siendo la referencia de precios global para soja y maíz, y cualquier cambio en la oferta o la demanda estadounidense se refleja rápidamente en los mercados internacionales. La combinación de políticas comerciales, clima y decisiones de los farmers marcará el rumbo de los próximos meses, y la volatilidad permanecerá como una constante hasta que se consoliden las cifras finales de producción y los acuerdos comerciales se formalicen.