Por Agroempresario.com
El presidente de Brasil, Lula da Silva, inauguró la primera planta de la automotriz china GWM en Iracemápolis, San Pablo, un hecho histórico al ser la primera fábrica de la compañía en América. Durante el acto, Lula dejó un mensaje contundente a la industria automotriz: "Las que quieran irse que se vayan, las que quieran venir las recibimos con los brazos abiertos".
El mandatario destacó que al dejar el gobierno en 2011, Brasil vendía 3.600.000 autos anuales, mientras que al volver 15 años después, la cifra había caído a 1.600.000 unidades. “Estoy trabajando para una nueva industria automotriz”, afirmó Lula, destacando el compromiso del país con la inversión, la creación de empleo y la modernización del sector.
Además, resaltó la importancia de que los trabajadores puedan aspirar a comprar los autos que fabrican, generando un círculo virtuoso entre producción y consumo interno. “El operario que fabrica un auto debe poder adquirirlo, no sentir que trabaja solo para otro”, sostuvo.
El Presidente recordó la relación histórica y económica con China, el principal socio comercial de Brasil, y defendió un comercio internacional más equilibrado y justo. “Quiero que vuelva el multilateralismo, y que los países negocien en igualdad de condiciones”, afirmó, enfatizando la necesidad de reglas claras y establecidas para todos los mercados, grandes y pequeños.
En paralelo, Lula subrayó que la previsibilidad política y social es un factor clave para atraer inversión, junto con reformas fiscales que buscan un clima de negocios estable y competitivo.
Durante su discurso, el Presidente hizo un llamado especial a los jóvenes: “Estudien, estudien, estudien. No se queden viendo el celular y hablando tonterías”. Lula resaltó su experiencia personal: es el único presidente brasileño sin diploma universitario, pero con una gestión que promovió la educación. Según el mandatario, la formación profesional es clave para impulsar la competitividad de la industria y mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
GWM invirtió 4.000 millones de reales en las instalaciones de Iracemápolis, que anteriormente pertenecían a Mercedes-Benz, modernizándolas para ensamblar tres modelos de vehículos con una capacidad anual inicial de 50.000 unidades y posibilidad de ampliarla a 200.000.
Durante la inauguración, Lula y el CEO de GWM, Mu Feng, junto al vice Gerardo Alckmin, activaron simbólicamente la producción, consolidando la presencia de la automotriz china en Brasil y enviando un mensaje de apertura a nuevas inversiones en el sector.
El acto de GWM contrastó con la situación de BYD, que había solicitado exenciones impositivas y enfrentó críticas por condiciones laborales en su planta de Camaçari, Bahía. Mientras BYD aún ajusta su operativa, GWM fue premiada como "excelente lugar para trabajar" por la consultora Great Place to Work, reforzando su imagen positiva en el país.
Además, los CEOs de Stellantis, VW, GM y Toyota solicitaron a Lula que limitara el pedido de BYD sobre exenciones impositivas, un pedido que el Gobierno brasileño aceptó parcialmente, otorgando seis meses de gracia para importaciones libres.
Con su discurso, Lula reafirmó la intención de Brasil de consolidarse como un destino estratégico para la industria automotriz global. El Presidente destacó la previsibilidad, el respaldo institucional y social, la educación y la reforma fiscal como pilares para atraer nuevas inversiones, garantizar empleo y fortalecer el desarrollo industrial en el país.