Por Agroempresario.com
En el corazón de Pehuajó, provincia de Buenos Aires, el tiempo parece transcurrir más lento. Sus pueblos rurales ofrecen un recorrido por la historia, la cultura y las tradiciones del interior bonaerense, donde plazas, calles tranquilas y festivales mantienen viva la esencia del campo.
El pueblo de San Bernardo de Guanaco, más conocido como “Guanaco”, se originó alrededor de su estación ferroviaria. Este lugar tiene un vínculo especial con la historia del tango, ya que Carlos Gardel se presentó aquí en 1912 junto a Francisco Martino durante la Gira del Oeste. El histórico bar de Clímaco Scala conserva aún el espíritu de aquella época gracias a la familia Gottardi, que lo mantiene activo. Además, la parrilla El Toscanito, ubicada sobre la ruta 5, ofrece platos típicos de la región y es un punto de encuentro para locales y visitantes.
Con alrededor de dos mil habitantes, Juan José Paso conserva la esencia de los pueblos pampeanos. Su plaza central, la capilla, la delegación y los antiguos almacenes de ramos generales forman parte de un circuito obligado para quienes recorren la zona. Muy cerca se encuentra la laguna El Recado, un destino ideal para los amantes de la pesca de pejerreyes. Cada octubre, el pueblo se viste de fiesta con el festival “Paso te abraza”, que convoca a artistas locales y nacionales. La tienda de antigüedades El Cañete guarda muebles, objetos de campo y recuerdos de otras épocas, conectando a los visitantes con la historia del lugar.
Francisco Madero es reconocido por su producción láctea y la cosecha artesanal de manzanilla. Cada mes de marzo se celebra la Fiesta de la Manzanilla, un evento que reúne a vecinos y turistas en torno a la tradición productiva del pueblo. Los visitantes pueden recorrer establecimientos como Mochegiani, donde se conserva la técnica manual del secado de la manzanilla, o la fábrica La Esbeva, que ofrece quesos y productos lácteos típicos de la región. Este pueblo refleja cómo la producción local y la cultura se entrelazan para mantener viva la identidad del interior bonaerense.
El recorrido finaliza en Mones Cazón, un pueblo que sorprende por su patrimonio arquitectónico y su vida comunitaria. La municipalidad, la iglesia, la sucursal del Banco Nación y el antiguo cine español —un elegante edificio renacentista de la década de 1920— son emblemas del lugar. Instituciones como el Club Atlético Mones Cazón y el Club Social y Deportivo Independiente mantienen activa la vida cultural y deportiva de la comunidad. Sus calles arboladas y la plaza central invitan a los visitantes a detenerse y disfrutar del ritmo pausado del interior bonaerense, en un viaje que combina historia, tradiciones y naturaleza.