Por Agroempresario.com
El sector citrícola argentino enfrenta un fuerte desafío luego de que varios países de la Unión Europea (UE) comenzaron a rechazar envíos de naranjas y otros cítricos debido a la presencia de la enfermedad fúngica conocida como mancha negra. Este hongo superficial no afecta la calidad de la fruta para consumo, pero es considerado una plaga cuarentenaria en la UE, lo que genera barreras paraarancelarias y complicaciones logísticas para los exportadores.
La mancha negra, cuyo nombre científico es Phyllosticta citricarpa, afecta superficialmente la piel de la fruta sin comprometer su sabor ni su valor nutritivo. Sin embargo, la UE mantiene estrictos controles sobre los cítricos importados, especialmente en España, Portugal e Italia, donde se han registrado inspecciones y rechazos de partidas con supuesta presencia del hongo.
Según José Carbonell, presidente de la Federación Argentina del Citrus (Federcitrus), “es una fungosis de muy poca cuantía, no afecta a la fruta ni a la planta. España lo utiliza como elemento regulador de la oferta de limones dentro de la UE en contraestación”.
El problema surge cuando las partidas detectadas son devueltas, reexportadas o destruidas, afectando la planificación y la logística de las empresas exportadoras. En algunos casos, las inspecciones revelan resultados inconsistentes, ya que muchas muestras no presentan la fungosis, lo que pone en evidencia la complejidad del control fitosanitario internacional.
La mancha negra forma parte de los protocolos fitosanitarios que los exportadores deben cumplir junto con otras enfermedades como la cancrosis, causada por Xanthomonas citri pv.citri, que afecta a los cítricos en climas cálidos y húmedos. España, como único exportador de limón dentro de la UE, aplica un control riguroso de los ingresos para proteger su producción interna.
Carbonell destacó que, a pesar de las barreras impuestas, los efectos de la mancha negra son mínimos y no comprometen la fruta: “Es más chica que una cabeza de alfiler, no detectable a la salida del empaque y luego se desarrolla. Esto complica todo el proceso exportador”.
Las regiones del NOA, que incluyen Tucumán, Salta y Jujuy, son las principales zonas de embarque de cítricos y han registrado detecciones en limón. Esto condiciona al resto de las exportaciones argentinas, generando alerta entre productores y exportadores.
Roberto Varela, gerente del NEA en la Cámara de Exportadores de Citrus del Nordeste Argentino (Cecnea), señaló que “España está muy sensibilizada por este problema, aunque provenga de Sudáfrica. Si detectan algo directamente, destruyen la carga. Esto se traduce en barreras paraarancelarias indirectas”.
En otros países de la UE, como Inglaterra, Bélgica y Países Bajos, la presencia de la mancha negra no impide el ingreso de la fruta, ya que no afecta la comestibilidad ni representa riesgos para la salud humana. Sin embargo, los exportadores deben cumplir con estrictas regulaciones que buscan prevenir la dispersión del hongo.
Los productores aplican tratamientos a campo para reducir la aparición de la mancha negra, aunque ninguna medida es 100% efectiva. La enfermedad se desarrolla con el tiempo y puede manifestarse durante el transporte o la llegada a destino, lo que genera complicaciones logísticas y económicas.
“El efecto de la enfermedad varía según el estadio de crecimiento del fruto, la variedad y el momento de la temporada. Las manifestaciones más visibles son las pintas negras sobre la piel de la fruta”, explicó Carbonell.
La propagación de la mancha negra se ve favorecida por la humedad. En la Argentina, la instalación de cortinas de árboles para reducir el viento en los campos citrícolas incrementa los niveles de humedad, lo que puede potenciar la aparición de hongos superficiales. A pesar de esto, los productores siguen aplicando protocolos de control y monitoreo constante para minimizar el riesgo.
Carbonell señaló que, aunque existen detecciones menores, la probabilidad de que se encuentren en los envíos es baja. “La UE no tiene obligación de mostrarte los hallazgos ni de recibir la carga, por lo que el riesgo de rechazo persiste. Esto genera malestar y preocupación entre los productores”, concluyó.
La trazabilidad juega un papel central en la gestión de la enfermedad y en la defensa frente a reclamos internacionales. Los exportadores trabajan junto con Senasa para implementar controles más estrictos y asegurar que la fruta cumpla con los estándares exigidos por la UE.
“Si las primeras cargas llegan a destino y se detecta algo, el mercado se sensibiliza rápidamente y esto puede afectar futuras exportaciones”, explicó Roberto Varela. Por ello, mantener un registro detallado de los procesos y tratamientos aplicados es esencial para garantizar la continuidad de los envíos.
El impacto de la mancha negra en las exportaciones argentinas refleja la complejidad del comercio internacional de cítricos. Los productores deben enfrentar no solo las limitaciones climáticas y productivas, sino también barreras paraarancelarias y regulaciones estrictas que varían según cada país.
A pesar de estas dificultades, el sector continúa trabajando para mantener la calidad y la competitividad de la fruta argentina en los mercados internacionales. La colaboración entre productores, exportadores y organismos como Senasa es clave para minimizar riesgos y optimizar la cadena logística de los cítricos argentinos.
En conclusión, aunque la mancha negra genera preocupación y obstáculos temporales, no afecta la comestibilidad ni el valor nutritivo de la fruta. El sector citrícola argentino continúa avanzando en protocolos de control, trazabilidad y tratamientos preventivos para mantener abiertas las puertas de exportación hacia la UE y fortalecer su presencia internacional.