Por Agroempresario.com
El cacao uruguayo tiene hoy un nombre propio: Fernando Pache, presidente de F. Pache S.A. y de Cacao del Plata. Con una visión estratégica y un fuerte compromiso con la industria nacional, el empresario anunció inversiones que superan los US$ 9,5 millones, destinadas a consolidar a Uruguay como un jugador global en la producción y exportación de cacao en polvo y derivados.
La historia de Pache es la de un pionero que supo ver oportunidades donde muchos sólo identifican dificultades. En 1995 fundó F. Pache S.A., dedicada a la importación y distribución de azúcar y cacao en polvo de uso industrial. Casi dos décadas después, en 2014, inauguró Cacao del Plata, la primera y única fábrica de cacao en polvo en Uruguay, orientada a la exportación.
Desde entonces, la empresa creció de manera sostenida y hoy exporta a 27 países de América, Europa, África y Asia, abasteciendo tanto al mercado regional como a destinos tan diversos como Turkmenistán, Estonia, Egipto y Turquía.
El plan de inversiones de Fernando Pache tiene dos grandes ejes. En primer lugar, la ampliación de la planta de cacao en polvo ubicada en el Parque Industrial y Logístico Zona Este, con una inversión de US$ 2,5 millones. Esta obra permitirá incrementar en un 40% la capacidad de producción, pasando de 1.100 a 1.500 toneladas mensuales.
En segundo lugar, para 2026 está prevista la construcción de una nueva planta de procesamiento de grano de cacao, con una inversión de alrededor de US$ 7 millones. Este proyecto transformará la cadena de valor al permitir que Uruguay no solo importe materia prima procesada desde África, sino que pueda trabajar directamente con el grano de cacao, generando además manteca de cacao para la industria chocolatera.
“Vamos a estar en un proceso industrial similar al que manejan Brasil, Ecuador y Perú, países líderes en la región. Es un salto cualitativo para Uruguay”, explicó Pache en una entrevista reciente.
La estrategia de Cacao del Plata se centra en la diversificación de mercados. Aunque Brasil y Argentina son los principales destinos —representan entre el 70% y 80% de la producción—, la empresa tomó la decisión de no depender exclusivamente del Mercosur debido a su inestabilidad política y económica.
Gracias a esta visión, hoy exporta a países como Colombia, México, Rusia, Bielorrusia, Argelia y varios destinos europeos. “El camino fue salir al mundo, no concentrarse todo en la región, y funcionó”, asegura el empresario.
En el caso de Brasil, el vínculo es estratégico: el gigante sudamericano aún no logra autoabastecerse de cacao tras la plaga que afectó sus cultivos en los años 80 y 90. Actualmente, F. Pache S.A. cubre el 30% de las importaciones de polvo de cacao de Brasil, mientras que en Argentina representa un 33% de la demanda de este producto.
La historia de éxito de Cacao del Plata no estuvo exenta de desafíos. Uruguay se caracteriza por tener altos costos de producción, un tipo de cambio poco competitivo y escasas políticas de apoyo a la industria. Sin embargo, para Fernando Pache la clave fue siempre la misma: no esperar del gobierno, sino generar las condiciones propias para crecer.
“El empresario industrial uruguayo tiene que encontrar caminos alternativos. Uruguay no es competitivo per se, pero con visión y decisión es posible construir oportunidades”, sostiene.
En esa línea, la incorporación de tecnología de última generación y certificaciones internacionales permitió multiplicar la producción en menos de una década, pasando de 200 toneladas mensuales a más de 1.100.
Uno de los puntos que Pache no evita señalar es la problemática de la mano de obra calificada en Uruguay. Según afirma, muchos trabajadores especializados se han retirado sin ser reemplazados, lo que genera un déficit en áreas clave de la industria.
Además, resalta el impacto de la presión sindical en las decisiones empresariales: “Hoy, cuando se planifica una inversión, el tema sindical aparece entre los cuatro factores más relevantes, junto con el tipo de cambio, los costos logísticos y el alquiler”, explica.
Para Pache, la solución pasa por alcanzar un equilibrio entre intereses empresariales, laborales y políticos. “Si no hay madurez sindical ni interés político, la industria seguirá viendo limitadas sus oportunidades”, advierte.
Más allá de los desafíos locales, Pache sostiene que el camino de Uruguay es mirar hacia Brasil, entendiendo qué productos demanda y cómo el país puede convertirse en proveedor. “Con tres millones de habitantes, Uruguay tiene un mercado interno limitado. Hay que pensar globalmente y enfocarse en las necesidades del vecino más grande del mundo”, afirma.
El modelo de negocios de Cacao del Plata demuestra que esta visión es viable. Desde Uruguay, una empresa familiar se transformó en referente regional y logró acceder a mercados exigentes en Europa del Este, Medio Oriente y África del Norte.
El caso de Fernando Pache y Cacao del Plata refleja el potencial de la industria uruguaya cuando se combina visión estratégica, innovación y audacia empresarial. Con inversiones superiores a US$ 9,5 millones en marcha, Uruguay se posiciona como un actor relevante en la cadena global del cacao.
A futuro, el desafío será sostener el crecimiento en un entorno competitivo, diversificar la producción con nuevos derivados como la manteca de cacao y, sobre todo, consolidar un ecosistema industrial que permita al país generar valor agregado y empleo de calidad.
“Para crecer no hay que depender del gobierno, hay que crear posibilidades”, resume Pache. Una frase que sintetiza el espíritu de un empresario que no se conformó con abastecer el mercado local y decidió llevar el cacao uruguayo al mundo.