Por Agroempresario.com
En un Buenos Aires que exige tanto sabor como estética, Hierro Casa de Fuegos ha emergido como un referente del fuego, la tradición y la modernidad aplicadas a la gastronomía argentina. Lo que comenzó en 2019 en el Mercado de San Telmo hoy abarca locales en Nordelta, Palermo y el lanzamiento de Hierro Bodegón, una propuesta neofolk que dialoga con lo popular sin perder precisión ni estilo.
Hierro fue fundado por Francisco Giambirtone, Santiago Lambardi y los hermanos Diego y Gustavo Batica. Giambirtone, con experiencia en turismo receptivo, inmobiliario y una sensibilidad para lo social, descubrió en San Telmo un espacio donde la gastronomía podía transformarse en encuentro: “conectar gente, curar momentos y convertir ese talento social en negocio”, recuerda. Lambardi, criado tras barras y hoteles de lujo, tras pasar por la hotelería cinco estrellas y liderar barras, aportó su sensibilidad operativa y su pasión por la coctelería. Ambos comparten una convicción clara: que “si estamos presentes, se nota”. Esa idea de dueño cercano, de servicio cuidado, será un sello constante.
Desde sus comienzos, Hierro estableció una filosofía clara y coherente basada en la calidad, la identidad local y la experiencia integral. Su propuesta se centra en destacar la carne argentina de excelencia, especialmente el novillo Angus Black madurado al vacío, como producto emblema. A esto se suma una cocina que aprovecha al máximo los vegetales de estación, trabajados con técnicas de fuego, como el uso de carbón y quebracho colorado, lo que aporta profundidad y carácter a los sabores.
La experiencia gastronómica se completa con una coctelería de autor y una cuidadosa selección de vinos, pensados para acompañar tanto la identidad local como la creatividad del menú. El diseño del espacio también juega un papel fundamental: el uso de hierro, materiales nobles, mobiliario diseñado especialmente, y una iluminación cuidadosamente pensada generan un ambiente distintivo. Todo esto se complementa con un servicio atento y hospitalario, con una mirada que combina la calidez de la barra con el profesionalismo propio de la hotelería.
Hierro Casa de Fuegos nació en el Mercado de San Telmo. Luego abrió en Nordelta —sobre la bahía— y Palermo, creciendo sin perder el control operativo que sus socios consideran esencial.
La sede de Nordelta se distingue por su marco paisajístico, su salón amplio, pérgolas, barras y vista hacia la bahía, destacando diseño moderno, materiales nobles y ambientación sofisticada. La de Palermo ofrece sala principal, cava de vinos, barras imponentes y pérgolas climatizadas, combinando calidez con estilo urbano.
Hierro Bodegón, inaugurado recientemente en Palermo Hollywood, es la reinterpretación moderna de un clásico bodegón porteño. Aquí lo popular se mezcla con lo técnico, lo familiar con lo contemporáneo. Platos y sabores que remiten a lo cotidiano, pero presentados con detalle, con técnicas como fermentaciones, curados, ahumados; servicio cercano, y diseño pensado para Instagram pero sin superficialidades.
Carnes y fuego
El corazón de la propuesta es la carne argentina: novillo Angus Black, madurada al vacío por ~30 días, trabajada al fuego de carbón y quebracho colorado. Cortes clásicos como bife de chorizo, vacío, entraña y cortes especiales son protagonistas.
Vegetales, acompañamientos y entradas
Porque no todo es carne: la carta incluye vegetales de estación con preparaciones creativas; platitos para compartir; entradas que reversionan lo tradicional sin traicionarlo —como mollejas al verdeo, vitello tonnato reinventado, arancini con hongos, etc.— y guarniciones audaces.
Postres y coctelería
El cierre es tan importante como el principio: postres que combinan memoria con técnicas actuales —flan casero, arroz con leche reinventado, volcán de chocolate con semifreddo, etc.—. La coctelería, liderada por Lambardi, juega con clásicos y versiones propias, con nombres locales, con frutas de estación, jarabes naturales. Barra protagonista, no accesorio.
Uno de los grandes diferenciales de Hierro es su empleo del diseño no solo como decoración, sino como parte del relato de marca y de experiencia del cliente. Elementos como el hierro (barras, lámparas, mobiliario), iluminación cálida y cálculos de layout que buscan momentos distintos: mesas íntimas, barra eficiente, espacios para grupos, exteriores climatizados, etc. El dogo argentino aparece como símbolo, mascota visual, como elemento que humaniza y da cercanía sin restar sofisticación.
El servicio está pensado: proximidad del dueño en sala, atención a los detalles, música, iluminación, lectura de mesas, feedback en tiempo real. No se trata de espectáculo, sino de consistencia. “La primera vez te atrapa la pared de oro; la tercera volvés por la gente, por cómo te atienden y por lo que probás”, dice Lambardi.
Hierro está creciendo con prudencia. Los socios reconocen que la gastronomía es rubro sensible, permeable a crisis. Por eso su estrategia ha sido expansión contigua, franquicias estudiadas (planes para Montevideo, Paraguay), inversión quirúrgica, manteniendo finanzas con cabeza humana.
El modelo de consumo acompaña hábitos modernos: cartas para compartir, tapeo, sobremesas reales, barras animadas, almuerzos largos entre semana, cenas que invitan a quedarse. Así maximizan franjas horarias y ticket medio sin inflar precios, generando valor desde la experiencia completa.
Hierro proyecta consolidar sus dos marcas (Casa de Fuegos y Bodegón) como conceptos que conversan entre sí. La idea de llevar la casa de fuegos fuera de Argentina —Montevideo, Paraguay— muestra ambición internacional, siempre atento a preservar identidad.
Al mismo tiempo, seguirán explorando reinterpretaciones de la tradición, sin caer en la parodia; marcando diferencia en servicio, diseño y sabor. Saben que lo que hoy atrae es bonito, pero lo que retiene es lo que realmente se come y cómo te tratan.