Por Agroempresario.com
En el mundo vitivinícola actual, cada vez más consumidores buscan productos auténticos, sostenibles y con identidad. Sin embargo, términos como orgánico, biodinámico y natural suelen confundirse, aunque representan enfoques distintos en la producción del vino.
En Mendoza, la Bodega Niven se ha convertido en un ejemplo de esta filosofía. “Actualmente tenemos una mirada naturalista y conservadora en la elaboración de los vinos, desde el viñedo hasta la botella”, señala Lucas Niven.
La bodega ya logró la certificación orgánica y avanza hacia la biodinámica, aunque hoy su principal apuesta está en los vinos naturales. “Quizá se pueda definir como un enfoque más posmoderno que lo estrictamente biodinámico u orgánico”, agrega Niven.
Este modelo combina el respeto por el medioambiente con prácticas tradicionales. En la actualidad, producen unas 15.000 botellas de intervención cero, reflejando la identidad del viñedo y el compromiso con la mínima manipulación.
El proyecto no solo se enfoca en la elaboración del vino, sino también en su forma de presentación. Las antiguas damajuanas han sido revalorizadas como envases, recuperando un patrimonio histórico de la vitivinicultura argentina.
A la vez, las mulas de viñedo se transforman en un símbolo singular. Lejos de asociarse a la explotación, evocan su rol en la historia nacional: fueron protagonistas en la gesta libertadora al cruzar la cordillera. Hoy acompañan una producción vitivinícola que busca ser tan libre y auténtica como sus raíces.
Aunque aún representa un nicho, el mercado de los vinos naturales crece a nivel global. Cada vez más consumidores valoran productos que transmiten autenticidad, respetan el ambiente y recuperan prácticas antiguas.
“Ese es el enfoque específico que le estamos dando a nuestros vinos y a nuestro proyecto familiar”, resume Lucas Niven, convencido de que la tradición puede convivir con la innovación y abrir nuevas puertas para el futuro del vino argentino.