Por Agroempresario.com
En medio de un contexto de aparente mejora macroeconómica pero con fuerte incertidumbre política y social, Fausto Spotorno, economista y director de OJ Ferreres e investigador de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), ofrece una radiografía del momento que atraviesa la economía argentina.
A casi dos años del inicio de la gestión de Javier Milei, los números fríos muestran signos de recuperación: inflación en baja, superávit comercial, disminución de la pobreza y reducción del déficit fiscal. Sin embargo, la microeconomía —la que viven las empresas, las pymes y los trabajadores— aún no refleja esta mejora.
“La economía argentina salió de terapia intensiva, pero no del hospital”, resume Spotorno.
Durante el primer semestre de 2025, la pobreza bajó al 31,6%, frente al 52,9% que había marcado un récord en el mismo período de 2024. También se registró una recuperación del superávit comercial, una mejora del tipo de cambio real y un descenso de la inflación mensual.
Pese a estos datos alentadores, el panorama sigue siendo inestable. El dólar paralelo subió, los bonos argentinos cayeron y el riesgo país se mantiene en niveles preocupantes. Los mercados reaccionaron con desconfianza, sobre todo a partir de julio y agosto, cuando se acentuaron tensiones políticas, incluyendo una derrota legislativa en la provincia de Buenos Aires y el avance de leyes que aumentan el gasto público sin financiamiento genuino.
Spotorno subraya que esta reciente crisis de confianza tiene raíces políticas más que económicas. Los logros macroeconómicos del gobierno no fueron suficientes para disipar las dudas sobre la sostenibilidad del programa. El riesgo de que un debilitamiento del apoyo político conduzca a un retorno del déficit y a una eventual reestructuración de la deuda está latente.
“Las preguntas no son si hay superávit fiscal, sino si este gobierno podrá mantenerlo con un Congreso adverso”, advirtió.
A pesar de haber eliminado las LEFI y unificado el mercado cambiario, medidas necesarias en términos de política económica, Spotorno reconoce que hubo decisiones mal calibradas, como el intento de mantener artificialmente bajo el tipo de cambio, que aceleraron la caída de la actividad y sumaron ruido al clima de negocios.
La recesión está presente. Aunque técnicamente puede tratarse de estancamiento, la industria, el comercio minorista y las pymes están sufriendo una caída fuerte en sus márgenes y ventas.
“La economía no crece, la inversión sigue baja, y el salario real no se recuperó del todo. El contexto es mejor, pero aún muy frágil”, explicó.
Uno de los principales cuestionamientos al plan económico de Milei es la falta de acumulación de reservas internacionales. Para Spotorno, el Gobierno optó por priorizar el pago a importadores, cumplir con bonistas y eliminar las restricciones al comercio, como las SIRA.
Esta estrategia, si bien lógica desde un punto de vista técnico, generó tensión cambiaria y aumentó la percepción de riesgo. “La manera genuina de acumular reservas es a través del ingreso de capitales y mayor demanda de dinero, algo que aún no ocurrió”, dijo Spotorno.
Una opción sería comprar reservas emitiendo pesos, pero esto podría impactar en la desaceleración de la inflación y generar presión sobre el tipo de cambio.
El apoyo reciente del Tesoro de Estados Unidos, facilitado por gestiones de Donald Trump y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, fue clave para calmar los mercados, al menos momentáneamente. Pero Spotorno advierte que este tipo de asistencia no reemplaza la credibilidad interna.
“Estos programas son solo un puente hasta que los mercados internacionales vuelvan a confiar en la Argentina”, aseguró.
Entre las medidas que generaron ruido, Spotorno destacó la eliminación temporal de retenciones a cereales y oleaginosas hasta el 31 de octubre. Esto provocó una rápida liquidación de exportaciones, con una acumulación estimada de USD 7.000 millones en reservas, aunque a costa de resignar USD 1.000 millones en recaudación futura.
Estas decisiones reflejan un intento de estabilizar el mercado cambiario, pero también muestran la fragilidad del programa.
“Lo transitorio muchas veces genera ruido. Aunque avanzar en la eliminación de retenciones es clave, el cómo también importa”, indicó.
Spotorno cree que algunos supuestos macroeconómicos del Presupuesto 2026 pueden ser útiles, pero critica el exceso de optimismo. “Si el Gobierno no es optimista, ¿quién lo será? El problema es que ese optimismo puede llevar a prever recursos que luego no existen”, advirtió.
La economía argentina muestra un comportamiento errático desde hace más de una década. En este contexto, Spotorno anticipa que, aunque podría haber trimestres con caída del PBI, lo más probable es un estancamiento con leves fluctuaciones, hasta tanto se logre ordenar la macro y generar condiciones de inversión sostenida.
A pesar de haber eliminado impuestos, reducido aranceles y mejorado el tipo de cambio real, el sector industrial no logra repuntar. La incertidumbre política impide que las empresas tomen decisiones de inversión de largo plazo.
“Transformar un negocio requiere certezas. Sin horizonte claro, las empresas postergan decisiones estructurales”, señaló Spotorno.
Aunque la pobreza bajó, la informalidad laboral sigue creciendo, y el empleo formal en el sector industrial no repunta. Para Spotorno, una reforma laboral es urgente si se busca adaptarse a una economía con menor inflación y más apertura.
La transición será dolorosa, reconoce, pero necesaria: “Una economía con baja inflación exige nuevas reglas laborales. El mercado de trabajo debe modernizarse”.
Spotorno identifica cuatro desafíos centrales para la segunda mitad del mandato presidencial:
Reformas laboral y tributaria: Para ganar competitividad y facilitar inversiones.
Fortalecimiento político: Para dar garantías de continuidad y gobernabilidad.
Gestión de infraestructura e institucionalidad: El BCRA debe ser autónomo y el presupuesto, previsible.
Acceso a mercados internacionales: Para financiar el crecimiento y levantar el cepo cambiario.