Por Agroempresario.com
El aceite de soja argentino enfrenta un desafío estratégico: más del 60% de las exportaciones se concentran en solo dos países, India y Bangladesh. Aunque estos mercados mantienen una demanda sostenida, las principales agroexportadoras advierten sobre el riesgo de depender de un esquema tan reducido. En el reciente Seminario Acsoja 2025, referentes del sector plantearon la necesidad de abrir nuevos destinos comerciales, ampliar la cuota de biodiésel a Europa y fortalecer el consumo interno mediante una ley moderna de biocombustibles.
El encuentro, celebrado en la Bolsa de Comercio de Rosario, se desarrolló en un clima particular: apenas unas horas después de la eliminación de las retenciones a las exportaciones de granos, medida celebrada por el campo, pero que en cuestión de días se transformó en foco de tensiones entre productores y grandes exportadoras.
Sin embargo, más allá de la coyuntura política, el debate sobre el futuro de la soja giró en torno a tres ejes principales: diversificación de mercados para el aceite, la oportunidad del biodiésel y las crecientes exigencias ambientales de la Unión Europea.
El primero en instalar el tema fue Alfonso Romero, CEO de Cofco International, quien sostuvo que Argentina debería imitar el modelo brasileño, donde el uso interno de biodiésel aumenta de manera gradual gracias a un marco normativo estable.
En el mismo panel, Federico Ucke, gerente de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Molinos Agro, profundizó:
“El 50% del aceite de soja argentino que se exporta va a la India. Si le sumamos Bangladesh, estamos hablando de un 60% en solo dos destinos. Eso es demasiado riesgo para toda la cadena”.
El empresario advirtió que un eventual conflicto económico, político o logístico en esa región podría comprometer gravemente los ingresos del país y la sustentabilidad de la cadena sojera.
Ucke destacó que el biodiésel representa una alternativa clave para diversificar el destino del aceite de soja. Actualmente, Argentina posee una cuota de exportación de 1,2 millones de toneladas hacia Europa, pero en la práctica solo logra colocar poco más de la mitad debido a las limitaciones de la fórmula de precios vigente.
“El biodiésel que se pueda exportar a Europa o consumir en Argentina reemplazando importaciones de gasoil, es una manera concreta de poner los huevos en distintas canastas”, afirmó el directivo de Molinos Agro.
Según sus estimaciones, Argentina debería estar consumiendo internamente un millón de toneladas de biodiésel por año, pero en paralelo importa tres millones de toneladas de gasoil, lo que evidencia un desajuste en la política energética.
Las inversiones, aclaró Ucke, ya están disponibles: el país cuenta con una capacidad instalada de 4 millones de toneladas de biodiésel. Lo que falta es un marco normativo actualizado y competitivo que permita el pleno desarrollo de la industria.
Por su parte, Alfonso Romero (Cofco) insistió en la necesidad de avanzar hacia un esquema de promoción más ambicioso:
“Brasil tiene un corte del 15% en biodiésel y sube un 1% por año. Nosotros deberíamos tener una ley que promueva de manera importante este mercado. Es clave para acompañar la producción y generar valor agregado en origen”.
El directivo señaló que un marco regulatorio estable permitiría no solo asegurar la colocación de aceite de soja en el mercado interno, sino también impulsar una matriz energética más sustentable.
Otro tema central del Seminario Acsoja fue el impacto del reglamento europeo EURR 1115/2023, que busca garantizar cadenas de suministro libres de deforestación.
Consultado en el panel moderado por Luis Zubizarreta, Ucke explicó:
“La Unión Europea no nos aplica directamente la norma, sino que exige a sus importadores la ‘demostración de cumplimiento’. Eso nos obliga a trabajar junto a toda la cadena para brindar la información necesaria”.
Aunque el plazo de implementación podría postergarse otro año, las empresas argentinas afirman estar en condiciones de cumplir gracias a la labor de VISEC, la plataforma creada en 2019 que reúne a productores, cooperativas, exportadores, bancos, ONG y al propio Estado argentino.
El contexto de esta discusión no es menor: la soja y sus derivados representan el 25% de las exportaciones totales del país, con un valor anual cercano a los 20.000 millones de dólares.
Para dimensionar, este monto supera incluso la suma de los dos siguientes complejos exportadores: petróleo y petroquímicos junto con automotores, que en conjunto no alcanzan los 19.000 millones de dólares.
“Nos quedan dos caminos: no cumplir la normativa y perder mercados, o seguir trabajando en conjunto para sostener el primer lugar de la soja como generadora de divisas”, cerró Ucke.
La advertencia de los agroexportadores en el Seminario Acsoja deja en claro que el desafío no es solo aumentar la producción de soja, sino garantizar mercados sostenibles, diversificados y alineados a las nuevas exigencias internacionales.
Con India y Bangladesh como compradores casi excluyentes del aceite argentino, el sector entiende que es urgente abrir nuevos destinos en Europa, Asia y América, además de consolidar el mercado interno con una política seria de biocombustibles.
La clave estará en encontrar el equilibrio entre competitividad, sustentabilidad y previsibilidad normativa. Solo así la cadena de la soja argentina podrá mantener su papel central como motor de la economía y principal fuente de divisas.