Por Agroempresario.com
La perspectiva de un cambio profundo en el régimen cambiario argentino gana terreno entre los principales actores financieros internacionales. De acuerdo con un reciente informe de Barclays, elaborado tras una serie de reuniones con unos cincuenta inversores y analistas en Buenos Aires, existe un “amplio consenso” respecto a que, después de las elecciones legislativas del 26 de octubre, la Argentina deberá avanzar hacia una flotación total del dólar, como paso inevitable para estabilizar su macroeconomía y restaurar la confianza del mercado.
El documento, difundido a clientes globales del banco británico y al que accedieron medios especializados, refleja el creciente convencimiento del mercado de que el actual esquema de control cambiario, pese a haber contribuido a moderar la inflación en el corto plazo, resulta insostenible en el mediano plazo. Según el análisis de Barclays, incluso aquellos economistas y estrategas que en etapas anteriores defendían la desinflación como prioridad ahora coinciden en que mantener un tipo de cambio administrado se volvió inviable ante la falta de crecimiento y la persistente escasez de reservas.
El reporte de Barclays destaca que la mayoría de los actores consultados cree que el régimen de flotación total se impondrá por falta de alternativas viables. “Existe un acuerdo generalizado en que el régimen cambiario debe cambiar, desde una leve recalibración hasta una flotación total”, sostiene el documento. La lectura general es que la administración de Javier Milei se verá forzada a abandonar gradualmente el actual esquema de intervención cambiaria, que en los últimos meses se ha sostenido a costa de un alto costo en reservas internacionales.
Para el banco británico, la combinación de crecimiento nulo desde diciembre de 2024, dificultades para acumular divisas y una opinión pública que dejó de priorizar la desinflación constituyen el marco ideal para un giro estructural. En ese sentido, el informe remarca que “los argentinos pueden convivir con una inflación mensual del 2% por ahora”, lo cual reduce el costo político de un salto devaluatorio si este se percibe como necesario para restablecer el equilibrio macroeconómico.
Aunque el consenso técnico sobre la flotación total del dólar es amplio, Barclays advierte sobre las dificultades políticas y operativas de implementar un cambio de tal magnitud. La entidad británica subraya que el gobierno de Milei, en distintos momentos clave —julio y diciembre de 2024, y abril de 2025—, eligió priorizar la desinflación sobre la flexibilidad cambiaria, lo que genera dudas entre los inversores acerca de su capacidad de sostener una política monetaria consistente con un régimen de libre flotación.
“La principal preocupación —señala el informe— es que el gobierno opte por una recalibración tímida o vuelva a priorizar una rápida desinflación cuando recupere el control del relato”. Es decir, que la administración pueda repetir el patrón de postergar las reformas estructurales en pos de resultados inflacionarios inmediatos, lo que en el pasado derivó en tensiones cambiarias recurrentes.
No obstante, el diagnóstico predominante es que la presión de los factores políticos y del propio mercado empujará a la Argentina hacia una liberalización más profunda del tipo de cambio. Según Barclays, si el régimen actual continúa bajo estrés y el resultado electoral no favorece a La Libertad Avanza (LLA), el gobierno enfrentará mayores dificultades para evitar un cambio, lo que precipitaría la adopción de una flotación completa.
En su análisis político, Barclays identificó errores estratégicos por parte del Ejecutivo en su relación con los gobernadores provinciales. El caso de Corrientes se menciona como ejemplo de las tensiones generadas por la falta de cooperación entre Nación y provincias, lo que repercutió en la gobernabilidad y en la dinámica del Congreso. Para el banco, la confrontación con los mandatarios locales afectó la capacidad del oficialismo para avanzar en reformas y consolidar apoyo legislativo.
De cara al futuro, el consenso entre los analistas encuestados es que Milei buscará una postura más moderada tras las elecciones, intentando reconstruir vínculos con los gobiernos provinciales para garantizar estabilidad política y asegurar la aprobación de medidas económicas clave. Según el informe, ese proceso de “recomposición” podría requerir apoyos fiscales equivalentes al 1% o 1,5% del PBI, destinados a infraestructura y transferencias discrecionales que incentiven la cooperación legislativa.
Aun así, persiste el escepticismo sobre la disposición presidencial para alterar su estrategia política. Algunos interlocutores ven a Milei más pragmático de lo que deja entrever públicamente, mientras que otros advierten sobre su margen de maniobra limitado por la composición del Congreso y las presiones internas del propio espacio libertario. De producirse un giro, Barclays proyecta un escenario similar al de 2024, con mayor colaboración y una sensación renovada de estabilidad institucional.
El documento incluye también una proyección electoral detallada. El escenario base de Barclays prevé que La Libertad Avanza obtendría entre el 34% y el 37% de los votos en las elecciones del 26 de octubre, mientras que el Frente de Todos (FP) se ubicaría en niveles similares. La tercera fuerza, Provincias Unidas, alcanzaría un desempeño moderado, aunque relevante en la distribución legislativa.
Este equilibrio de fuerzas anticipa un resultado abierto y potencialmente volátil, en el cual las alianzas posteriores a la elección serán determinantes para definir el rumbo de las reformas. Algunos actores del mercado más pesimistas, sin embargo, alertan que una caída del oficialismo por debajo del 30% podría generar un efecto de “pato rengo”, debilitando la autoridad presidencial y provocando una nueva ola de incertidumbre cambiaria y política.
De todos modos, el escenario central de Barclays contempla una continuidad institucional que permita al gobierno ejecutar ajustes graduales sin desanclar expectativas.
Uno de los puntos más destacados del informe es el potencial respaldo de Estados Unidos al proceso de transición económica argentina. Según Barclays, diversos interlocutores vislumbran un posible dispositivo de compromiso financiero de Washington, que incluiría mecanismos de swap de divisas y eventuales compras de bonos argentinos, con el objetivo de reducir el riesgo de default y sostener la estabilidad del tipo de cambio.
Sin embargo, el informe advierte que ese apoyo estaría condicionado a la adopción de un régimen macroeconómico más sólido y sostenible. En otras palabras, el Tesoro estadounidense —liderado por Scott Bessent— no respaldaría esquemas cambiarios artificiales o intervenciones permanentes en el mercado. “Si el apoyo de Estados Unidos se materializa, probablemente vendrá acompañado de condiciones, en particular un cambio hacia un régimen más robusto”, señala el texto.
En ese contexto, Barclays considera baja la probabilidad de que Washington respalde políticas que mantengan la actual rigidez cambiaria, pero alta la posibilidad de un acompañamiento gradual si Argentina avanza en reformas estructurales. La reunión reciente entre Bessent y el ministro de Economía Luis Caputo en Washington D.C., en el marco del anunciado “salvataje” que promueve Donald Trump para sostener el programa económico de Milei, refuerza la expectativa de una cooperación futura, aunque sin detalles concretos por el momento.
Respecto a la coyuntura inmediata, Barclays identifica opiniones divididas entre los analistas. Un grupo considera que las recientes restricciones al arbitraje entre el tipo de cambio oficial y el financiero podrían ser suficientes para limitar la pérdida de reservas entre USD 2.000 y USD 4.000 millones antes de las elecciones. Otros, en cambio, prevén que la presión cambiaria se intensificará a medida que se acerque el comicio, impulsada por la demanda de cobertura y la incertidumbre política.
El banco británico entiende que endurecer los controles cambiarios se ha convertido en la opción menos costosa para el gobierno en el corto plazo. Mientras se mantengan como medidas temporales, no se perciben como un riesgo mayor para la economía ni para la estabilidad política. No obstante, Barclays advierte que estas intervenciones suelen acumular tensiones futuras, dado que los agentes económicos las anticipan, lo que eleva el desafío de lograr un ciclo preelectoral estable en 2027.
El informe concluye que, si bien el consenso técnico y financiero sobre la necesidad de modificar el régimen cambiario es casi unánime, el éxito dependerá de la capacidad política del gobierno para ejecutar las reformas y de la consistencia macroeconómica posterior. Una flotación total del dólar implicará redefinir la política monetaria, el rol del Banco Central y el anclaje de expectativas inflacionarias, procesos que requerirán credibilidad, respaldo político y cooperación internacional.
En palabras de Barclays, “la economía argentina enfrenta un punto de inflexión: o avanza hacia un esquema sostenible y flexible, o permanecerá atrapada en soluciones parciales que prolongan la incertidumbre”. Para los inversores globales, el 26 de octubre no solo marcará una elección legislativa, sino el comienzo de una nueva etapa en la política económica argentina.