El economista Ricardo Arriazu, uno de los asesores informales más escuchados por el presidente Javier Milei, delineó un panorama complejo sobre la economía argentina y el escenario político de cara a las elecciones. En una disertación ante empresarios, expresó su preocupación por la falta de confianza, rechazó las bandas cambiarias y subrayó que el apoyo financiero de Estados Unidos podría ser clave para estabilizar los mercados.
Durante un encuentro organizado por IEB Banca Privada en el Hotel Four Seasons, Arriazu compartió con más de un centenar de empresarios su análisis sobre los principales riesgos globales. Mencionó dos potenciales “cisnes negros”: un conflicto comercial entre potencias y una eventual caída de la burbuja de activos financieros, comparable con el crack de 1929.
Aunque consideró que la posibilidad de ese doble impacto se redujo, advirtió que la incertidumbre global aún condiciona las decisiones económicas. En cuanto al plano local, fue contundente: “El principal problema de la Argentina no es económico, es político”, señaló.
Según destacó en la cobertura original de Nicolás Della Vecchia, Arriazu remarcó que la economía se sostiene sobre la confianza. “Cuando la gente cree, consume e invierte; cuando no, todo se paraliza”, enfatizó.
De cara al escenario postelectoral, Arriazu proyectó dos caminos posibles. El primero, que Milei logre al menos un tercio de apoyo en una cámara del Congreso, lo que le permitiría evitar bloqueos legislativos o intentos de juicio político. El segundo, más incierto, implicaría una pérdida de poder político. “Si no lo consigue, será la Argentina de siempre: un presidente sin margen, que no aguante”, advirtió el economista, según la nota de Della Vecchia.
Para Arriazu, el rumbo institucional definirá la estabilidad económica en los próximos meses. Un resultado adverso, anticipó, podría erosionar la confianza de los mercados y desatar tensiones cambiarias.
En su análisis sobre la política cambiaria, Arriazu fue categórico: “El Gobierno hará todo lo posible para que no se escape el tipo de cambio”. Criticó la idea de establecer bandas de flotación y explicó que, en un país bimonetario como la Argentina, “cada vez que se mueve el dólar, tiembla todo”.
También se refirió a las negociaciones con Estados Unidos y a la posibilidad de un acuerdo monetario similar al swap vigente con China. Según su análisis, el swap chino es limitado porque requiere autorización de Pekín y solo puede usarse para pagar importaciones con ese país. En cambio, un entendimiento con Washington permitiría una utilización más amplia de los fondos.
“La demora en ese apoyo tiene que ver con las elecciones —dijo Arriazu—, pero si está la plata de EE.UU., es más que suficiente para parar la corrida y abrir mercados.”
Arriazu valoró positivamente el proyecto de Presupuesto 2026, al que calificó como “muy bueno”, y destacó que muestra el menor nivel de gasto en relación con el PBI de los últimos 30 años. Señaló que el mayor logro del Gobierno fue alcanzar el equilibrio fiscal, aunque advirtió que las presiones políticas podrían revertir ese avance.
En materia de deuda, señaló que la Argentina posee uno de los niveles más bajos del mundo, pero su reputación de “estafador serial” multiplica los costos. “Cada dólar que debemos pesa mucho más que en otros países”, explicó.
El economista también descartó la devaluación como herramienta de ajuste. La consideró “un impuesto que reduce el poder de compra” y alertó sobre el impacto inflacionario: “Cuando se mira correctamente, el traslado de la suba del dólar a los precios sigue siendo del 70 %”.
Arriazu describió una economía debilitada: aunque la actividad alcanzó un pico histórico en febrero, la mayoría de los sectores —sin contar energía— se encuentra entre un 15 % y un 20 % por debajo de esos niveles. “Nada puede frenar la caída si no regresa la confianza”, advirtió.
Según su visión, si el país evita errores conceptuales y aprovecha su potencial agrícola y energético, podría crecer a una tasa del 5,5 % anual. No obstante, cerró su exposición con una nota de escepticismo: “Somos tan tontos razonando que no tengo esperanza de que vayamos a cambiar”, expresó el economista, citado por Della Vecchia.
A lo largo de su exposición, Arriazu delineó los ejes que, a su juicio, deben guiar al Gobierno: mantener la estabilidad cambiaria, reforzar el apoyo internacional, preservar el equilibrio fiscal y reconstruir la confianza. Sin esos pilares —advirtió—, la economía seguirá expuesta a una fragilidad que ningún número podrá compensar.