La resistencia a los antimicrobianos (RAM) es hoy una de las amenazas más graves para la salud pública y la producción animal a nivel mundial. La pérdida de eficacia de los antibióticos no solo compromete los tratamientos médicos y veterinarios, sino también la seguridad alimentaria y ambiental. En este contexto, la ciencia argentina avanza con soluciones naturales para garantizar sistemas productivos sostenibles.
En el Instituto de Patobiología Veterinaria (IPVet) del INTA y el Conicet, en articulación con la empresa Bedson, un equipo de investigación analizó el potencial antimicrobiano de dos compuestos naturales: el carvacrol, presente en el orégano, y el cinamaldehído, característico de la canela. El objetivo fue determinar si su uso prolongado podría generar resistencia bacteriana, un factor crucial a la hora de pensar en sustitutos de los antibióticos tradicionales.
Los ensayos se realizaron en el Laboratorio de Bacteriología General del IPVet y demostraron resultados contundentes: los aceites esenciales no generaron clones resistentes ni alteraron la sensibilidad bacteriana frente a los antibióticos de uso veterinario.
“Incluso tras una exposición prolongada, las bacterias no desarrollaron resistencia a los aceites esenciales”, afirmó Johana Domínguez, investigadora del Conicet en el IPVet. Explicó que los fitoquímicos naturales presentes en estos aceites pueden utilizarse de forma continua en la alimentación animal, mejorando la eficiencia productiva, la calidad de los alimentos y la inocuidad, sin afectar la salud pública.
Además, estos compuestos poseen la capacidad de modular la microbiota intestinal, estimular las defensas naturales y favorecer la digestibilidad, a la vez que actúan como antioxidantes naturales, aportando múltiples beneficios sanitarios.
Diversos estudios experimentales en pollos de engorde refuerzan estos hallazgos. “La inclusión de cinamaldehído y carvacrol en la dieta mejora la ganancia de peso corporal y contribuye a mantener sistemas productivos sostenibles”, explicó Natalia Casanova, investigadora del IPVet del INTA e integrante del estudio.
Casanova destacó que estos compuestos, junto con probióticos y bacteriófagos, conforman un conjunto de soluciones de bajo impacto ambiental, diseñadas para reducir la dependencia de los antibióticos y preservar su eficacia terapéutica a futuro.
Desde Bedson, empresa argentina dedicada al desarrollo de aditivos alimenticios y productos farmacéuticos veterinarios, celebraron los resultados del trabajo conjunto con el INTA. “Los estudios confirmaron que el aditivo no inducía resistencia antimicrobiana, lo que valida nuestras hipótesis y refuerza la competitividad en un mercado internacional cada vez más exigente”, afirmó Carlos Rodríguez, gerente de I+D de la compañía.
El diseño experimental fue desarrollado bajo una hipótesis propuesta por Bedson y ejecutado con las herramientas metodológicas del INTA. “Trabajar con un instituto reconocido y con protocolos ya validados fue una gran ventaja. La experiencia del equipo científico del INTA garantizó resultados confiables y de alto valor para nuestros clientes”, subrayó Rodríguez.
Esta colaboración ejemplifica el potencial de la articulación público-privada para generar innovaciones con impacto real: soluciones que fortalecen la salud animal, mejoran la eficiencia productiva y contribuyen a la lucha global contra la resistencia antimicrobiana.
Los avances alcanzados por el INTA, el Conicet y Bedson refuerzan el papel de la ciencia argentina en la búsqueda de alternativas naturales y sostenibles. Los aceites esenciales, además de ser inocuos y eficaces, representan una estrategia innovadora para mantener la productividad agropecuaria sin comprometer la salud futura de animales, personas y ecosistemas.