El uso de fertilizantes en Argentina se encamina a cerrar uno de los mejores años de las últimas décadas, impulsado por expectativas productivas favorables y una demanda sostenida en los complejos de trigo y maíz. Ambos cultivos concentran cerca del 70% del consumo total de nutrientes, lo que vuelve estratégico el abastecimiento de urea, fosfatados y otros insumos críticos para los rindes.
Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), las importaciones crecieron 19% entre enero y octubre, alcanzando 3,4 millones de toneladas, en lo que constituye el segundo año consecutivo de expansión. En términos de valor, las compras externas treparon a US$ 1.926 millones, un 38% más que en 2024, sostenidas por precios internacionales que se mantienen altos tras la volatilidad generada por la guerra entre Rusia y Ucrania.
La dinámica del mercado está fuertemente marcada por dos fertilizantes clave: urea y fosfato monoamónico (MAP). Ambos representan más de la mitad del volumen importado (56%) y alcanzan el 61% del valor total. Entre enero y octubre acumularon 2,07 millones de toneladas, el segundo mayor registro histórico para este período, apenas por debajo del máximo de 2021.

El incremento responde tanto a la mayor demanda agrícola como a las limitaciones de la producción nacional, que cubre apenas un tercio del consumo. En este escenario, la operación de Profertil resulta determinante: la empresa produce aproximadamente la mitad de la urea nacional desde su planta en Bahía Blanca, considerada la mayor de su tipo en Latinoamérica. No obstante, en 2025 afrontó dos detenciones significativas —una por mantenimiento programado y otra por problemas de suministro de gas vinculados a inundaciones—, lo que elevó aún más la dependencia del mercado externo.

La necesidad de reforzar la nutrición de los suelos en un contexto de mayor exigencia productiva volvió a poner la lupa sobre la estructura industrial del país. Estas son las principales plantas productoras de fertilizantes en funcionamiento:
Principales plantas de fertilizantes en Argentina
Profertil (2001) – Bahía Blanca, Buenos Aires: urea granulada, 1.320.000 t/año
TFA (2006) – Puerto General San Martín, Santa Fe: superfosfato simple, 240.000 t/año
Bunge (2004) – Campana, Buenos Aires: TSA (140.000 t/año), KTS (14.085 t/año), amoníaco (29.700 t/año)
Bunge (2008) – Ramallo, Buenos Aires: superfosfato simple, 180.000 t/año
Fábrica Militar Río Tercero (1956) – Río Tercero, Córdoba: nitrato de amonio, 8.300 t/año
La combinación de capacidad limitada y detenciones operativas en el complejo industrial acentúa la necesidad de importar, en un contexto donde otros países de la región ya expandieron o están expandiendo su infraestructura.
La industria anticipa que la firmeza de la demanda podría sostenerse en 2026, siempre que se mantenga la intención de siembra y la necesidad de mejorar indicadores de fertilidad. Sin embargo, la competitividad del país continúa condicionada por variables estructurales: brecha cambiaria, costos logísticos elevados, restricciones a las importaciones, infraestructura insuficiente y políticas que cambian con frecuencia, como las retenciones.
Mientras tanto, el entorno regional avanza:
Brasil expande su capacidad nitrogenada,
Paraguay mejora su logística de distribución,
Uruguay incrementa eficiencia en formulados.
En un mercado global altamente competitivo, Argentina deberá alinear estrategias productivas, logísticas y regulatorias para no perder participación y sostener la disponibilidad de insumos esenciales para sus principales cadenas agrícolas.