 
El aceite de girasol alcanzó esta semana su precio más alto en tres años, impulsado por la cosecha más débil en Ucrania y Rusia, los principales productores mundiales del cultivo. Las cotizaciones FOB 6 puertos superaron los 1.400 dólares por tonelada para los envíos de noviembre, un incremento de casi 100 dólares en apenas un mes, según el informe del medio especializado ASAP Agri.
El fenómeno repercute directamente en el mercado global de aceites vegetales, donde la Argentina emerge como un actor central y bate récords de exportación.
Los países del Mar Negro, que concentran más del 60% del comercio mundial de aceite de girasol, enfrentan una campaña signada por la sequía y el retraso en las cosechas. En Ucrania, la producción apenas alcanzaría los 10 millones de toneladas, frente a las 11,6 millones del ciclo anterior. De acuerdo con datos de consultoras privadas, hasta la semana pasada se habían recolectado 7,8 millones de toneladas, comparadas con 9,5 millones del año pasado.
Los rendimientos promedio rondan los 1.850 kilos por hectárea, muy por debajo de los 2.060 del año previo. La persistente falta de lluvias en regiones clave como Dnipro, Kropyvnytskyi, Mykolaiv y Odesa redujo significativamente los rindes, mientras que las precipitaciones de octubre demoraron la cosecha y afectaron la calidad del grano. En este contexto, las plantas procesadoras ucranianas disponen de materia prima para apenas un mes de trabajo.
Los precios internos de la semilla de girasol también se dispararon, subiendo entre 10 y 15 dólares por tonelada en la última semana, hasta alcanzar los 688 dólares con IVA incluido.

En Rusia, la situación es algo más favorable, pero sigue lejos de las proyecciones iniciales. Al 20 de octubre se había cosechado el 72% del área sembrada (unas 8,8 millones de hectáreas sobre un total de 12,2 millones), con una producción estimada de 13,3 millones de toneladas, 1,3 millones menos que en 2024. Los rendimientos nacionales bajaron de 1.660 a 1.510 kilos por hectárea, principalmente por la sequía en las regiones de Krasnodar, Rostov y Stavropol.
Los analistas proyectan una cosecha total de entre 17,2 y 17,5 millones de toneladas para 2025/26, lejos de los 19 millones estimados inicialmente. En tanto, la Unión Europea también enfrenta una baja productiva, con una previsión de entre 8,5 y 8,75 millones de toneladas, cifra similar a la pobre campaña anterior y muy por debajo de las 10,2 millones proyectadas al inicio del ciclo.
Este conjunto de factores configura un mercado fuertemente alcista, donde la oferta global se contrae mientras la demanda continúa firme.

El mercado indio, principal importador mundial de aceites vegetales, también registra aumentos significativos. Las ofertas CIF hacia India se ubicaron la última semana en 1.360 dólares por tonelada, un alza de 60 dólares intermensual. Según fuentes del sector, la mayoría de las refinerías aún no ha asegurado su cobertura de suministro, lo que podría seguir impulsando las cotizaciones hacia fin de año.
En los puertos del norte de Europa, los precios aumentaron 20 dólares semanales, mientras que en los puertos ucranianos se ubicaron en torno de 1.280 dólares CPT. Si la escasez persiste hasta noviembre, los analistas prevén que el mercado podría alcanzar el umbral de los 1.500 dólares por tonelada, un valor que no se observa desde 2022.
Los exportadores rusos, limitados por un impuesto a la exportación cercano a los 95 dólares por tonelada, tampoco pueden reducir sus precios, lo que mantiene el equilibrio con las ofertas ucranianas y sostiene el nivel global de cotizaciones.
En medio de esta tensión internacional, la Argentina se consolida como tercer mayor exportador mundial de aceite de girasol, detrás de Ucrania y Rusia. De acuerdo con reportes del sector , la molienda nacional disminuyó un 18% en septiembre, hasta 0,4 millones de toneladas, pero el país compensó esa caída con exportaciones récord de aceite y harina.
Los inventarios locales de aceite se ubican en 77.000 toneladas, el nivel más bajo en seis meses y un 39% inferior al del año anterior, mientras que los de harina de girasol alcanzan 135.000 toneladas, frente a 173.000 en 2024.
En septiembre, las exportaciones de harina fueron las más altas en 25 años: 1,37 millones de toneladas, frente a 1,12 millones del ciclo previo. Este desempeño refuerza la posición del país en los mercados de Asia y Medio Oriente, especialmente en India, donde el aceite argentino gana terreno por su calidad y competitividad.
“Argentina ha logrado aprovechar los espacios que dejan los grandes productores del Mar Negro y se perfila como un proveedor confiable para los importadores asiáticos”, indicaron analistas del mercado.

El 30 de octubre se celebrará en Kiev la XXIII Conferencia Internacional “Industria de Grasas y Aceites 2025”, un encuentro que reunirá a los principales referentes del sector global. Uno de los temas centrales será la evolución del aceite de girasol argentino, su expansión exportadora y el fortalecimiento de la competencia en los mercados internacionales.
Delegaciones empresariales argentinas participarán del evento, que se realiza en un momento de tensión en el comercio internacional de aceites vegetales, marcado por la incertidumbre geopolítica en la región del Mar Negro y la creciente demanda en Asia.
Aunque se espera cierta moderación de precios durante el verano del hemisferio sur, debido al ingreso estacional de la nueva cosecha, los analistas anticipan que la firmeza de la demanda mundial sostendrá las cotizaciones por encima de los promedios históricos.
Las proyecciones apuntan a que la presión alcista podría comenzar a ceder hacia marzo de 2025, cuando ingresen mayores volúmenes desde Sudamérica, siempre y cuando no se produzcan nuevos eventos climáticos o geopolíticos que alteren el comercio internacional.
En este contexto, el aceite de girasol argentino aparece como una de las cartas fuertes del complejo agroindustrial nacional. Con una producción creciente y un posicionamiento estratégico en los mercados de destino, el país podría ampliar su participación global en un sector que, por ahora, sigue “en llamas”, destacó Infobae.
