El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) Concepción del Uruguay desarrolló dos nuevas variedades de arroz –Karandú INTA CL e Ivaté INTA CL– pensadas para fortalecer la competitividad y la eficiencia del sistema productivo argentino. Los cultivares fueron obtenidos a partir de genética local y representan un avance clave en materia de rendimiento, resistencia y calidad de grano.
Desde 2004, el Programa de Mejoramiento Genético de Arroz del INTA impulsa la creación de materiales adaptados a las condiciones nacionales. Estas dos nuevas incorporaciones se suman a un esquema que ya incluye variedades consolidadas como Gurí INTA CL y Angirú INTA CL, ampliamente utilizadas por los productores.
Según explicó José Colazo, investigador del INTA y responsable del programa, las variedades presentadas “son el resultado de años de mejoramiento y selección bajo condiciones locales, con foco en la productividad y la sanidad”. El objetivo, señaló, es brindar a los productores herramientas que aporten previsibilidad y eficiencia al sistema.
Karandú INTA CL, cuyo nombre deriva de los vocablos guaraníes Karaí (líder) y Arandú (sabio), se caracteriza por tener un ciclo de cultivo más corto que Gurí INTA CL, lo que reduce el consumo de agua de riego y optimiza los recursos. Además, incorpora la tecnología Clearfield®, que facilita un control más eficaz de las malezas.
Por su parte, Ivaté INTA CL –del guaraní “alta, resistente”– sobresale por su alta tolerancia a Pyricularia oryzae, la principal enfermedad del arroz a nivel global. “Ivaté es la variedad más resistente que hemos logrado hasta el momento, con excelente estabilidad de rendimiento y calidad de grano”, destacó Colazo.
La semilla original de ambos cultivares se multiplica en San Salvador, Entre Ríos, mediante una alianza entre el INTA y la Fundación ProArroz, lo que garantiza semillas de alta pureza genética para las próximas campañas. Además, los materiales se están evaluando en Sitios de Evaluación de Productores (SEP) en distintas provincias, con el fin de validar su desempeño en campo.
Para Colazo, “el desarrollo de genética nacional fortalece la autonomía tecnológica y contribuye a la sustentabilidad del sistema arrocero argentino”. Estas innovaciones consolidan la posición del país en el camino hacia una producción más eficiente, resiliente y ambientalmente responsable.