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Alfredo Paseyro: “La biotecnología es una ventaja comparativa y competitiva para Argentina”

El referente del sector semillero, analizó los desafíos regulatorios, el rol del Estado y la potencialidad del país en bioeconomía y biotecnología

Alfredo Paseyro: “La biotecnología es una ventaja comparativa y competitiva para Argentina”
martes 11 de noviembre de 2025

Por Agroempresario.com

Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el referente en políticas de semillas y director ejecutivo de la Asociación Semilleros Argentinos, Alfredo Paseyro, compartió una profunda mirada estratégica sobre la biotecnología y su rol en el modelo productivo argentino.

En un contexto marcado por los desafíos macroeconómicos y regulatorios, Paseyro subrayó: “La biotecnología es una ventaja comparativa y competitiva para Argentina”, poniendo en relieve la articulación público-privada, la calidad del capital humano, y la necesidad urgente de políticas de Estado que acompañen una estrategia país de inserción internacional basada en el conocimiento.

Argentina, pionera en biotecnología agrícola

Según Paseyro, Argentina adoptó tempranamente la biotecnología agrícola, casi en simultáneo con los Estados Unidos, posicionándose como líder regional y referente global. “En los años 90, cuando el mundo debatía el impacto de los transgénicos, Argentina tuvo la claridad —y también la valentía— de avanzar en su incorporación”, sostuvo.

Este paso no solo permitió mejorar la competitividad del agro nacional, sino también crear instituciones robustas como la Comisión Nacional de Biotecnología (CONABIA), hoy organismo de referencia de la FAO. “El marco regulatorio argentino en biotecnología es reconocido y consultado por muchos países”, agregó.

Capital humano y entramado público-privado, los pilares del sistema

“Una de las mayores fortalezas de Argentina es su capital humano formado, tanto en universidades públicas como privadas, y su entramado institucional entre el sector público y privado”, destacó Paseyro.

El INTA, el CONICET, las universidades nacionales, y empresas de base tecnológica trabajan en conjunto con pequeñas y medianas empresas para desarrollar variedades mejoradas de cultivos como algodón, arroz, y garbanzo, entre otros. Esta sinergia ha sido clave para ampliar las fronteras productivas y mejorar el rendimiento frente a desafíos ambientales como plagas e insectos.

Edición génica: una nueva frontera para la bioeconomía

Uno de los conceptos más enfatizados en la exposición fue la edición génica, que según Paseyro representa “la nueva versión de la biotecnología”. A diferencia de los organismos genéticamente modificados (OGM), la edición génica no incorpora genes externos, lo que acorta los tiempos de desarrollo y simplifica los procesos regulatorios.

“Esta tecnología permite mayor precisión, menores costos y evita, en muchos casos, ser categorizada como transgénica”, explicó. China, Brasil y ahora incluso sectores en Europa comienzan a mirar con interés esta herramienta que promete revolucionar el desarrollo de nuevas variedades adaptadas a los desafíos del cambio climático y la demanda global.

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Regulaciones, aprobaciones y diplomacia: el otro frente de batalla

Paseyro remarcó que, más allá del desarrollo científico y tecnológico, el gran desafío está en los marcos regulatorios internacionales. “Lo que aquí usamos como herramienta, en los mercados de destino muchas veces se convierte en una traba burocrática”, advirtió.

Citó los casos de la Unión Europea, que mantiene una mirada restrictiva sobre los OGM, y de China, que requiere aprobaciones específicas para permitir la importación de productos derivados de biotecnología. “El lunes estaré viajando a China junto a autoridades argentinas para la 11.ª reunión bilateral de biotecnología. Necesitamos acelerar los procesos de aprobación si queremos mantenernos competitivos”, adelantó.

En esa línea, subrayó que una variedad vegetal puede tardar entre 8 y 10 años en desarrollarse, y si se trata de OGM, el proceso se extiende aún más debido a los requisitos regulatorios. “Esto implica grandes inversiones, y por eso necesitamos un entorno macroeconómico estable”, insistió.

China: inversión estatal, avances propios y competencia creciente

En su análisis del panorama internacional, Paseyro mencionó a China como un actor clave en la transformación de la biotecnología global. “China ha invertido más del 4% de su PBI en investigación y desarrollo, primero en el sector público y ahora con fuerte presencia privada”, señaló, recordando que el grupo chino adquirió Syngenta, una de las principales multinacionales del agro.

China ya ha aprobado variedades modificadas de maíz, soja y recientemente incluso trigo transgénico. “Esto demuestra que la biotecnología también es una herramienta para nuestros compradores, no solo para nosotros. Aumenta la productividad global y reduce pérdidas por plagas o estrés climático”, reflexionó.

India, Brasil y el modelo argentino en el centro del debate global

“India todavía no adoptó OGM en todos los cultivos, salvo en algodón, pero sabemos que está empezando a mirar el modelo argentino con atención”, comentó Paseyro. En octubre, una delegación de 25 empresarios indios visitará Argentina para conocer de primera mano cómo funciona el sistema local.

En contraposición, Brasil, aunque comenzó más tarde que Argentina en la adopción de biotecnología, ha sabido consolidar un entorno macroeconómico y regulatorio más favorable. “Hoy Brasil ofrece más previsibilidad en términos de clima de negocios”, reconoció.

La ciencia necesita comunicación, cultura y estrategia país

“Tenemos que entender que el desarrollo biotecnológico no es solo una cuestión de laboratorio. Necesita comunicación, cultura y una estrategia país”, afirmó Paseyro. En ese sentido, resaltó la importancia de espacios como el Congreso Federal de Bioeconomía, donde se ponen en común visiones del sector público, privado y académico.

“Hay marcos regulatorios formales e informales, y muchas veces los informales son los más difíciles, como los cambios geopolíticos, las barreras comerciales o los prejuicios culturales”, puntualizó.

Paseyro cerró su intervención con una llamada a la acción conjunta: “Argentina tiene lo necesario: conocimiento, historia, instituciones. Solo falta ordenar el entorno macro y establecer una agenda permanente para garantizar que lo que hoy es una ventaja comparativa se transforme en una ventaja competitiva real”.

 



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