El desempeño de la pesca argentina en septiembre de 2025 muestra un contraste contundente: mientras el Índice de Producción Industrial Pesquero (IPI) subió 55,3% interanual, el acumulado de enero a septiembre aún refleja un retroceso del 13,4%. Los datos provienen del análisis publicado por Carla Barbuto, periodista de LM Neuquén, cuyo trabajo sirve de base y referencia para este nuevo abordaje periodístico.
Según el informe mencionado, la serie desestacionalizada avanzó un 3,5%, y la tendencia-ciclo mostró una suba del 1,8%, confirmando que septiembre fue un mes claramente positivo para el sector. El índice general —que alcanzó los 279,2 puntos— estuvo impulsado casi exclusivamente por la pesca marítima, con un crecimiento del 57,7%, y una incidencia del 50,4% en la variación total. La acuicultura también aportó dinamismo, aumentando 39,1% interanual.
Dentro de los grupos de especies, los crustáceos sobresalieron con un incremento del 84,1% interanual, alcanzando un índice de 1.141,8. Pese a ello, el acumulado anual continúa en negativo (-39,3%), lo que evidencia la fuerte irregularidad del sector. Su incidencia del 56% en el resultado nacional convierte a este grupo en la verdadera locomotora del repunte.
La autora original subraya —y aquí se cita explícitamente la fuente— que “todo parece indicar que el langostino traccionó la recuperación” (Carla Barbuto, LM Neuquén). El langostino patagónico (Pleoticus muelleri) mostró buenos rendimientos en tallas L1 y L2, fortaleciendo el desempeño de la temporada.

Sin embargo, el informe también advierte que la zafra tardía redujo de manera drástica las exportaciones: entre enero y agosto de 2025 cayeron 66%, según datos del INDEC y Seafood Media citados en la nota original. Los precios internacionales del langostino entero tuvieron una recuperación parcial, pero insuficiente para compensar el volumen perdido.
Mientras tanto, otros segmentos del sector tuvieron desempeños mucho más modestos. Los peces crecieron apenas 0,9% interanual, mientras que los moluscos registraron una caída del 35,6%, impactando negativamente en el índice general.
La Patagonia argentina vuelve a consolidarse como la región clave del complejo pesquero nacional. Históricamente, provincias como Chubut y Santa Cruz concentran alrededor del 90% del langostino desembarcado, y septiembre confirmó aquella tendencia.
Los buques fresqueros crecieron 75,8% interanual, alcanzando un índice de 133,2 y aportando 10,8% de incidencia en la pesca marítima. A su vez, los congeladores aumentaron 54,7% (índice 310,2), a pesar de que su acumulado anual sigue siendo negativo (-27,1%). Entre ambas flotas sostuvieron el repunte, aunque con una presión creciente sobre los ecosistemas del Atlántico Sur.
Este crecimiento acelerado se da en paralelo a preocupaciones sobre la sostenibilidad de la pesquería. Si bien el langostino representa hasta el 60% del valor exportado por la pesca argentina, expertos advierten que la explotación intensiva debe acompañarse de monitoreo y manejo precautorio.
Barbuto destaca en su artículo que el IPI pesquero presenta una marcada irregularidad, agravada tras la pandemia de COVID-19. La pesca marítima (ClaNAE 03.11) acumula en 2025 una caída del 19,6%, mientras que la acuicultura crece 36,5%, evidenciando un proceso de transformación estructural.
La dependencia del langostino —la especie más dinámica y a la vez más vulnerable— refuerza las señales de alarma. Los especialistas señalan que los ciclos biológicos propios del crustáceo, la variabilidad climática y los cambios en la temperatura del mar pueden alterar drásticamente las capturas de un año a otro.
El auge de septiembre, por tanto, es una señal positiva, pero no garantiza continuidad. La elevada incidencia de los crustáceos en el índice total (56%) refleja tanto su potencial como su fragilidad.
Más allá del repunte productivo, el verdadero desafío del sector radica en su capacidad para sostener volúmenes y precios en los mercados internacionales. La temporada tardía redujo los embarques, y el consumo global de langostino —particularmente en Europa y Estados Unidos— mostró señales de debilitamiento durante 2025.
Esta combinación genera un escenario donde el boom productivo no necesariamente se traduce en mayor ingreso de divisas. A esto se agrega la preocupación ambiental: la sobreexplotación o un manejo inadecuado podrían afectar la disponibilidad futura del Pleoticus muelleri, el recurso pesquero más valioso del país.
Los especialistas recomiendan fortalecer los sistemas de monitoreo estacional, avanzar en diversificación productiva y profundizar prácticas de pesca sostenible, especialmente en los puertos patagónicos, donde la actividad genera miles de empleos directos.
El repunte de septiembre marca un hito estadístico, pero el sector sigue en un año contractivo. Con un acumulado negativo del 13,4% entre enero y septiembre, la pesca argentina enfrenta un escenario dual: crecimiento puntual impulsado por una especie estrella, y retrocesos generalizados en otras categorías.
El langostino patagónico, como bien resaltó Carla Barbuto en su informe para LM Neuquén, es el gran protagonista de esta recuperación circunstancial. Sin embargo, la recuperación no será completa sin estrategias que balanceen producción, exportaciones, sustentabilidad y estabilidad laboral.
El futuro inmediato dependerá tanto del comportamiento biológico del recurso como de las condiciones internacionales. Si bien septiembre dejó cifras alentadoras, los próximos meses serán determinantes para evaluar si el repunte es una señal de reversión o solo un pico dentro de un ciclo de alta volatilidad.