En línea con la demanda global de reducir el uso de insumos de origen industrial, un equipo científico de la Universidad Nacional de Córdoba presentó una alternativa novedosa: una “vacuna vegetal” capaz de preparar a los cultivos para responder de forma más eficiente ante enfermedades y plagas, sin aplicar pesticidas convencionales.
El desarrollo está liderado por Georgina Fabro y María Laura Fanani, investigadoras de la Facultad de Ciencias Químicas de la UNC, quienes estudian desde hace años los mecanismos inmunológicos de las plantas y su capacidad para generar defensas propias.
La tecnología consiste en una nanoemulsión formulada con aceites esenciales de tomillo, árbol de té y ruda, reconocidos por sus propiedades antifúngicas y repelentes. Las diminutas gotas están recubiertas por ramnolípidos, moléculas producidas por microorganismos del suelo.
Al entrar en contacto con la planta, estos compuestos actúan como una señal de alarma que desencadena una respuesta defensiva anticipada, sin generar daño ni estrés significativo. El resultado: plantas “entrenadas” para reaccionar más rápido ante patógenos.
Además, todos los ingredientes son naturales y biodegradables, lo que evita acumulación en suelos y residuos en alimentos. Según Fabro, esta característica resulta clave ante las restricciones de agroquímicos en mercados como la Unión Europea.
La elaboración de la nanoemulsión implicó superar un reto central: estabilizar una mezcla de agua y aceites esenciales. “Fue necesario utilizar un sonicador de alta frecuencia para romper las gotas y mantener la formulación homogénea”, explicó Fanani, quien destacó el componente tecnológico del proceso.
El proyecto, iniciado en 2019, obtuvo recientemente un financiamiento de 7,98 millones de pesos por parte del Fondo de Innovación Social y Tecnológica (FITS) de la UNC. Este apoyo permitirá escalar la producción a nivel piloto y comenzar ensayos en condiciones reales.
Fabro subrayó que la etapa de campo es determinante: factores ambientales como radiación solar, humedad y presencia combinada de patógenos pondrán a prueba la eficacia de la formulación más allá del laboratorio.
Las primeras evaluaciones se realizarán en maíz, soja y trigo. También se analizará su uso como desinfectante de semillas para reducir la carga inicial de microorganismos y mejorar la sanidad desde el arranque del ciclo productivo, adelantó Fanani.
Si las pruebas confirman su potencial, esta “vacuna vegetal” podría convertirse en una herramienta de referencia para una agricultura más limpia, eficiente y alineada con las demandas ambientales actuales. Una innovación nacida en Córdoba que busca transformar la protección de cultivos en Argentina y la región.