La agricultura regenerativa se consolidó como una de las grandes protagonistas de la COP30, donde múltiples actores del agro coincidieron en que el enfoque dejó de ser un concepto emergente para transformarse en un modelo con resultados medibles. El debate, organizado en el pabellón del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), reunió a productores, empresas, científicos y organismos multilaterales con un mensaje común: el desafío no es demostrar su eficacia, sino potenciar su adopción a escala regional.
Con más de 50.000 participantes, la conferencia climática se convirtió en una plataforma clave para discutir el rol estratégico del agro americano en un contexto global que exige sustentabilidad, innovación y resiliencia.
Durante el encuentro, referentes del sector subrayaron que la expansión de la agricultura regenerativa depende de tres pilares: más financiamiento, apoyo institucional y confianza entre los actores que integran la cadena agroalimentaria.
Participaron la productora brasileña Ana Carolina Zimmerman; la líder de Asociaciones Globales de Bayer, Gabriela Burian; la secretaria ejecutiva de FONTAGRO, Eugenia Saini; el investigador del INTA, Marcelo Beltrán; y el Director General del IICA, Manuel Otero. La moderación estuvo a cargo del Subdirector General del organismo, Lloyd Day.

El Subdirector General del IICA y moderador del debate, Lloyd Day; la líder de Asociaciones Globales / Plataforma de Múltiples Partes Interesadas de Bayer, Gabriela Burian; la agricultora brasileña Ana Carolina Zimmerman; y el Director General del Instituto, Manuel Otero. (Foto: IICA).
Zimmerman compartió resultados concretos de su trabajo en el Cerrado brasileño, una región que experimentó profundas transformaciones gracias a prácticas como la siembra directa, los cultivos de cobertura, el uso de bioinsumos y la irrigación eficiente.
“Hoy la calidad de la materia orgánica en nuestros suelos es mejor que antes”, afirmó, y explicó que la combinación entre tecnología y manejo permitió alcanzar hasta cuatro cosechas por año con mayor productividad y menor impacto ambiental.
Por su parte, Manuel Otero aportó una distinción clave: la agricultura sostenible mantiene la productividad sin degradar los recursos, mientras que la regenerativa busca reparar y fortalecer los ecosistemas.
“Este enfoque nos posiciona para ser exportadores no solo de alimentos, sino también de conocimiento”, señaló. Además, destacó los avances del programa Suelos Vivos, impulsado desde 2020 junto al científico Rattan Lal, que instaló el debate en las agendas gubernamentales del continente.
Para Burian, la COP30 marcó un punto de inflexión: “Por primera vez, la agricultura está en el centro de las discusiones”. Sin embargo, enfatizó que la ambición debe ir acompañada de recursos: aunque el 30% de la población depende de la agricultura, solo el 4% del PIB global se dirige como financiamiento base al sector.
Saini, desde FONTAGRO, remarcó la necesidad de articular ciencia, financiamiento y gobernanza para llevar las herramientas tecnológicas al territorio. “Hay conocimientos disponibles y soluciones digitales, pero necesitamos políticas que faciliten la transferencia”, sostuvo.
Beltrán, del INTA, reforzó la evidencia regional: “Los productores creen en este modelo porque ven que sus campos sufren menos los problemas ambientales y, al mismo tiempo, producen más”.

Suelos con cobertura vegetal, una imagen representativa de los principios de la agricultura regenerativa.(Foto: INTA)
El debate dejó una conclusión unánime: para expandir la agricultura regenerativa es fundamental construir confianza, diseñar mecanismos financieros accesibles —especialmente para los agricultores de menor escala— y consolidar un diálogo continuo entre productores, empresas, gobiernos y el sistema científico.
En una COP centrada en el rol de la Amazonia como epicentro climático, la agricultura apareció como parte esencial de las soluciones, no como origen del problema.