Las salvias, un género que supera las 900 especies a nivel mundial, se convirtieron en protagonistas de jardines urbanos y rurales por su adaptabilidad, su bajo mantenimiento y su atractivo ornamental. En un informe publicado por La Nación destacó las claves para reconocer las variedades más comunes y entender en qué condiciones conviene cultivarlas, un dato relevante para aficionados y profesionales que buscan jardines más eficientes y biodiversos. La nota, firmada por Valeria Burrieza, remarca que todas comparten un rasgo distintivo: aman el sol y rechazan el exceso de agua, pero su comportamiento y vigor dependen del entorno donde se desarrollan.
El artículo repasa que las salvias pertenecen a la familia de las lamiáceas —la misma de las mentas, lavandas y romeros— y pueden ser arbustivas, herbáceas, anuales, perennes, aromáticas u ornamentales. A pesar de esta diversidad, su estructura floral en espigas y su capacidad para atraer polinizadores las convierten en aliadas estratégicas de jardines sostenibles. “Las salvias son plantas generosas y cada una tiene una virtud para destacar”, señaló el medio al describir su versatilidad.

Entre las variedades más populares aparece la Salvia officinalis, considerada la clásica aromática. De follaje gris verdoso y perfume intenso, esta especie perenne se adapta a suelos drenados y exposición solar plena. Es habitual en canteros secos, jardines de inspiración mediterránea o macetas amplias. Su tolerancia a la sequía, sumada a su aporte culinario, la vuelven una opción doblemente útil. “De follaje gris verdoso, textura aterciopelada y perfume inconfundible, la Salvia officinalis prospera en suelos drenados y a pleno sol”, citó La Nación.
Otra especie frecuente es la Salvia nemorosa, ideal para quienes buscan manchas de color prolijo y persistente. Forma matas compactas con flores violetas o moradas desde la primavera y resiste el frío sin dificultad. Su porte vertical la convierte en una buena herramienta de diseño para borduras o canteros mixtos. Según el artículo, su comportamiento regular y su capacidad de rebrote anual explican por qué se volvió una favorita entre los paisajistas.

Para jardines que buscan movimiento y volumen en el final del verano, la Salvia leucantha —originaria de México— ofrece espigas largas en tonos lila y violeta que se extienden hasta el otoño. El informe de La Nación la describe como una planta que destaca especialmente cuando el resto del jardín comienza a apagarse. En climas templados funciona como perenne; en zonas frías puede rebrotar desde la base o comportarse como anual. Entre sus ventajas se menciona la capacidad para atraer colibríes y abejas, lo que incrementa su aporte ecológico.
La Salvia farinacea, más compacta y prolífica, florece de manera continua desde la primavera hasta las primeras heladas. Sus flores azul lavanda la vuelven una opción popular en borduras y macetas, y su porte moderado se adapta bien a jardines pequeños o terrazas soleadas. Según la nota, en regiones templadas puede comportarse como perenne, mientras que en áreas frías se cultiva como anual debido a su sensibilidad.
Finalmente, la Salvia elegans se destaca por su aroma frutal y por la intensidad de sus flores rojas, que aparecen desde fines de la primavera hasta el otoño. Además, sus pétalos son comestibles y pueden utilizarse para decorar ensaladas o bebidas. La Nación subraya que esta especie prefiere suelos fértiles y exposición solar plena, aunque tolera leves sombras. En zonas frías conviene cultivarla en macetas para resguardarla durante el invierno.

Si bien todas las salvias comparten una marcada preferencia por la luz solar y el drenaje eficiente, su origen botánico condiciona su adaptación. Las especies mediterráneas —como officinalis y nemorosa— se desempeñan mejor en zonas húmedas o con lluvias frecuentes, donde los suelos livianos permiten que sus raíces no permanezcan encharcadas. En cambio, las variedades de origen americano —como leucantha, elegans y farinacea— muestran mayor tolerancia a climas cálidos o secos y responden con floraciones más prolongadas.
El informe explica que combinar diferentes tipos permite lograr composiciones dinámicas a lo largo de las estaciones. La verticalidad de la nemorosa, el carácter aterciopelado de la leucantha, el aroma de la officinalis y el impacto colorido de la elegans conforman un conjunto armónico y cambiante. Según especialistas citados por La Nación, reconocer estas diferencias ayuda a planificar jardines más sostenibles y con menos necesidad de mantenimiento.

La creciente presencia de salvias en viveros y proyectos de paisajismo se vincula con su resiliencia, diversidad visual y bajo consumo de agua, atributos que ganan importancia en un contexto de variabilidad climática. Al ser plantas que atraen polinizadores y favorecen la biodiversidad, su incorporación también responde a un enfoque ecológico cada vez más buscado.
El artículo remarca que, aunque sus nombres pueden resultar confusos para aficionados, familiarizarse con sus características permite tomar decisiones más acertadas al diseñar espacios verdes. Algunas requieren poda, otras se naturalizan y se esparcen por sí mismas, pero todas —si están bien ubicadas— ofrecen floraciones abundantes y aportan estructura y color.

La nota concluye que las salvias forman parte de un grupo de plantas capaces de combinar estética, funcionalidad y sustentabilidad, razones por las cuales su presencia se multiplica en jardines domésticos y espacios públicos. Conocerlas, diferenciarlas y entender sus necesidades es el primer paso para aprovechar todo su potencial.