La industria del cardamomo en India atraviesa un momento crítico, mientras agricultores, investigadores y empresas locales intentan responder a una misma pregunta: ¿puede la tecnología rescatar a uno de los cultivos más caros y difíciles del planeta? El desafío se desarrolla principalmente en Kerala, en el sur del país, donde productores y científicos explicaron a la BBC por qué la combinación de clima extremo, plagas y altos costos laborales amenaza a miles de familias, en un mercado global dominado por Guatemala.
El productor Stanley Pothan, con décadas en la actividad, resume el problema sin rodeos. “La gente suele pensar que el cardamomo es un cultivo lucrativo —y puede serlo—. Pero también es el cultivo más difícil que un agricultor puede cultivar”, dijo a la BBC. El cardamomo, conocido históricamente como “la reina de las especias”, es apreciado por su aroma complejo, pero su fragilidad lo convierte en una apuesta incierta.

“Es una planta muy delicada, propensa a enfermedades y ataques de plagas. Hay que estar constantemente en el campo, mirando cada hoja, cada flor. Exige atención todos los días”, explicó Pothan a la BBC. Además, es un cultivo extremadamente sensible al clima. El productor recordó que el verano pasado fue devastador: “Perdimos gran parte de nuestra cosecha por el calor”.
La situación se replica en Guatemala, el principal productor mundial, que llegó a perder cerca del 60% de su cosecha por la sequía extrema. Ese desplome disparó los precios internacionales: según datos de la Junta de Especias de India citados por la BBC, el valor por kilo aumentó un 70% interanual, hasta alcanzar los 1.178 rupias (alrededor de 13 dólares).
Ante este escenario, el Instituto Indio de Investigación del Cardamomo (ICRI) —dependiente de la Junta de Especias— redobla sus esfuerzos para aliviar la carga sobre los agricultores. Su directora, A. B. Reema, explicó a la BBC que la institución trabaja en múltiples frentes: mejora genética, vigilancia de plagas, manejo del suelo, capacitación y transferencia tecnológica.
Uno de los avances más visibles es una aplicación móvil que permite monitorear la calidad y humedad del suelo en cada plantación. “La tecnología ya no está separada de la agricultura. Hoy es una herramienta diaria para los cultivadores de cardamomo”, afirmó Reema a la BBC. La app ofrece recomendaciones personalizadas y envía alertas sobre lluvias, enfermedades y riesgos inminentes.
Incluso los productores con menos recursos se están sumando a estas herramientas. “Los pequeños agricultores no dependen solo del consejo local: pueden revisar la humedad, la calidad del suelo e incluso síntomas de enfermedades directamente desde el campo”, agregó la investigadora.

El desafío más ambicioso —pero también el más lento— es crear variedades más resistentes. La profesora Preity Chetty, investigadora del Departamento de Genética y Fitomejoramiento de la Universidad Agrícola de Kerala, explicó a la BBC que el objetivo es producir plantas tolerantes a enfermedades, de alto rendimiento y resistentes al cambio climático.
“Nos concentramos en desarrollar variedades tolerantes a las principales plagas y enfermedades, además de rendidoras y resilientes al clima”, afirmó Chetty a la BBC. Los científicos ya encontraron una variedad que puede crecer con poca agua, un avance clave para temporadas con extremos térmicos cada vez más frecuentes.
Para acelerar los desarrollos, los equipos están estudiando el ADN del cardamomo y buscando marcadores genéticos que permitan seleccionar de forma más rápida los rasgos deseables. “A diferencia de otras especias, los estudios sobre cardamomo son limitados, especialmente a nivel molecular. Falta identificar marcadores para rasgos reproductivos o de rendimiento, y eso es lo que estamos tratando de resolver”, señaló Chetty.
Tras la cosecha, uno de los procesos más determinantes para la calidad —y el precio— es el secado. Los grandes productores cuentan con instalaciones propias, pero los pequeños deben recurrir a intermediarios, lo que muchas veces genera pérdida de calidad.
Para enfrentar esa brecha, la emprendedora Annu Sunny, fundadora de la empresa social Graamya, introdujo secadores por bomba de calor que reducen costos y mejoran el producto final. “A los pequeños agricultores les afectaba depender de terceros. El acabado del producto no era bueno”, explicó Sunny a la BBC. Con su tecnología, el secado cuesta alrededor de 10 rupias por kilo, frente a las 14 rupias del sistema a leña.
El impacto es inmediato: “El producto queda mejor terminado, sin humo, con un secado parejo, y mantiene su color verde natural. Y el color define el precio”, sostuvo Sunny.
Mientras tanto, nuevos productores apuestan a un camino aún más desafiante: el cardamomo orgánico. Uno de ellos es Mathews Geroge, exbanquero que dejó su profesión en 2020 para iniciar un proyecto agrícola.
“Cuando hablé por primera vez con los científicos del Instituto de Investigación del Cardamomo, me desanimaron. Dijeron que el cardamomo es demasiado sensible para cultivarse de manera orgánica”, contó Geroge a la BBC. Y, de hecho, su primera experiencia fue catastrófica: perdió casi el 90% de su primera cosecha.
Tras dos años de pruebas, recurrió a técnicas ancestrales de Vrikshayurveda, un método tradicional indio de agricultura sostenible, y comenzó a obtener mejores resultados. “Incluso hoy no diría que he dominado el cultivo. Sigue siendo un desafío. Pero ahora entiendo el ritmo del cardamomo: cuándo actuar, cuándo esperar, cuándo dejar que la naturaleza haga su trabajo”, afirmó.
Geroge cree que la agricultura orgánica puede competir con los métodos convencionales. “La agricultura sostenible empieza por reducir los costos de insumos. Muchos piensan que lo orgánico es caro, pero si elaborás tus propios insumos y entendés tu suelo, podés ganar más con menos químicos”, dijo a la BBC.

A pesar del avance tecnológico, el gran cuello de botella sigue siendo la mano de obra. Pothan estima que el 75% de sus costos proviene del trabajo humano, especialmente durante la cosecha. “La cosecha es un trabajo especializado, realizado sobre todo por mujeres. Saben exactamente qué cápsula está lista y cuál no. Pueden tomar una o dos y volver 45 días después al mismo lugar”, aseguró.
Sunny coincide en que ese aspecto no cambiará pronto: “La mecanización es limitada. Podés mecanizar el rociado o el deshierbe, pero no la poda o la cosecha”, dijo a la BBC. Cada innovador que visita su finca promete una solución, pero hasta ahora no surgió ninguna herramienta eficiente.
Pothan resume la esencia de este cultivo ancestral y exigente: “En el cardamomo no hay atajos. No se puede automatizar todo. Es uno de esos cultivos que necesitan ciencia y alma”.