La avicultura se expande en la Patagonia Norte y transforma la economía familiar y productiva

El crecimiento del autoconsumo y de los pequeños emprendimientos redefine el mapa productivo regional, mientras el INTA impulsa genética local y nuevos canales de comercialización

La avicultura se expande en la Patagonia Norte y transforma la economía familiar y productiva
lunes 24 de noviembre de 2025

La producción avícola en la Patagonia Norte vive un proceso de expansión que está modificando los hábitos de consumo y la estructura económica regional. Desde 2024, los Centros de Multiplicación de Aves (CMA) del INTA, ubicados en Zapala (Neuquén) y en el Alto Valle de Río Negro, comenzaron a comercializar aves destinadas tanto a familias que buscan fortalecer el autoconsumo como a pequeños y medianos productores que ven en la actividad una oportunidad de negocio. El fenómeno, informado por Río Negro, se consolidó durante 2024 y 2025 gracias a la articulación entre demanda creciente, genética mejorada y acompañamiento institucional.

La aceleración del consumo de carne aviar y huevos en Argentina explica parte del impulso. Con una dieta nacional que alcanzó en 2024 los 115 kilos de carne por habitante por año, la preferencia por proteínas alternativas a la bovina —que sigue en retroceso— abrió un espacio fértil para que la región norpatagónica diversifique su matriz productiva mediante soluciones de escala doméstica y emprendimientos familiares.

La avicultura se expande en la Patagonia Norte y transforma la economía familiar y productiva

Este avance no solo fortalece la seguridad alimentaria regional, sino que también abre una vía de ingresos para cientos de familias en territorios donde la producción está condicionada por la distancia y la aridez climática.

Un consumo que cambia y una región que se adapta

Según datos citados por Río Negro en base a la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el consumo de carne aviar en Argentina alcanzó los 49,3 kilos por habitante en 2024, casi igualando a la carne vacuna, que quedó en 48,5 kilos, muy lejos del promedio histórico de 84 kilos que supo tener entre 1950 y 1980. En paralelo, el consumo de carne porcina se ubicó en 17,7 kilos, consolidando un patrón: los argentinos comen menos vacuno y más proteínas alternativas.

En este contexto, la Patagonia Norte muestra una particularidad: el crecimiento del autoconsumo como estrategia de ahorro. Río Negro destacó que una familia tipo de cuatro integrantes demanda en promedio 121 huevos y 16 kilos de carne por mes, volumen que puede ser cubierto con cinco o seis gallinas ponedoras y seis animales de carne criados en el hogar.

Los rendimientos regionales acompañan ese modelo:

  • Un pollo campero aporta entre 2,5 y 3,5 kilos a los 3 o 4 meses.
     
  • Un pavo híbrido puede alcanzar entre 6 y 8 kilos de carne en el mismo período.
     

La adaptación genética lograda por el INTA —particularmente con la Negra INTA y los Camperos INTA— permitió que la avicultura se adapte a climas fríos y a sistemas de crianza familiar, mejorando la eficiencia biológica sin requerir estructuras industriales.

La avicultura se expande en la Patagonia Norte y transforma la economía familiar y productiva

Un programa que ya muestra resultados concretos

El avance de la actividad puede medirse en números. Según datos institucionales difundidos por Río Negro, durante 2024 los CMA de Zapala y Alto Valle distribuyeron:

  • 9.154 pollitas ponedoras Negra INTA
     
  • 2.994 pollitos Camperos INTA
     
  • 1.552 pavitos híbridos
     

Estas aves llegaron a 792 productores de la región. En el Alto Valle, el 85% de las entregas se destinó al autoconsumo y el 15% a emprendimientos productivos. En Zapala, la relación fue más balanceada: 51% para proyectos comerciales y 49% para consumo familiar.

A partir de estas entregas, se estima que durante 2024 se generaron:

  • 2.128.250 huevos, considerando un promedio anual de 250 unidades por ponedora.
     
  • 8.291 kilos de carne de pollo campero, con un peso promedio regional de 3 kilos por animal.
     
  • 9.933 kilos de carne de pavo híbrido, con una media de 8 kilos por ejemplar.
     

En total, la disponibilidad de proteína aviar generada alcanzó los 145.922 kilos, equivalentes a unos 15 kilos mensuales de proteína por familia receptora.

Un impacto económico que ya se siente

El aporte de la actividad al ingreso regional también es significativo. Los cálculos retomados por Río Negro estiman que:

  • La producción regional de huevos —valorados en $8.000 por maple de 30 unidades— generó casi $560 millones.
     
  • La producción de carne aviar y de pavo aportó otros $130 millones, considerando precios locales de $6.000 el kilo de pollo y $8.000 el kilo de pavo.
     

Para las familias que adquirieron aves, esto implica un beneficio directo de $73.310 mensuales, ya sea en ahorros por autoconsumo o en ingresos por venta.

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El modelo, además, diversifica la economía regional sin requerir infraestructura costosa. La crianza de gallinas ponedoras y pollos camperos exige insumos moderados, puede realizarse en patios o pequeños corrales y se adapta a estrategias colectivas de compra o a la asistencia técnica que ofrecen las agencias del INTA.

Genética local y articulación institucional: las claves del crecimiento

Para el INTA, el corazón del programa está en la genética territorial, un concepto que combina el desarrollo de biotipos adaptados con el acompañamiento técnico constante. Los CMA funcionan como nodos de distribución sanitaria y genética: garantizan animales libres de enfermedades, de crecimiento controlado y con estándares de productividad estables.

La estrategia también se apoya en tres pilares:

  1. Capacitación permanente en manejo, sanidad y alimentación.
     
  2. Redes de productores, que permiten compras conjuntas, intercambio de experiencias y sistemas de comercialización directa.
     
  3. Presencia territorial, clave en una región dispersa y con largas distancias entre localidades.
     

Experiencias como la compra coordinada de pavos híbridos, gestionada desde INTA Pergamino, muestran cómo la articulación nacional potencia la expansión de la actividad incluso en regiones más frías o con menos tradición avícola.

Un sector que se consolida como alternativa estratégica

La avicultura se transforma así en una actividad estratégica para la Patagonia Norte, según subrayó Río Negro en su cobertura. Sus beneficios abarcan:

  • Seguridad alimentaria, al garantizar proteína accesible y de producción local.
     
  • Diversificación económica, con impacto en emprendedores rurales y periurbanos.
     
  • Sostenibilidad territorial, al aprovechar sistemas de crianza de baja escala y bajo impacto ambiental.
     
  • Fortalecimiento comunitario, mediante redes de intercambio y autoconsumo.
     

El crecimiento del sector también se vincula con una tendencia nacional: la búsqueda de proteínas más económicas, versátiles y accesibles. La carne aviar y el huevo son, hoy, pilares del consumo argentino.

En la Patagonia Norte, la respuesta institucional y la adopción social están delineando un mapa productivo distinto al de hace apenas una década. La avicultura ya no es una actividad marginal: es una herramienta concreta para mejorar ingresos, garantizar alimentos y generar arraigo.



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