La Argentina debe complementar su rol tradicional como exportadora de commodities con una estrategia activa de transferencia de conocimiento y tecnología agropecuaria, aseguró el Director General del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), Manuel Otero, durante el cierre del Forbes Campo y Futuro Summit, realizado el 19 de noviembre. La afirmación cobra relevancia en un contexto en el que las Américas producen una de cada cuatro toneladas de alimentos del planeta y donde la cooperación técnica aparece como un recurso clave para fortalecer la seguridad alimentaria mundial, según informó Forbes.
Otero, quien atraviesa el tramo final de su segundo mandato frente al organismo hemisférico, destacó que el país cuenta con “los mayores stocks de conocimiento y tecnologías para compartir”, una definición que puso en perspectiva el potencial argentino para consolidar un liderazgo regional de nueva generación. De acuerdo con lo señalado por Forbes, el funcionario remarcó que la venta de materia prima sigue siendo fundamental, pero advirtió que el desafío del siglo XXI exige ampliar la estrategia comercial hacia servicios, innovación y soluciones aplicadas al agro.
En su intervención, el titular del IICA describió el rol del organismo, que reúne a 34 países miembros y lleva más de ocho décadas articulando agendas técnicas en la región. Su estructura, que combina una red de 35 oficinas distribuidas en América y Europa, permite que las líneas de cooperación lleguen tanto a grandes potencias agroindustriales como a pequeños Estados del Caribe. Según consignó Forbes, para Otero esta capilaridad institucional garantiza que incluso las naciones con menos recursos accedan a políticas y herramientas que fortalezcan su resiliencia frente a fenómenos climáticos, sanitarios y comerciales.
Durante su análisis, Otero recordó que su gestión se organizó en torno a tres ejes: recuperar la confianza de los países miembros, modernizar la gobernanza interna y asegurar una cooperación de alto impacto en áreas estratégicas como sanidad vegetal y animal, inocuidad, bioeconomía, agricultura digital, comercio y transición generacional. “Hacer más con menos y de manera diferente” fue, según describió Forbes, otra de las premisas que guiaron sus ocho años de conducción.
Uno de los avances institucionales más relevantes, según lo mencionado en el evento, fue la consolidación del Pabellón de la Agricultura Sustentable de las Américas en las cumbres climáticas globales (COP). Por cuarto año consecutivo, el IICA logró instalar un espacio donde los sistemas productivos del continente muestran innovaciones en sostenibilidad, gestión de carbono, mecanización inteligente, agricultura digital y prácticas regenerativas. Para Otero, esta presencia es indispensable: históricamente —recordó— las negociaciones ambientales se realizaron sin la participación directa del sector agropecuario, lo que derivó en políticas poco representativas de la realidad productiva.
El diagnóstico del Director General también incluyó una autocrítica. Según recogió Forbes, Otero sostuvo que la región enfrenta un “problema de autoestima” porque no siempre defiende su peso específico en foros internacionales, pese a ser un bloque clave para la sostenibilidad alimentaria global. Esta falta de protagonismo —advirtió— convive con una gran heterogeneidad: mientras países como Brasil o Argentina tienen una balanza agroexportadora altamente superavitaria, otras naciones dependen casi por completo de las importaciones. Un caso ilustrativo es El Salvador, que compra en el exterior cerca del 80% de los alimentos que consume.
El contraste entre potencias agroindustriales y Estados vulnerables refuerza la necesidad de cooperación regional. En este punto, Otero subrayó que, aun con diferencias políticas, persiste un consenso hemisférico sobre cuestiones centrales: avanzar en ciencia e innovación, digitalizar la agricultura, simplificar regulaciones de comercio, impulsar la industrialización del agro y fortalecer a la agricultura familiar. Estas coincidencias, según destacó, permiten delinear una agenda supranacional capaz de trascender coyunturas.
La integración también se materializa en espacios subregionales como Mercosur, Procisur y el Comité Veterinario Permanente, donde el IICA actúa como secretaría técnica para facilitar acuerdos y armonizar políticas. Esta función, que combina diplomacia técnica y cooperación científica, ha permitido acelerar procesos que de otro modo avanzarían de manera fragmentada.
Otro aspecto central del mensaje de Otero fue la relación entre el sector público y el privado. Según señaló Forbes, el Director General consideró que la articulación con empresas, innovadores y desarrolladores tecnológicos fue una decisión estratégica de su gestión. Las alianzas mixtas, planteó, son esenciales para liderar la transformación productiva que se está desplegando a nivel global, desde la automatización y la inteligencia artificial hasta la trazabilidad de alimentos y la reducción de emisiones.
Sin embargo, Otero advirtió sobre una tensión creciente: mientras las crisis climáticas y geopolíticas aumentan la demanda de cooperación técnica, los fondos internacionales destinados a este fin se reducen. Esta disminución —indicó— obliga a los países del continente a reforzar sus propios mecanismos de intercambio de conocimiento. En este escenario, Argentina puede desempeñar un rol clave exportando soluciones tecnológicas, métodos de producción, modelos asociativos y herramientas digitales que ya demostraron eficacia en su sistema agroproductivo.
La visión del IICA plantea que la región tiene la capacidad de liderar la transición hacia una agricultura más sostenible, inclusiva y basada en evidencia científica. Pero para lograrlo, afirmó Otero, es imprescindible que América Latina y el Caribe valoren su aporte estratégico al mundo y actúen en consecuencia. La transferencia de conocimiento —insistió— no solo es un activo económico, sino un instrumento geopolítico para consolidar la seguridad alimentaria global.
El cierre de su participación en el Summit organizado por Forbes dejó una consigna clara: la agricultura de las Américas es hoy uno de los pilares de la sostenibilidad mundial, y Argentina —por su experiencia, innovación y tecnología— tiene la oportunidad de convertirse en un proveedor integral, no solo de productos, sino también de capacidades que ayuden a transformar los sistemas agropecuarios del continente.