El Gobierno nacional afrontará en los próximos quince días cuatro pruebas económicas cruciales, que definirán el nivel de confianza del mercado en su plan fiscal, monetario y cambiario. Según un informe de Fundación Capital citado por Infobae, estas instancias de evaluación coinciden con un período de liquidez reducida y con la necesidad de sostener el proceso de remonetización, factores que serán centrales para medir la demanda de pesos, el apetito por el dólar y la capacidad de renovación de deuda pública.
El documento de la consultora encabezada por el ex presidente del Banco Central Martín Redrado advierte que la economía argentina opera hoy con niveles mínimos de monetización. La base monetaria alcanza aproximadamente el 5% del PBI—una mejora frente al 3,5% del año pasado—pero aún distante del promedio del 8,5% previo a la pandemia. Por su parte, el M2 privado, que incluye efectivo y depósitos a la vista, se ubica en 7,9% del PBI, lejos de los niveles históricos del 11,4%. Esta situación obliga al Ejecutivo a buscar mayor cohesión entre políticas fiscales, financieras y cambiarias para recuperar la estabilidad macroeconómica y, a la vez, fortalecer la demanda de pesos.
La consultora subraya que diciembre suele mostrar un repunte estacional del uso de dinero por pago de aguinaldos y el inicio del período vacacional. Sin embargo, enfatiza que ese incremento es temporario y que será determinante observar cómo se comporta la demanda de pesos a partir de la segunda quincena de enero y a lo largo de febrero, cuando desaparecen los estímulos estacionales y queda en evidencia la solidez estructural del proceso de remonetización.

En este marco, la primera prueba será el resultado de la formación de activos externos correspondiente a noviembre, el mes posterior a las elecciones. Hasta septiembre, las compras netas de billetes y divisas por parte del sector privado habían superado los USD 6.500 millones en un clima de incertidumbre preelectoral. La nueva cifra permitirá determinar si esa demanda por cobertura continúa alta o si se desacelera, lo cual podría interpretarse como un indicio de mayor estabilidad cambiaria y un refuerzo de la confianza en el peso.
La segunda prueba llegará con la licitación del bono dólar linked por USD 2.700 millones, que vence el 26 de noviembre. El desempeño de esta operación es clave para evaluar la predisposición del mercado a renovar compromisos en pesos ajustados al tipo de cambio oficial, en momentos en que el dólar mayorista retomó una trayectoria ascendente aunque aún opera por debajo del límite superior de las bandas cambiarias. El grado de renovación será un signo directo del apetito inversor por instrumentos asociados al dólar, pieza central para la estrategia de contención cambiaria del Gobierno.
La tercera instancia crítica será el vencimiento de aproximadamente USD 2.000 millones en contratos de futuros de dólar, previsto para fin de mes. La atención estará puesta en la cantidad de posiciones que se renueven. Un volumen elevado evidenciaría una fuerte búsqueda de cobertura cambiaria, señal de expectativas persistentes de volatilidad. Por el contrario, una menor renovación sugeriría un clima de mayor estabilidad y una disminución de las percepciones de riesgo inmediato sobre el valor del dólar.
El cuarto desafío será la licitación de deuda en pesos que tendrá lugar este miércoles, cuando vencen alrededor de $14,5 billones, mientras que el Tesoro cuenta con apenas $4,7 billones en sus cuentas en moneda local. Para enfrentar este volumen, el Gobierno ofrecerá instrumentos CER, dólar linked, de tasa fija y TAMAR. El comportamiento de los bancos y del sistema financiero será clave, especialmente después de la flexibilización reciente de encajes y de los ajustes implementados por el Banco Central en materia monetaria. El nivel de renovación mostrará si existe disposición del mercado a continuar financiando al Tesoro en un contexto de concentración de vencimientos y expectativas cambiantes sobre la inflación y el tipo de cambio.

Pese a la complejidad del panorama, el informe sostiene que el Gobierno llega a estas pruebas con cierta ventaja, atribuida a la fortaleza política posterior a las elecciones y al respaldo externo proveniente de Estados Unidos. La consultora considera que estos factores aumentan las probabilidades de superar con éxito los cuatro desafíos y así consolidar un momento financiero favorable. No obstante, advierte que la mejora en la demanda de pesos que suele observarse en diciembre puede revertirse rápidamente, por lo que será indispensable monitorear atentamente la liquidez a comienzos del próximo año.
En cuanto a la política monetaria y cambiaria, Fundación Capital destaca la importancia de avanzar en un proceso sostenido de acumulación de reservas, indispensable para reducir la vulnerabilidad externa y fortalecer la credibilidad del programa económico. Además, subraya la necesidad de desarrollar un esquema sistemático de operaciones de mercado abierto que permita absorber o inyectar liquidez según las necesidades coyunturales, evitando así desbordes inflacionarios o episodios de tensión.
El informe también propone avanzar hacia un modelo institucional de bimonetarismo, donde el uso cotidiano del dólar y del peso conviva bajo reglas claras y estándares internacionales de verificación. Según la consultora, esta modalidad podría contribuir a multiplicar la oferta monetaria sin generar presiones inflacionarias, siempre que se adopten incentivos adecuados y se garantice un marco regulatorio creíble.
En este contexto, las próximas dos semanas se presentan como un punto de inflexión para la estrategia económica del Gobierno. Los resultados de los cuatro exámenes influirán en la evolución del riesgo país, en la disposición del mercado a seguir financiando al Tesoro y en la capacidad oficial para sostener un sendero de estabilidad. Además, condicionarán los avances en dos objetivos que el ministro de Economía, Luis Caputo, destacó recientemente como prioritarios: el crecimiento económico y la acumulación de reservas. Ambos frentes siguen abiertos y dependen, en gran medida, de la credibilidad que logre sostener el programa macroeconómico y del respaldo que reciba por parte del sector privado.