Nuestros Productos / Argentina Agrega Valor en Origen 2025

Pedro Landa: “Un producto orgánico no es libre de químicos, es producido sin sintetizar sustancias”

El director técnico destacó la importancia de la agricultura orgánica y los principios básicos de producción en bioeconomía y valor agregado

Pedro Landa: “Un producto orgánico no es libre de químicos, es producido sin sintetizar sustancias”
miércoles 26 de noviembre de 2025

Por Agroempresario.com

Pedro Landa, Director Técnico de la Organización Internacional Agropecuaria (OIA), brindó una disertación sobre agricultura orgánica y bioeconomía durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero. En su exposición, Landa aclaró que un producto orgánico no es un producto libre de residuos químicos, sino que se produce bajo sistemas que prohíben el uso de agroquímicos y organismos genéticamente modificados, a la vez que integra herramientas tecnológicas amigables con el ecosistema.

En su intervención, Landa destacó que la producción orgánica se convirtió en un eje central de la bioeconomía y del valor agregado en origen. "El producto orgánico está generado en un sistema productivo en el cual no está permitido usar productos de síntesis química ni organismos genéticamente modificados. Eso hace que sea un producto especialmente importante cuando hablamos de economía y valor agregado en origen", explicó.

El especialista remarcó que la bioeconomía permite un espectro más amplio de herramientas para la producción como drones, inteligencia artificial y tecnologías de medición de indicadores productivos. Sin embargo, enfatizó que estas herramientas no alteran la esencia de un producto orgánico, que sigue basándose en principios básicos de agricultura, sustentabilidad y respeto al ecosistema.

Los principios que guían la agricultura orgánica

Landa contextualizó la agricultura y recordó que desde los orígenes de la humanidad, la transición de la caza y la recolección a la domesticación de plantas y animales implicó un respeto natural hacia los sistemas productivos. “Todo era agricultura orgánica, por sentido común e intuición”, destacó y subrayó que los principios fundamentales de la agricultura perduraron a lo largo de los milenios.

Entre los principios mencionados, destacó la regeneración, definida como la capacidad de los sistemas productivos para recuperarse tras la extracción de recursos. Landa explicó que prácticas como la rotación de cultivos y el respeto al suelo permiten mantener la fertilidad y la sostenibilidad a largo plazo. En segundo lugar, se refirió a la adaptabilidad, entendida como la necesidad de ajustar los sistemas productivos al clima y al ecosistema. “El clima es un jugador que no podemos prever completamente, y no estar preparados puede generar pérdidas”, señaló. En tercer término, habló de la interdependencia y la biodiversidad, al afirmar que la resiliencia de los sistemas agrícolas depende de la biodiversidad. La coexistencia de distintos vegetales y animales asegura estabilidad ante los cambios externos. Por último, mencionó la circularidad y subrayó que todos los residuos pueden convertirse en insumos, para integrar así la sostenibilidad en cada eslabón de la cadena productiva.

Estos principios, sostuvo Landa, son esenciales para la bioeconomía y la producción orgánica, y no deben verse comprometidos por la búsqueda de eficiencia económica a corto plazo.

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Eficiencia versus sostenibilidad

Landa reflexionó sobre la tendencia histórica de los sistemas agrícolas a priorizar indicadores de eficiencia medibles económicamente, como kilos de maíz, soja o carne, a costa de la degradación de otros indicadores menos visibles, pero fundamentales, como la salud del suelo y la biodiversidad. Señaló que esta aceleración por la eficiencia ha llevado al deterioro de suelos fértiles hasta convertirlos en desiertos y citó ejemplos históricos como las civilizaciones del Eufrates y Tigris.

“Hay que reaprender, recuperar conciencia y producir con conocimiento de las consecuencias de nuestras decisiones”, afirmó y subrayó que la bioeconomía debe guiar la producción desde una perspectiva ética y responsable para pensar en las futuras generaciones.

Tecnología al servicio de la agricultura orgánica

A pesar de sus críticas a la eficiencia mal entendida, Landa destacó que la tecnología moderna puede y debe integrarse en la agricultura orgánica. Drones, inteligencia artificial y sistemas de monitoreo permiten anticipar cambios climáticos, mejorar la planificación y generar indicadores precisos de producción sin comprometer los principios fundamentales de la agricultura regenerativa.

Sin embargo, enfatizó la necesidad de respetar los límites biológicos y ecológicos. “No podemos trabajar 24 horas por día porque nuestro cuerpo no lo aguanta, igual que las plantas y los animales, que siguen ritmos naturales”, explicó. La ética, sostuvo, debe ser el eje de la producción y la bioeconomía.

El aporte del INTA y la eficiencia económica

Landa citó un estudio del INTA de Pergamino sobre el punto óptimo de eficiencia económica en cultivos de maíz, donde la densidad de 44.000 plantas por hectárea maximizaba la rentabilidad frente a las 78.000 que buscaban un rendimiento físico máximo. Esta diferencia, señaló, refleja la necesidad de priorizar la eficiencia económica consciente frente a la simple búsqueda de máximos productivos, y así reafirmar la importancia de la educación y capacitación en agricultura orgánica.

En este sentido, mencionó la labor de expertos como Mario Clozza, quien trabaja en capacitación en agricultura orgánica, y destacó que la formación continua es clave para aplicar tecnologías modernas sin perder de vista los principios básicos de producción.

La mirada de Pedro Landa sobre la bioeconomía

Para Landa, la bioeconomía no solo implica acelerar procesos productivos, sino comprender y respetar los sistemas naturales. Los conceptos de regeneración, adaptabilidad, interdependencia y circularidad forman el núcleo ético de esta visión. Asimismo, alertó sobre los riesgos de la adopción de prácticas sin conciencia de sus consecuencias, tanto en suelos como en ecosistemas completos.

“Recuperarse con conciencia es fundamental”, afirmó, y explicó que la conciencia implica entender los impactos de cada decisión a nivel personal, predial y global. Solo a partir de este enfoque, según expuso, la bioeconomía puede generar valor agregado sin comprometer la sostenibilidad.

Capacitación, conocimiento y principios básicos

Landa concluyó con la importancia de la capacitación continua para los productores y profesionales del sector. Resaltó que la agricultura orgánica moderna no consiste en replicar prácticas ancestrales, sino en aplicar principios fundamentales con conocimiento científico y herramientas tecnológicas.

“Tenemos que reaprender, volver a las fuentes, educarnos y medir los impactos de nuestras decisiones”, afirmó, con el fin de subrayar que la producción orgánica responsable y la bioeconomía ética representan un camino sostenible para el agro argentino y mundial.

 



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