Por Agroempresario.com
Durante el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía”, organizado por Agroempresario.com y realizado el pasado 25 de agosto en el Hilton Hotel de Puerto Madero, el presidente global de la Cámara Mercosur-ASEAN, Rodolfo Caro Kramer, brindó una exposición que se transformó en uno de los puntos más destacados del encuentro.
Con una mirada amplia sobre la geopolítica económica global, Kramer delineó las transformaciones del comercio internacional, los desafíos para América Latina y las oportunidades que el Mercosur y la Argentina deben aprovechar frente al crecimiento exponencial del bloque del Sudeste Asiático (ASEAN).
Caro Kramer abrió su presentación destacando la función de la Cámara Mercosur-ASEAN, institución que preside a nivel global y que articula relaciones entre dos de los bloques económicos más dinámicos del planeta. “ASEAN constituye hoy uno de los proyectos de integración más exitosos del mundo”, afirmó, en referencia a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, integrada por países como Tailandia, Vietnam, Filipinas, Singapur y Malasia, entre otros.
Esa región, caracterizada por una enorme diversidad religiosa, cultural y económica, ha mantenido un crecimiento sostenido del 5 al 7% anual, lo que la posiciona como un polo ineludible para la cooperación comercial y tecnológica con América Latina. Con una población superior a 725 millones de habitantes, el bloque asiático se consolida como un mercado estratégico para el agro y la bioeconomía argentina.
“No podemos estar ausentes de una región que está marcando el pulso del crecimiento global”, subrayó el referente de la Cámara.
El dirigente resaltó especialmente el vínculo con Vietnam, uno de los socios más relevantes de la Argentina dentro del bloque asiático. “Dependiendo del período, Vietnam fue entre el cuarto y el quinto socio comercial de la Argentina”, explicó.
Actualmente, el intercambio comercial entre ambos países ronda entre 5.000 y 6.000 millones de dólares anuales, con una característica central: Argentina mantiene una balanza superavitaria, exportando aproximadamente 4.000 millones de dólares e importando 1.000 millones.
Los principales envíos argentinos incluyen soja, maíz, harina, carne y productos agroindustriales, mientras que desde Asia llegan bienes manufacturados, electrónicos y tecnológicos.
El vínculo, señaló Kramer, se está profundizando con la llegada de empresas como Viettel, gigante vietnamita de telecomunicaciones y tecnología aeroespacial, que ya avanza en proyectos conjuntos de innovación con la región del Mercosur.
Uno de los pasajes más potentes de su exposición fue el análisis sobre la reconfiguración del mapa económico global. Según Kramer, el eje de poder mundial se está trasladando desde el Atlántico hacia el Pacífico, un cambio geopolítico que redefine las prioridades comerciales de las próximas décadas.
“El centro de gravedad económica se fue desplazando desde los años 80 desde el Atlántico hacia el Pacífico. Hoy esa es la región donde vive la mitad de la población mundial y donde se concentran las megaciudades del planeta”, destacó.
En el Asia-Pacífico no solo se ubican las mayores urbes globales —como Tokio, Shanghái, Singapur y Yakarta— sino también los modelos más avanzados de Smart Cities, gobernanza digital y eficiencia logística. Singapur, ejemplificó, ha hecho de la transparencia institucional un valor cultural, incorporando la educación sobre la corrupción como materia obligatoria desde la escuela primaria.
El referente del Mercosur-ASEAN compartió proyecciones que delinean un cambio estructural del poder económico mundial hacia el año 2030. Según esos datos, China ocupará el primer lugar con un PBI de 64 trillones de dólares, seguida por India (46 trillones) y Estados Unidos (30 trillones).
En cuarto lugar se ubica Indonesia, con 10,7 trillones de dólares, consolidando la presencia asiática en el podio económico global. Entre los diez primeros países también se proyectan Turquía y Brasil, lo que demuestra la creciente relevancia del Sur global en el comercio mundial.
“Estamos pasando de una globalización occidental, liderada por el G7, a una globalización más oriental. Es un cambio que debemos comprender y al que tenemos que adaptarnos”, puntualizó Kramer.
De acuerdo con informes de la CEPAL y ALADI, hacia 2032 el 66% de la clase media mundial vivirá en Asia, y cerca del 60% del consumo global se concentrará en esa región. “Ese es el futuro del comercio internacional, y la Argentina debe posicionarse como un proveedor estratégico de alimentos, tecnología y conocimiento para esos mercados”, remarcó.
Kramer también hizo hincapié en la necesidad de conocimiento estratégico para construir relaciones sostenibles entre el Mercosur y ASEAN. “La primera barrera que tenemos con esta región es la información”, explicó, subrayando que tanto el sector público como el privado argentino aún tienen escaso conocimiento sobre el funcionamiento y las oportunidades que ofrece el bloque asiático.
Para revertir esa brecha, la Cámara Mercosur-ASEAN ha impulsado la creación de cátedras universitarias especializadas, que ya funcionan en seis universidades latinoamericanas. Estas instancias académicas brindan formación a empresarios, funcionarios y técnicos, fortaleciendo las capacidades institucionales para la integración económica y cultural.
“Sin información no se pueden tomar decisiones, y menos decisiones económicas. Por eso, el conocimiento es nuestra primera herramienta de desarrollo”, subrayó.
Durante su presentación, Caro Kramer destacó dos herramientas fundamentales para avanzar hacia un modelo de integración inteligente entre el Mercosur y el Sudeste Asiático: los joint ventures y el intercambio de know-how.
En lugar de limitar la relación comercial al intercambio tradicional de bienes —como soja, carne o granos—, propuso avanzar hacia alianzas productivas con socios locales, que generen transferencia tecnológica, inversión conjunta y empleo calificado.
“El joint venture garantiza proyectos más estables y duraderos, porque ambas partes comparten el mismo interés”, explicó el presidente de la Cámara.
Según detalló, existen actualmente varios proyectos bilaterales en marcha bajo este esquema, especialmente en sectores como agrotecnología, bioinsumos, biotecnología aplicada y seguridad alimentaria.
Uno de los temas más resonantes de su discurso fue la seguridad alimentaria, a la que definió como “una cuestión de Estado en los países del Sudeste Asiático”. Frente a ello, el Mercosur —y particularmente la Argentina— tienen la capacidad de convertirse en garantes del suministro de alimentos sostenibles y trazables, aprovechando su fortaleza agroindustrial y su potencial en bioeconomía.
La sinergia entre la producción primaria y la industrialización de base biológica —eje del III Congreso Federal— se proyecta como una oportunidad única para exportar valor agregado y conocimiento, no solo commodities.
“Tenemos una oportunidad extraordinaria. Aprovechemos esta coyuntura geopolítica y la demanda creciente de alimentos seguros. Argentina puede y debe ser un socio confiable para Asia”, enfatizó.
En el cierre de su intervención, Kramer convocó a empresarios, universidades y gobiernos a construir una agenda común entre América del Sur y Asia, basada en la bioeconomía, la innovación y la sostenibilidad.
La actual tensión comercial entre Estados Unidos y China —sumada a la necesidad global de diversificar proveedores— abre una ventana única para los países del Mercosur, que pueden consolidarse como aliados estratégicos en la región Asia-Pacífico bajo un enfoque Sur-Sur.
“Estamos frente a una región del futuro. Somos complementarios, no competimos. Debemos fomentar una relación sólida y duradera”, concluyó Rodolfo Caro Kramer, ante un auditorio que lo despidió con aplausos.
El discurso de Rodolfo Caro Kramer en el III Congreso Federal “Argentina Agrega Valor en Origen / Cumbre Mundial de la Bioeconomía” dejó una enseñanza clara: el mundo está cambiando su eje económico, y la Argentina debe mirar hacia el Este con una estrategia inteligente, basada en el conocimiento, la innovación y la cooperación productiva.
El agro argentino, con su potencial en producción sustentable, bioenergías y tecnología aplicada, tiene en Asia un socio natural y un mercado en expansión, donde la calidad y la trazabilidad son ventajas competitivas decisivas.
La articulación entre empresas, Estado y academia, junto a herramientas de integración como los joint ventures, puede marcar la diferencia entre ser meros exportadores de materias primas o protagonistas de la nueva bioeconomía global.
El desafío está planteado: comprender la transformación del comercio mundial, anticiparse a los cambios y actuar con visión estratégica. Porque, como afirmó Kramer, “la región del futuro está en el Pacífico, y la Argentina no puede quedarse afuera”.