Tres destinos cercanos a Mendoza que se posicionan como favoritos para las vacaciones de verano

Tres pueblos ubicados en provincias y países limítrofes se consolidan este verano como opciones ideales para quienes viven en Mendoza o la eligen como punto de partida para sus vacaciones. La combinación de ríos frescos, montañas, sombra natural y propuestas culturales convierte a El Trapiche, Isla Negra y Barreal en alternativas cada vez más elegidas por familias y viajeros que buscan descanso, cercanía y paisajes diversos. La variedad geográfica permite disfrutar tanto de sierras y valles como del océano Pacífico, con destinos a pocas horas de viaje.

En pleno inicio de la temporada estival, la demanda por escapadas cortas y espacios tranquilos impulsa la atención sobre estos pueblos que, sin masividad ni grandes infraestructuras turísticas, ofrecen experiencias auténticas y accesibles. La elección de destinos cercanos responde a un patrón que se repite verano a verano: evitar los grandes centros urbanos, reducir los tiempos de traslado y priorizar entornos naturales con buena sombra, agua apta para refrescarse y servicios básicos bien organizados.

El primero de estos destinos es El Trapiche, en la provincia de San Luis, que cada verano se posiciona como uno de los pueblos serranos más visitados de la región. Ubicado a pocas horas de Mendoza, se destaca por sus balnearios formados por el río Trapiche y los arroyos que descienden de las sierras. Las aguas frías y cristalinas se convirtieron en uno de los principales atractivos del lugar, especialmente en días de altas temperaturas. Las playas de arena y piedra permiten pasar jornadas completas bajo la arboleda natural, mientras que sus campings y paradores ofrecen comodidades para quienes buscan una escapada familiar.

Además del entorno natural, El Trapiche cuenta con varios puntos de interés turístico, entre ellos el Dique La Florida, el Parque Nativo y la zona histórica vinculada a las primeras actividades mineras de la región. La propuesta nocturna mantiene el tono relajado del pueblo: ferias, pequeños eventos culturales, música en vivo y gastronomía local simple pero apreciada por los visitantes. Por estas características, se consolidó como un destino para quienes priorizan la tranquilidad y el contacto directo con el paisaje serrano, sin la presencia de multitudes.

En el otro extremo geográfico de la región aparece Isla Negra, en la costa de Chile, un pueblo oceánico al que los mendocinos suelen llegar tras cruzar la cordillera en viajes de pocas horas. A diferencia de otros balnearios del Pacífico, Isla Negra conserva su identidad como localidad costera pequeña y calma, con una playa amplia y un mar fresco que atrae especialmente durante los meses de calor. Si bien el oleaje puede ser fuerte, existen sectores aptos para bañarse y se recomienda siempre respetar las indicaciones de seguridad.

El pueblo es reconocido también por su vínculo con Pablo Neruda, cuya casa-museo frente al océano figura como una de las visitas obligadas de la zona. La arquitectura singular, las colecciones del poeta y las vistas panorámicas convierten al espacio en un punto de interés cultural y turístico. La atmósfera de Isla Negra —calles tranquilas, viviendas de madera, bares sencillos con pescados y mariscos frescos— la transformó en una alternativa para quienes buscan mar sin el bullicio de los grandes destinos chilenos. Sus atardeceres, caracterizados por tonos rosados y naranjas sobre el horizonte, son otro de los motivos que explican su popularidad creciente entre quienes viajan desde Cuyo.

El tercer destino destacado es Barreal, en la provincia de San Juan, situado a unas tres horas de la ciudad de Mendoza. Este pueblo, enclavado en el Valle de Calingasta, es valorado por su entorno natural de grandes contrastes: arboledas, acequias, cursos de agua y una cordillera imponente que domina el paisaje. El río Barreal ofrece remansos y zonas de poca profundidad ideales para refrescarse, mientras que el silencio y la baja densidad poblacional lo convierten en uno de los lugares más serenos de la región.

Uno de los principales atractivos del pueblo es el barreal blanco, una extensa planicie arcillosa donde se practican actividades como el carrovelismo y que se volvió habitual para quienes buscan fotografías de la inmensidad del valle. Desde distintos puntos es posible observar el Cordón de Ansilta y el cerro Mercedario, uno de los más altos de Argentina, lo que atrae también a aficionados del montañismo y la fotografía de naturaleza.

Barreal conserva una identidad muy marcada: calles arboladas, casas de adobe, bodegas pequeñas y un ritmo pausado que invita a caminar sin prisa. Su cielo limpio lo posiciona además como uno de los mejores lugares del país para la observación astronómica, un atractivo que suma valor durante las noches de verano. La combinación de servicios básicos, tranquilidad y paisaje montañoso lo convirtió en una alternativa buscada por quienes desean desconexión total.

En un contexto donde el turismo regional y las escapadas de cercanía ganan terreno, estos tres pueblos representan opciones variadas para públicos distintos: sierras y ríos en San Luis, mar y cultura en Chile, y montañas y cielo abierto en San Juan. La tendencia a elegir destinos pequeños responde a la búsqueda de descanso en ambientes con baja densidad turística, buena accesibilidad vial y propuestas naturales que pueden disfrutarse sin grandes planificaciones.

Al cierre, los especialistas en turismo consultados por Mdz señalan que la preferencia por pueblos tranquilos y cercanos seguirá creciendo en la temporada, impulsada por el interés en experiencias auténticas y por rutas que permiten combinar naturaleza, gastronomía y cultura en recorridos breves. La diversidad geográfica en torno a Mendoza ofrece alternativas para distintos gustos y presupuestos, lo que habilita un abanico amplio para las vacaciones estivales.