Tras las lluvias, alertan riesgo severo de sarna y mancha marrón del peral en el Alto Valle

Un informe técnico del INTA Alto Valle advirtió este lunes un riesgo sanitario severo para los perales de Río Negro y Neuquén, luego del intenso temporal que afectó a la región durante el fin de semana. La combinación de lluvias abundantes, alta humedad y prolongadas horas de follaje mojado generó el escenario propicio para la proliferación de sarna del peral y mancha marrón, dos de las enfermedades más perjudiciales para la producción regional. La advertencia resulta clave porque coincide con una etapa sensible del desarrollo de los frutos y podría afectar la calidad comercial de la próxima cosecha.

Según informó Diario Río Negro, el temporal provocó condiciones altamente predisponentes para la infección, con una liberación significativa de ascosporas desde el material vegetal acumulado en el suelo. El índice de riesgo sanitario monitoreado por el INTA mostró niveles severos en todas las localidades del Alto Valle, lo que obliga a los productores a evaluar de manera urgente la aplicación de medidas de control.

La sarna del peral (Venturia pyrina) es una de las patologías que más preocupa a los técnicos debido a su capacidad de afectar hojas y frutos en variedades muy difundidas en la región, como Williams y Red Bartlett, consideradas las más susceptibles. La enfermedad provoca manchas oscuras, deformaciones y pérdida de calidad, lo que impacta directamente en la comercialización. En paralelo, la mancha marrón (Stemphylium vesicarium) incrementa su agresividad en escenarios de lluvias intensas, con variedades como D’Anjou y Abate Fetel entre las más afectadas; Packham’s presenta susceptibilidad intermedia, mientras que Williams es la menos sensible.

El INTA explicó que la intensidad de las precipitaciones no solo activó la liberación de esporas sino que generó las condiciones ideales para su establecimiento: humedad elevada, temperaturas favorables y períodos prolongados de mojado foliar. Estudios recientes realizados en la región demuestran que la liberación de ascosporas puede mantenerse durante todo el desarrollo del fruto, lo que prolonga el riesgo de infección más allá de los primeros estadios vegetativos.

En montes con antecedentes de estas enfermedades, el organismo recomendó aplicar fungicidas de manera inmediata cuando se registran diez o más horas de hoja mojada, una condición superada ampliamente durante el temporal. La aplicación oportuna, subrayaron, es clave para limitar el avance de la enfermedad y reducir el impacto económico sobre la producción.

El Alto Valle viene atravesando una campaña marcada por sucesivos eventos climáticos. Días atrás, sectores productivos también sufrieron daños por granizo en áreas dedicadas a la cereza y otros frutales. Ahora, el foco se desplaza hacia los perales, uno de los cultivos centrales de la fruticultura de Río Negro y Neuquén. Las lluvias intensas, tal como indicaron los técnicos, pueden comprometer la sanidad del cultivo en un período crucial para la definición del rendimiento y la calidad.

Las enfermedades fúngicas mencionadas pueden iniciar su ciclo infeccioso tanto a partir de ascosporas presentes en las hojas del suelo como de conidios derivados de infecciones primarias, ampliando la necesidad de diagnóstico y manejo oportuno. Las infecciones tempranas pueden evolucionar sin síntomas visibles, lo que aumenta el riesgo de que se manifiesten en fases tardías, cuando las pérdidas resultan irreversibles.

En este contexto, los especialistas recomiendan reforzar el monitoreo diario, revisar el registro de precipitaciones y evaluar lote por lote en función de la variedad, historial sanitario y cobertura previa de fungicidas. El manejo integrado se vuelve esencial: prácticas culturales adecuadas, eliminación de material infectado, mejoras en la ventilación de la copa y uso preciso de productos fitosanitarios pueden reducir las condiciones favorables para la enfermedad.

El impacto económico de la sarna y la mancha marrón es significativo: afectan la calidad de exportación, aumentan los costos de manejo y reducen la competitividad de la producción del Alto Valle en mercados exigentes en términos de inocuidad y residuos. Por esto, los técnicos destacan la importancia de una estrategia preventiva sólida y adaptable a las fluctuaciones climáticas.

Las estaciones meteorológicas distribuidas en distintos puntos del Valle, junto con los modelos de pronóstico sanitario, permitirán al INTA actualizar el índice de riesgo en los próximos días y orientar decisiones productivas. Esa información será clave para determinar la frecuencia de los tratamientos y el seguimiento del estado sanitario.

El temporal del fin de semana volvió a confirmar el rol determinante que tiene el clima en la campaña frutícola. La combinación de lluvias intensas y variedad de materiales vegetales susceptibles obliga a extremar los cuidados y actuar con rapidez para evitar daños mayores. Para los productores, la vigilancia sanitaria y la intervención temprana serán fundamentales para mitigar el impacto de dos enfermedades que históricamente representan un desafío en la región.