El verano argentino impone condiciones exigentes para la producción hortícola, combinando altas temperaturas, elevada radiación solar y lluvias desparejas. En este contexto, la correcta selección de cultivos y el manejo del riego y la sanidad resultan determinantes para mantener la huerta activa, tanto en sistemas familiares como comerciales, expresa el sitio Agrolink.com.ar
El tomate (Solanum lycopersicum) se posiciona como uno de los cultivos más representativos del verano. Requiere suelos bien drenados, alta luminosidad y riegos frecuentes pero controlados.

La ventana de siembra va desde octubre hasta enero, dependiendo de la región, con temperaturas óptimas entre 20 y 30 °C. Se recomienda el uso de tutores, el monitoreo de trips y mosca blanca, y la implementación de riego por goteo para reducir el riesgo de enfermedades foliares.
El pepino (Cucumis sativus) muestra una excelente respuesta a las altas temperaturas y un crecimiento acelerado en ambientes con buena disponibilidad de agua.

Las siembras se concentran entre noviembre y enero, con un rango térmico ideal de 22 a 32 °C. Desde el punto de vista técnico, se aconseja mantener humedad constante y aplicar rotaciones con leguminosas para mejorar la estructura del suelo.
Los cultivos de pimiento y ají (Capsicum spp.) son sensibles a las bajas temperaturas, pero se desarrollan muy bien en condiciones de alta luminosidad. El estrés térmico puede afectar la floración, por lo que se recomienda utilizar materiales genéticos tolerantes al calor.
Las siembras pueden realizarse desde septiembre hasta diciembre. El uso de acolchados o coberturas vegetales ayuda a conservar la humedad y estabilizar la temperatura del suelo.

Aunque la lechuga (Lactuca sativa) es tradicionalmente un cultivo de estaciones más frescas, existen materiales que permiten su producción en verano con un manejo adecuado.
Se recomienda la siembra escalonada cada 15 a 20 días, la elección de variedades tolerantes al espigado y la utilización de medias sombras para reducir el estrés térmico.

Las cucurbitáceas como zapallito, calabaza y zucchini (Cucurbita spp.) toleran muy bien las altas temperaturas y presentan una elevada capacidad productiva.

La siembra se extiende de octubre a diciembre, con distancias recomendadas de aproximadamente un metro entre plantas. Es fundamental el control preventivo de enfermedades como oídio y virosis, junto con un manejo cuidadoso del riego.
El maíz dulce (Zea mays var. saccharata) aporta estructura al diseño de la huerta y permite diversificar la producción.

Puede sembrarse hasta fines de diciembre en gran parte del país. El manejo debe enfocarse en mantener la humedad del suelo y reducir la competencia de malezas durante las primeras etapas del cultivo.
El melón (Cucumis melo) y la sandía (Citrullus lanatus) requieren elevadas temperaturas y alta radiación solar.
Las siembras se realizan desde octubre hasta enero. Las principales recomendaciones técnicas incluyen una adecuada aireación, espaciamientos amplios y un control preventivo de enfermedades fúngicas.

Agrolink destaca una serie de prácticas clave para atravesar el verano con buenos resultados:
Riego en horarios de baja radiación, preferentemente temprano por la mañana o al atardecer.
Uso de acolchados o coberturas vegetales para conservar la humedad.
Monitoreo frecuente de plagas como trips, ácaros y pulgones.
Rotación de cultivos para mejorar la sanidad del suelo.
A pesar de las exigencias del clima, el verano ofrece una oportunidad estratégica para maximizar la producción hortícola en Argentina, siempre que exista una correcta planificación y un manejo agronómico adecuado.