El BCRA priorizará la desinflación en 2026, pero crecen las dudas del mercado sobre el ritmo de baja

El nuevo esquema de bandas cambiarias y el plan de acumulación de reservas reabrieron el debate sobre el impacto monetario y cambiario en los precios

El BCRA priorizará la desinflación en 2026, pero crecen las dudas del mercado sobre el ritmo de baja
jueves 18 de diciembre de 2025

La baja de la inflación seguirá siendo uno de los principales objetivos del Banco Central de la República Argentina (BCRA) durante 2026, aunque el mercado comenzó a mostrar dudas sobre la velocidad del proceso, tras los recientes anuncios vinculados al esquema cambiario y al plan de acumulación de reservas. Las definiciones oficiales, conocidas esta semana, generaron una recepción inicial positiva, pero también reactivaron interrogantes sobre el equilibrio entre estabilidad de precios, emisión monetaria y tipo de cambio. La información fue dada a conocer por Infobae.

El disparador fue la decisión del BCRA de modificar la modalidad de ajuste del techo de la banda cambiaria, que desde enero pasará a actualizarse en función de la inflación mensual registrada dos meses atrás. La medida fue interpretada como una señal de mayor previsibilidad del régimen cambiario, en simultáneo con el anuncio del inicio de un programa formal de acumulación de reservas internacionales. Sin embargo, analistas y operadores financieros comenzaron a preguntarse si este nuevo esquema podría introducir presiones adicionales sobre los precios en un contexto de desaceleración inflacionaria todavía frágil.

De acuerdo con las proyecciones actuales, la inflación cerraría 2025 levemente por encima del 30%. Para 2026, el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) prevé una baja hasta el 20%, lo que implicaría una reducción de diez puntos porcentuales en un año. No obstante, entre economistas y consultores crece la percepción de que ese escenario podría resultar demasiado optimista, y no se descarta que las próximas estimaciones ajusten esas previsiones al alza.

El BCRA priorizará la desinflación en 2026, pero crecen las dudas del mercado sobre el ritmo de baja

En el comunicado en el que el Central presentó el inicio del proceso de remonetización de la economía, la autoridad monetaria afirmó que “la programación monetaria definirá una trayectoria consistente para los agregados monetarios que permita compatibilizar el proceso de desinflación con la acumulación de reservas internacionales”, según consignó Infobae. Esa palabra —compatibilizar— se convirtió en uno de los ejes del debate económico de cara al próximo año.

Durante 2025, el orden de prioridades del Gobierno estuvo claramente orientado a reducir la inflación, luego del pico cercano al 100% registrado en 2024. Con el calendario electoral como telón de fondo, la política económica concentró esfuerzos en anclar expectativas y desacelerar los precios, aun a costa de relegar la acumulación de reservas. Ese objetivo se cumplió en términos generales, aunque con un repunte inflacionario en los últimos meses del año.

El escenario proyectado para 2026 aparece distinto. El Gobierno busca ahora recomponer reservas en el BCRA, lo que implica compras de divisas en el mercado y, por lo tanto, emisión monetaria para concretarlas. Ese incremento en la cantidad de pesos es señalado por el mercado como un potencial factor de presión tanto sobre el tipo de cambio como sobre la inflación futura, especialmente si no se logra una adecuada esterilización.

Desde el BCRA insistieron en que no se trata de optar entre inflación o reservas, sino de avanzar en ambos frentes de manera coordinada. Aun así, persiste la incertidumbre sobre si ese equilibrio podrá sostenerse sin desviar el sendero desinflacionario. La decisión de ajustar las bandas cambiarias en función de la inflación pasada fue interpretada por algunos consultores como una posible aceleración del ritmo de suba del dólar oficial, aunque desde el equipo económico aclararon que una cosa no implica necesariamente la otra.

El BCRA priorizará la desinflación en 2026, pero crecen las dudas del mercado sobre el ritmo de baja

El ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, buscó llevar tranquilidad al señalar que el cambio metodológico en las bandas no supone una validación automática de un mayor ritmo de devaluación. No obstante, el mercado observa que las compras de dólares del Central, previstas a partir de enero, implicarán mayor liquidez en pesos y podrían tener efectos indirectos sobre los precios.

Para el economista Rodolfo Santángelo, de la consultora Macroview, el nuevo esquema podría generar cierto impulso adicional en la inflación, aunque relativizó la magnitud del fenómeno. “No es tanto relevante si baja o no al 20%, si da 20 y pico tampoco es un gran problema”, señaló, según Infobae. La frase resume una mirada extendida entre analistas, que consideran más importante la continuidad del proceso de desinflación que el cumplimiento exacto de una meta puntual.

A diferencia de otros programas históricos, como el Plan Austral o la Convertibilidad, la actual estrategia antiinflacionaria no se basó en medidas de shock abruptas, sino en un proceso gradual y sostenido. Ese enfoque permitió reducir la inflación de manera progresiva, pero también expone al programa a episodios de tensión, como los observados en los últimos meses, cuando el índice mensual volvió a acelerarse.

En noviembre, la inflación minorista alcanzó el 2,5%, y existe la posibilidad de que diciembre muestre un registro similar. Para el Gobierno y el BCRA, el desafío central será evitar que ese nivel se consolide o se acelere en el primer tramo de 2026, justo cuando comenzará a desplegarse con mayor fuerza el plan de acumulación de reservas.

Un elemento que aporta cierto alivio es el comportamiento reciente de la inflación mayorista. En noviembre, el índice se ubicó en 1,6%, por debajo del nivel minorista, y los insumos importados incluso mostraron una caída del 0,6%. Estos datos son leídos por el mercado como una señal de moderación de costos, lo que podría limitar futuros traslados a precios.

La desaceleración mayorista implica que, al menos por ahora, los costos de producción están aumentando a un ritmo menor que los precios finales. En términos económicos, esto abre una ventana para que las empresas comiencen un proceso lento de recomposición de márgenes, tras un período prolongado de rentabilidad negativa en numerosos sectores.

Sin embargo, los analistas advierten que ese proceso es frágil y depende de múltiples variables: la evolución del tipo de cambio, la política monetaria, el nivel de actividad y la capacidad del Gobierno para sostener un marco de previsibilidad. Cualquier desajuste significativo en alguno de estos frentes podría trasladarse nuevamente a los precios.

De cara a 2026, el mercado seguirá de cerca dos señales clave: el ritmo de compras de reservas del BCRA y la dinámica del dólar dentro de las bandas cambiarias. De su interacción dependerá en gran medida si la inflación logra seguir bajando de manera consistente o si se instala en un nivel más elevado al previsto inicialmente.

En ese contexto, la prioridad oficial sigue siendo clara: consolidar la desinflación sin resignar reservas. La incógnita que persiste es si la economía argentina podrá transitar ese sendero sin sobresaltos, en un año que estará marcado menos por la urgencia electoral y más por la necesidad de darle sustentabilidad macroeconómica al programa económico, según informó Infobae.



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