La mosca de alas manchadas (Drosophila suzukii), una especie invasora originaria de Asia, se convirtió en la última década en una de las principales amenazas para la producción de fruta fina en el Valle rionegrino y la Comarca Andina. Desde su detección en la Patagonia en 2013, el insecto avanzó de manera sostenida y generó pérdidas significativas al depositar sus huevos en frutos en proceso de maduración, afectando directamente la calidad comercial. Así lo informó Diario Río Negro.
Frente a este escenario, un equipo de investigadores argentinos puso en marcha una estrategia innovadora que combina control biológico e inteligencia artificial, con resultados alentadores. La experiencia fue desarrollada por especialistas del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche (IFAB), del INTA y del Conicet, junto con ingenieros del Senasa, en el marco de una prueba piloto realizada en una chacra de Junín de los Andes, en la provincia de Neuquén.
El eje del trabajo fue la aplicación de la Técnica del Insecto Estéril (TIE), un método ecológico ampliamente utilizado en otras plagas agrícolas, pero que hasta ahora no se había adaptado de manera integral para el control de Drosophila suzukii en la región. La técnica consiste en criar masivamente el insecto, esterilizarlo en un estadio inmaduro —generalmente en la fase de pupa— y luego liberar únicamente machos estériles en el ambiente.

Estos machos compiten con los silvestres y copulan con las hembras, pero al no ser fértiles, los huevos que se generan no prosperan, lo que produce una reducción gradual de la población. En el caso de esta especie, el método presenta una ventaja adicional: la hembra es la que daña la fruta, por lo que la liberación de machos estériles no implica riesgos productivos ni ambientales.
“En el caso de esta mosca, la hembra es la que pica la fruta y pone los huevos, entonces la liberación de los machos estériles no es un problema para el ambiente”, explicó el doctor en Ciencias Biológicas Gerardo de la Vega, investigador del IFAB, en declaraciones reproducidas por Diario Río Negro.
La Técnica del Insecto Estéril se utiliza desde hace décadas en el control de distintas plagas agrícolas y vectores de enfermedades. En la Argentina, por ejemplo, fue aplicada con éxito en la mosca del Mediterráneo, a través de una biofábrica ubicada en Mendoza que hoy exporta pupas estériles a distintos países. Sin embargo, adaptar esta herramienta a Drosophila suzukii implicó un desafío mayor.

Según explicó de la Vega, se trata de una especie invasora relativamente reciente, para la cual no existían cepas sexadas ni protocolos estandarizados. “Cuando una especie se transforma en plaga, generalmente no hay herramientas disponibles y se recurre a insecticidas. Desarrollar o adaptar técnicas de otras especies para este caso fue complejo”, señaló.
Uno de los puntos críticos del proceso fue la separación de machos y hembras, conocida como sexado. Si bien la especie presenta un dimorfismo sexual marcado —los machos tienen alas manchadas y las hembras un ovopositor de gran tamaño—, realizar esta tarea de forma manual resultaba lento y poco eficiente. Para resolver este cuello de botella, el equipo desarrolló un sistema de sexado automatizado mediante inteligencia artificial.
El sistema combina software y hardware y fue desarrollado en el marco de una tesis de maestría de la Facultad de Ingeniería, dirigida por de la Vega. Una vez que los insectos emergen de las pupas, pasan por una placa de anestesia donde una cámara y un algoritmo identifican su sexo. Los machos son seleccionados para su liberación, mientras que las hembras son eliminadas mediante un sistema de láser, garantizando la eficacia del método.

La prueba piloto evaluó la supervivencia, dispersión y competitividad de los machos estériles en el ambiente. Los resultados fueron positivos: en la parcela donde se aplicó la técnica, la curva de crecimiento poblacional de la mosca mostró un ascenso mucho más lento que en otras parcelas testigo.
“Confirmamos que los machos estériles sobreviven, se dispersan bien y son competitivos. Pero lo más importante es que no estamos agregando una especie nueva ni usando insecticidas”, destacó de la Vega. Durante las liberaciones, la actividad productiva continuó con normalidad, con presencia de abejas, cosechadores y tareas de poda en simultáneo.
La experiencia contó con la participación de Senasa Patagonia Norte, estudiantes de la Universidad Nacional del Comahue e investigadores de la Comisión Nacional de Energía Atómica, donde se realizaron pruebas de esterilización con cobalto y rayos X en el Centro Atómico Bariloche.

Según consignó Diario Río Negro, los investigadores consideran que, si bien se trata de una etapa experimental, los resultados obtenidos sientan las bases para avanzar hacia escalas mayores de aplicación, siempre que se logre el financiamiento y el respaldo institucional necesarios. En un contexto de creciente exigencia ambiental y sanitaria, la combinación de ciencia, tecnología e inteligencia artificial aparece como una alternativa sustentable para proteger las economías regionales.