La industria de peras de California, en Estados Unidos, atraviesa un escenario de fuerte tensión comercial a partir del crecimiento sostenido de las importaciones de peras provenientes de Argentina, que, según denuncian productores locales, está afectando la rentabilidad del sector y comprometiendo la continuidad de numerosas explotaciones familiares. El reclamo se intensificó durante la última campaña, cuando el ingreso de fruta importada coincidió con el inicio de la temporada local, generando sobreoferta, caída de precios y desplazamiento de la producción nacional en los principales canales de venta.
Según informó Más Producción (LM Neuquén), productores y empresarios del sector difundieron su preocupación a través de distintos canales y advierten que la situación actual representa una de las crisis más profundas de las últimas décadas para esta actividad emblemática del estado.
De acuerdo con testimonios recogidos por el medio, la última temporada fue “particularmente difícil”. Productores aseguran que volúmenes significativos de peras argentinas ingresaron al mercado estadounidense a precios sensiblemente más bajos justo antes del comienzo de la cosecha californiana, lo que generó una presión inmediata sobre los valores y limitó las oportunidades de comercialización de la fruta local.
Desde el sector sostienen que las grandes cadenas minoristas priorizaron la fruta importada por su menor costo, aun cuando se ofreció al consumidor a precios regulares. Esta dinámica, explican, impidió que las peras de California accedieran a promociones clave y redujo la rotación en góndola durante un período decisivo de la campaña.

Las consecuencias ya se reflejan en el campo. En los últimos uno o dos años, una sola explotación familiar erradicó entre 162 y 202 hectáreas de perales Bartlett, una de las variedades emblemáticas del estado. Para los productores, arrancar árboles no es solo una decisión económica, sino también una pérdida de capital productivo, historia y arraigo familiar, en un sector donde muchas granjas se transmiten de generación en generación.
Siempre según Más Producción (LM Neuquén), otro de los puntos centrales del reclamo es el crecimiento sostenido de las exportaciones argentinas, que desde 2016 habrían aumentado cerca de un 125% hacia el mercado estadounidense, compitiendo de manera directa con las variedades Bartlett y Bosc producidas en California.
La competencia se ve agravada por el carácter contraestacional del comercio: mientras la cosecha argentina comienza en diciembre, los envíos a Estados Unidos se concentran en las semanas previas al inicio de la temporada californiana, lo que genera una saturación del mercado en un momento clave para la fruta local.
A este factor se suma una controversia técnica. Los productores californianos cuestionan el uso del 1-MCP, un compuesto que retrasa la maduración de la fruta y extiende su vida poscosecha. Según advierten, este tratamiento provoca que las peras no maduren correctamente, afectando la experiencia del consumidor y perjudicando las ventas durante la temporada local.
En contraste, los empacadores de California aseguran haberse comprometido a no utilizar este tipo de productos, lo que, a su entender, los coloca en una situación de desventaja competitiva frente a las importaciones.
Ante este escenario, productores y empresarios trabajan junto a la industria y con la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) para buscar algún tipo de alivio comercial. De acuerdo con lo informado por Más Producción (LM Neuquén), el organismo analiza el caso en el marco de su política de comercio administrado, mientras distintos congresistas ya expresaron su respaldo al reclamo.

El sector advierte que producir peras en California implica costos elevados, derivados de estrictas regulaciones ambientales y laborales. Si bien estas normas garantizan altos estándares de calidad e inocuidad, también reducen la competitividad frente a países exportadores con menores exigencias regulatorias.
La industria de peras de California está integrada mayoritariamente por pequeñas explotaciones familiares, muchas de ellas con varias generaciones vinculadas a la actividad. En ese contexto, los productores sostienen que, sin reglas comerciales más equilibradas, el futuro de estas granjas podría verse seriamente comprometido.